Extraídos del planeta.

Capítulo 1. Su llegada.

El primer signo que me advirtió de su llegada fue el aire; de pronto se oscureció, adquirió un tono café y espeso, casi palpable. A la par mi cuerpo se desenvolvió en sufrimiento. Mi abdomen se comprimió, mis extremidades se acalambraron y sentí que mi cabeza estallaba.

El dolor me despertó. Mi cuerpo había estado aparentemente dormido hasta entonces. Un sueño tan prolongado que mis músculos protestaban ante su uso.

Estaba en el piso, al intentar levantarme un mareo me detuvo y caí de nuevo. Me golpearon los recuerdos de forma inmediata. Mi mente tenía claro el pasado pero no los más recientes acontecimientos. Mi percepción del tiempo estaba alterada.

Todavía no captaba lo que estaba sucediendo cuando una pantalla apreció sobre mí. No había imagen, no supe cómo se veían. Solo apareció un fondo blanco y escuché el anuncio:

"Hola Maddie.

Gracias por recibirnos.

Nos presento, somos sus hermanos: Nuestros mundos y nuestros cuerpos comparten características esenciales y asombrosas. Somos los últimos en nuestra especie. Y por eso hemos venido a su auxilio.

Acaban de sufrir un atentado imperdonable; primero el virus y después el gas.

No sé nos permitió acudir antes pues ustedes no forman parte de la asociación y ayudarlos está prohibido. Así como también lo está atacarlos y por eso estamos aquí.

Cuando erradicamos el virus no contábamos con que activaría el gass y las pérdidas adicionales fueron inevitables. Con precaución limpiamos su atmósfera y funcionó, en este momento te estás recuperando. Pero el efecto no durará mucho. Necesitamos que acates y ejecutes nuestras indicaciones rápido.

Tuvieron muchas pérdidas. Pero ni una más, Maddie; vendrán con nosotros.

Les instalamos un sistema telepático de comunicación para que puedan entendernos y hemos modificado algunas otras de sus capacidades para adaptarse a nosotros, principalmente para hacer de su estancia en la nave una experiencia satisfactoria.

Éstas naves están listas para su máximo confort. Y tú, Maddie eres una de nuestras dirigentes; de nuestros más valiosos elementos. Se te asignarán 5 personas desconocidas elegidas al azar, de un rango de edad comprendido entre 10 y 30 años. Esa es tu categoría. Vivirán en una habitación confinada pero con todo lo que necesiten para estar cómodos el tiempo que pasen a bordo. Tus responsabilidades y privilegios como dirigente los irás conociendo en el transcurso del viaje, pero se resumen en aprender, proteger y disfrutar de tus 5 personas asignadas.

Sé te permitirá llevar una maleta pequeña con lo que desees. Una maleta otorgada por nosotros. Tienes 3 horas para hacer tu equipaje y subir.

Tendremos el honor de verte pronto."

Lo más extraño que me resultó de la situación no fue su llegada ni su anuncio, fue mi falta de sorpresa, mi ausencia de miedo y mi repentina recuperación del estado de aturdimiento en el que llevaba tantos días atrapada.

Pese a mi personalidad desconfiada, no me hice preguntas, ni siquiera me tomé el tiempo de analizar sobre que me había pasado en los últimos días. En mi mente solo tenía 3 enunciados que empecé a repetirme cual monólogo escénico.

» 1. La tierra ya no es segura.
2. Ellos vienen a mí rescate.
3. Tengo 3 horas para abordar. «

Me pude incorporar y percibí mi entorno. Me encontraba en la sala de mi casa. Mi madre estaba al otro extremo; no la había visto antes. Ella me miró con la misma expresión aturdida que supuse yo también aparentaba en ese momento. Verla me hizo reaccionar y sentir algo más que la total aceptación que puse ante la llegada de aquellos seres; sentí amor.

Corrí y la estreché entre mis brazos con fuerza. Su cabello rizado contactó con mi nariz, que sintió el olor sutil a rosas, característico de su champú. Me encantaban sus rizos caoba, el haberlos heredado era de las características físicas que más me gustaban de mí solo por ser de ella. Un nudo se atoró en mi garganta, de pronto noté lo mucho que la había echado de menos.

—Mi amor ¿qué ha pasado? Me siento en un sueño, una pesadilla, no sé, esos seres... —exclamó triste y su pecho se agitó señalando su llanto.

Sentirla así apañó mi anterior felicidad. Ella estaba impactada por el anuncio, pero no había motivo.

—La tierra ya no es segura, mamá. —le expliqué con cariño. Me separe de ella y me senté en el piso, ella se colocó a mi lado—. Estuvimos como en coma por mucho tiempo, pudimos morir.

Ella no respondió de inmediato.

Me recargué en su regazo y comenzó a acariciarme el cabello, una posición cómoda para despedirnos. Estuvimos así por mucho tiempo, disfrutando de nuestra compañía. Pronto un pequeño de 11 años llamado Adam se nos unió en silencio; mi hermano.

—No sé que pasó en estos días pero ya despertamos, podemos quedarnos, aquí. Juntos —sugirió ella— No sabemos que nos espera allá.

—No ir no está en las opciones mamá ­—protesté con calma— no quiero dejar de verte, pero arriba volveré a hacerlo en algún momento y si nos quedamos aquí moriremos. Es real y está pasando.

Una vez que levanté mi cara pude observar con mayor atención a Adam, que se incorporó con mi argumento. Pero él no se veía asustado y tampoco triste.

Con completa calma nos sonrió.

—Iremos todos, mami. ¡Es un viaje al espacio! Además, yo seré dirigente también.

Eso casi derrumbó mi calma.

"Dos dirigentes no pueden vivir en un mismo lugar dentro de la nave" sonó en mi cabeza. No fue un pensamiento. Fue una voz. La misma voz que me habló en el anunció.

La afirmación de mi hermano afectó la profundidad de mi conciencia, pues descartaba la pequeña posibilidad de ir juntos. Pero pronto lo borré de mi mente y le devolví la sonrisa.

Ya nadie dijo nada.

Los tres teníamos una maleta y nos apartamos a hacer el equipaje a nuestras respectivas habitaciones.




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