JAYDEN
Me encontraba buscando la casa, específicamente no me había dicho que color era, pero estaba escrito en el papel con unas letras rojas que esperara en la última casa que estaba a una sexta cuadra y eso hice, me detuve en donde me dijo.
No sé qué es lo que quería exactamente que hiciera aquí parada, pero aquí estaba a pesar del frío y con la próxima salida del sol que trae unos atardeceres son geniales.
Seria raro si le contara a mamá que le hice caso a un desconocido al venir a este lugar, pero… siempre me ha gustado ser curiosa y siento de miedo en algunas veces, pero que mas da arriesgarse a lo que puede resultar beneficioso.
Luego de algunos minutos de estar pensando la voz de Sevan me saca de mi trance.
—Veo que eres puntual, Bradley —escuché que mencionó mi apellido por detrás de mí. Gire mi cuerpo y ahí estaba él, con sus manos escondidas en los bolsillos de su abrigo negro. También traía una bufanda del mismo color.
—Cualidad mía —contesté— ¿Cómo sabes mi apellido? —inquirí con cierta curiosidad.
No se le veía nervioso ni nada, parecía que estaba listo par cualquier situación.
—Lo vi en el registro de estudiantes —se encogió de hombros— fue el que más sobresalió de lo demás apellidos, al igual que tu cabello pelirrojo sobresale que el de las demás chicas.
Normalmente siempre me dicen que mi cabello es muy llamativo, además de ser el único que hay en la prepa.
Lo rojizo le había sacado a mi madre, ella tenía parientes con el mismo color de cabello.
—¿Alguna vez alguien te ha mencionado lo hermoso que es tu cabello de ese color? —lo dijo acercándose poco a poco a mí, hasta quedar frente a frente.
Negue con la cabeza sin mirarlo a los ojos.
Tenía un problema con mirar a los ojos, cosa que eso me intimidaba y más si era una persona con los ojos de color gris.
—Si, escucho a menudo las personas que hablan sobre eso —manifesté en voz baja.
Estaba nerviosa. Ayuda.
—Tal vez es porque personas como tú no siempre se ven y eso le llaman la atención —declaró.
—Debe de ser —dije en susurro.
—Mírame —ordenó— mírame siempre a los ojos —levantó con una mano mi mentón hasta que mis ojos chocaron con los de él.
Voy a morir con esa mirada. O sea, si, con cualquier mirada que no sea una común y corriente.
Los ojos claros siempre han sido mi debilidad.
—¿Entendiste? —preguntó.
Asentí nuevamente, pero esta vez mirándolo.
—Si.
—Bien —articuló agarrando un mechón de mi cabello ondulado y empezó a jugar con él— vamos o terminaremos tarde.
Empezamos a caminar hasta que reaccioné y me detuve
—Espera —se detuvo— ¿No es aquí tu casa? —cuestioné.
Él rodó los ojos.
—Tuve que decir que lo era para que vinieras, porque nunca lo harías, mi casa queda un poco alejada de aquí. Sigamos —él empezó a caminar.
No me movería de aquí.
—No iré. Me has mentido —cruce mis brazos a la altura de mi pecho— quien sabe a dónde me lleves.
Dio un suspiro antes de hablar.
—¿Confías en mí? —¿ahora él estaba preguntado esto después de todo lo que me ha hecho creer?
Sin adrenalina no se vive la vida querida, Jayden.
—No, aún no confío en ti, pero por lo menos Landon sabe hacia donde me dirijo.
Rodó los ojos y haciendo una mueca.
—Ni que te fuera a hacer algo. Además, parece tu guardaespaldas, ¿o acaso lo es?
Con ojos desorbitados negué con la cabeza.
—¡Dios, no! Es como un hermano para mí y él solo quiere mi bienestar.
—Claro que sí, mirando a todos lados a los que vas —ironiza. —Llevo menos de un día en esa preparatoria y puedo ver que no quita el ojo de ti.
—Ya te dije el por qué y no entiendo porque estamos hablando sobre eso.
—Si, movámonos. Mientras más rápido lleguemos, más rápido podrás regresar.
Luego de haber camino por unos diez minutos, sentía que el frío se iba calando en mis huesos como decía mi madre, hacía estaba vez demasiado frío.
Cuando llegamos, la casa era grande o mejor dicho una mansión. Estaba alejada de los demás, a la parte derecha se dirigía hacia un boque lleno de pinos grandes con mucha nieve encima.
También había ramas de árboles junto a unas rocas grandes por todos lados. Cuando entramos a su casa esta era cálida por dentro, todo estaba bien decorado y ordenado. Tenía una alfombra grande en el centro junto a una mesa. Las ventanas comenzaban desde abajo hacia arriba, eran grandes y transparentes. Había una linda chimenea que es lo que más me gusta.
Los colores eran cálidos, tonos bajos mesclados con madera de la casa misma y sin ninguna telaraña alguna.