Ewiges Blut

SANGRE ETERNA

Soledad, oscura y fría. ¿En qué momento mi vida se volvió tan vacía? Han pasado 456 días, 20 horas & 37 minutos y yo sigo sintiéndome igual de rota que el día uno. Mirando atrás solo puedo ver sueños destruidos y esperanzas perdidas. La vida ya no brilla, ya no se ve bonita, simplemente es un agujero negro que lentamente me arrebato todo lo que un día ame.

Cada día es lo mismo, una rutina interminable, una rueda de hámster que no cesa de girar ¿qué podemos hacer o sentir cuando tu vida cambia de un día para otro? ¿Cuándo al despertar todo es distinto?

El tiempo pasa y aunque tarde en asimilarlo, aún no logro entenderlo y mucho menos olvidarlo. El cambio me tomó desprevenida, me cacheteo y no tuve tiempo de reaccionar. Tantas noches llorando, suplicando que la muerte llegara y me reuniera con ellos, pero al final solamente recibía el silencio y un golpe de realidad. No estaban, se esfumaron en el  espacio, sin despedirse, sin dejarme un rastro para seguirlos. Me quedé sola, en un mundo extraño que estaba ante mis ojos y no lograba ver.

Aún no sé cómo he logrado lidiar con esto, no sé cómo aprendí a subsistir, como sigo adelante cuando sigo sin conocerme completamente. Quisiera decir que en ese entonces tenía un plan, pero hasta esta mañana lo único que seguía latente en mi mente era el deseo de venganza, aquella que espero pronto realizar.

Tarde mucho en hacerme fuerte, en vencer el miedo y transformarlo en anhelo, debatiéndome entre lo que necesitaba, lo que sabía y lo que quería, mostrándome fría, distante, me aislé por completo aunque en verdad quería sentirme rodeada de gente y que alguien me ayudara a cargar mis penas.

Levanto mi rostro, saliendo de mis recuerdos de un pasado feliz al verla entrar. Aquella chica de cabellera rubia la cual ahora esta agarrada en una coleta, mi mejor amiga, aliada y consejera, la única que pudo hacerme bajar los muros y permitirme confiar en ella, esa mujer guerrera llena de luchas que no le evitan sonreír, así como lo hace ahora haciéndome volver a la realidad, al momento pleno de mi existencia y mi plan inmediato: Ganarle a Zamiel en la batalla.

Su sonrisa burlona aparece al adentrarse a mi cuarto y abrazar a su hermana quien sigue observándome a la espera de que me levante del suelo y avance al campo.

–¿Pensando en cómo vas a asimilar la derrota, Sámara?– Su voz es una mezcla de burla y seriedad que ni el mismo cree.

–Es lo que quisieras, Zamiel. Veremos si sigues sonriendo luego de que patee tu trasero.

Me levanto del suelo y sostengo la mano de Aspen, para arrastrarla fuera, pasando por al lado del pelirojo.

–Vamos preciosa, es momento de mostrarle a tu hermano, lo triste que se siente perder.

 




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