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Ella no se atrevió a abrir la carta. Al menos no al principio.
Se perdió en la nada, mientras poco a poco desdoblaba aquella hoja de papel que había escrito meses atrás para su amado, pero que nunca se la había hecho llegar.

Mi amor

Con esta carta quiero buscar consuelo. Porque el dolor que causa tu ausencia es demasiado grande. No sé qué hacer con este sentimiento que daña mi corazón cuando llegas a mi mente.
Han pasado ya 129 noches, y no he podido dejar de pensar en ti. Mis madrugadas las paso frente a una ventana, donde observó las constelaciones, lagrimas es lo que decoran mi rostro, mientras mi mente trae tu recuerdo una y otra vez.

Te extraño demasiado. Extraño cada momento a tu lado, que me desees un bonito día, despertar cada mañana con un beso tuyo mientras tus brazos atrapan mi cuerpo con gran calidez y ternura, pero nunca imaginé que tu presencia en mi vida era lo que hacía mis días especiales, agradables y felices. Extraño escuchar de tus labios un “Te amo”, “Hermosa”, “Mi princesa”, todas esas palabras bonitas que erizaban mi piel y robaban sonrisas. Extraño observar tu nombre en la pantalla de mi celular y experimentar esa ráfaga de emociones que sentía con cada mensaje tuyo, sentir esa felicidad que inundaba mi cuerpo al saber de ti, esas sonrisas tontas que se dibujaban en mi rostro cuando me hablabas bonito.

Desearía que estuvieras conmigo, abrazándome con fuerza como cada noche. Así dejaría de sentir frío, mi cuerpo estaría cálido de nuevo. El dolor no estaría presente, se aplacaría gracias al amor que me brindas, el temor desaparecería, ese miedo que te invade cuando estás a punto de morir. Al final me toco tomar una decisión, (Una dura y difícil decisión), preferí alejarme de ti, abandonarte con tal de evitarte un sufrimiento mayor, y es que no podía permitir que vieras los gritos de dolor, el sufrimiento que sentía por dentro, como poco a poco el cancer me consumía por dentro, llevándome a la muerte.