Capítulo 24: Amigo

El cable del micrófono fue agarrado cuidadosamente y luego, sin cuidado alguno, fue tirado agresivamente. La caída del aparato emitió un fuerte silbido que se extendió por toda la sala. El presentador de inmediato se agacho para recogerlo. Pronto las miradas siguieron el recorrido del cable buscando el culpable de aquel incidente. Una niña miro inocentemente el cable como sintiéndose culpable por su acción, seguidamente, una chica pelirroja apareció en escena al parecer preocupada por la niña, pero era claro que no había sido un accidente, tratándose de ellas era más que nada calculado.

La gente se encontraba confusa y distraída por aquella escena, pero nadie las miro con desaprobación.

Principito no dijo nada más y se mezcló entre la gente para poder llegar a la salida de aquel lugar extravagante. Se detuvo sorprendido al mirar a Azeri en la salida de la puerta. Este al verlo hizo un gesto de saludo con la mano aunque su rostro expresaba lo enfado que se encontraba, sin embargo, aquella expresión no duro por mucho, algo observo que produjo en él miedo. Principito no sabía que era aquello. Hasta que sus ojos encontraron una gorra bastante familiar.

La cobra avanzaba entre la multitud con aquella gorra, tan característica de él, que hacia contraste con la vestimenta elegante de los presentes. Principito decidió seguirlo, aunque sabía que era probablemente lo que él quería, mientras lo alcanzaba dos preguntas surgieron ¿Azeri conocía las intenciones de la Cobra? La expresión de Azeri, el modo en que miraba a la Cobra al parecer lo habría conocido.

—Solo fueron fallas técnicas, tranquilos—anunció el presentador por el altavoz—continuaremos con las presentaciones de arte.

—COBRA.. —Gritó el Principito sin embargo, el muchacho de gorra aparento no escucharlo y siguió alejándose —COBRA...—volvió a llamar. No iba dejar escapar esa oportunidad, así que optó por transformarse para sacar su espada y corrió más rápido. La cobra entro a un cuarto y cerró la puerta tras de él. Al llegar a dicho cuarto se dio cuenta que habría echado llave a la cerradura. Maldijo y observo otro pasadizo pero no sabía si este lo llevaría a lo que habría detrás de la puerta. Azeri se acercaba corriendo y le señalo la ventana, estaba agotado y no tendría el suficiente aliento para pronunciar palabra alguna pero aun así trataba de ayudarlo. Principito miro el gran ventanal, al parecer no habría otra opción.

—Apártense—Gritó Principito a todo pulmón sin embargo, las personas estaban absortas mirándolo extrañadas —Deben alejarse—advirtió de nuevo Principito.

Nadie se movió de su sitio, parecía como si hablara con estatuas. No podía dejar escapar tiempo valioso por lo que comenzó a dibujar a través del cristal, la ventana era el espacio que necesitaba. Pronto un ave azul apareció en escena y con esta logró atravesar la ventana, para luego volar alrededor del edificio. El viento frío de media noche y la pequeña pero intensa luz de la luna fue lo primero que notó al salir al exterior. No tardó mucho en encontrar a la Cobra, quien subía apresurado por las escaleras. Lo perdió por unos segundos de vista y cuando lo volvió a encontrar, creyó conveniente atravesar la ventana con ayuda del ave, la cual desapareció en el acto.

Un extraño zumbido y dolor de cabeza, es lo que sintió Principito al momento de levantarse del suelo, había sido una caída dura por lo que tardo en reincorporarse y obtener la suficiente fuerza para seguir a su objetivo, el cual no siguió escapando, estaba de pie a unos cuantos pasos en frente, con un objeto entre sus manos y ocultando sus ojos con la sombra de su gorra.

La Cobra río —Hay una regla especial en mi mundo y es que no puedes usar tus trucos baratos aquí... al menos no todo el tiempo que quieres.

Principito apretó los dientes al recordar como fácilmente desapareció el ave azul, pero pronto se tranquilizó ahora que lo pensaba la Cobra en ningún momento mostró su verdadera apariencia en este mundo, ni siquiera cuando río lo hizo como solía hacer en su forma original, tal vez era algo que no podría comprobar pero pensó que tal vez no era el único afectado por esa "regla".

—¿Qué pretendes ganar con todo esto? ¿Solo estás tratando de cambiar algo que...

—Parece que conoces bastante... cada uno es dueño de su destino y tú acabas de darme la llave para acabar con el tuyo.

Principito se mostró confundido, sin embargo sus dudas serían resueltas cuando la Cobra con un leve movimiento de la cabeza mostrara sus ojos. Aquellos ojos que no eran pero eran similares a los de la Cobra. Luego, con una sonrisa triunfante mostró que el objeto sostenía en la mano, era su libreta: —La desgracia es para los humanos, la astucia es mi cualidad.

Mientras tanto, al extremo de la habitación se escuchaban murmullos y órdenes que provenían de la puerta que daba a la habitación.

El sonido de la puerta al derribarse, hizo eco en todo el salón. Pronto personas de verde pudieron ingresar a la habitación mostrando, a modo de amenaza, las armas que poseían apuntando al único individuo que se encontraba. 

—Retrocedan...No deben acercarse—advirtió Principito al escuchar aproximarse la risa de las ideas negras.

—Levante las manos—Ellos ordenaron dirigiéndose a Principito—Y póngase de rodillas.

Principito los observo confundido— No—susurro para el mismo al darse cuenta de la desaparición de la Cobra— ¡deben retroceder!

—Se ha vuelto completamente loco—Susurraron las personas que observaban detrás de aquellos hombres de verde.

—Llévenselo—Exigieron algunos de ellos.

—¡NO.. NO DEJEN QUE LA COBRA LOS CONFUNDA!—pero no lo escucharon.

—Si no obedece nuestras órdenes no tendremos opción.

Era una situación descabellada. ¿Por qué lo trataban como si fuera un criminal? La respuesta estaba en las personas que se resguardaban detrás de los hombres de verde. Estas se mostraban desesperadas, incluso asustadas pero aquello era fingido, se trataba de crear una escena que conviniera a los planes de la Cobra, por eso no escuchaban sus advertencias.