Capítulo 2
El viento frío me golpeaba la cara mientras cruzaba el estacionamiento de la escuela, ajustando mi bufanda para cubrirme un poco más. La nieve acumulada en los bordes de las aceras estaba pisoteada y sucia, pero el aire aún olía a invierno puro, con un leve toque metálico que me recordaba al sueño de anoche. Cada vez que cerraba los ojos, veía esos símbolos grabados en los árboles, el sonido de la voz susurrándome no se iba de mi cabeza.
—¡Oye, Jayden!
La voz de Landon, cálida y familiar, me sacó de mis pensamientos. Levanté la vista y lo vi cruzar hacia mí con su típica sonrisa fácil, el cabello oscuro desordenado por el viento. Llevaba una chaqueta pesada, pero aun así parecía inmune al frío, como siempre.
—¿Qué tal, cerebrito? ¿Qué haces tan temprano? ¿Te levantaste antes para salvar al mundo o algo así? —me dijo con una sonrisa burlona, sacudiendo la nieve de su mochila.
—Sí, Landon, claro. Porque salvar el mundo empieza en un estacionamiento congelado —respondí, rodando los ojos, aunque una pequeña sonrisa se me escapó.
—Bueno, si alguien puede hacerlo, eres tú.
A punto estaba de replicar cuando una voz aguda interrumpió nuestra conversación.
—Oh, por Dios, ¿eso es lo que llevas puesto otra vez?
Claire, la novia de Landon, caminaba hacia nosotros, luciendo impecable incluso en ese frío brutal. Su abrigo blanco se veía como recién salido de una revista, y sus botas altas estaban perfectamente limpias, como si nunca hubieran tocado la nieve. Su cabello rubio brillante caía en ondas perfectas alrededor de su rostro.
—Hola a ti también, Claire —dije, sin esfuerzo por ocultar mi sarcasmo.
—Lo digo en serio, Jayden. Ese abrigo ha visto mejores días... ¿en los años noventa?" soltó con una risa. Landon le lanzó una mirada rápida.
—Claire —dijo, su tono amable, pero con una pizca de advertencia.
—¿Qué? Solo bromeo —comentó ella, encogiéndose de hombros con fingida inocencia.
—No te preocupes por mí, Claire —agregué mientras me cruzaba de brazos para mantenerme caliente. —No tengo tiempo para preocuparme por cosas tan importantes como la moda.
Ella puso los ojos en blanco y luego se giró hacia Landon, deslizando su brazo alrededor del suyo.
—¿Ya escuchaste sobre Rosie? Adivina quién no apareció en clase esta mañana.
La mención del nombre de Rosie me hizo detenerme. Ella era una conocida de Claire, una chica siempre rodeada de risas y gente. Era de esas personas que parecían vivir en un mundo donde nunca ocurría nada malo.
—¿Rosie no está aquí? —pregunté cómo si no supiera aún la noticia, sintiendo un nudo en el estómago.
—No, pero no es tan raro —dijo Claire, con una voz que sonaba casi aburrida. —Tal vez simplemente se fue a visitar a alguien y no le avisó a nadie. Ya sabes cómo es.
Landon y yo intercambiamos miradas. A él tampoco le convencía su actitud despreocupada.
—Claire, sabes que Rosie nunca hace eso —dijo Landon, claramente tratando de sonar tranquilo, pero su mandíbula estaba tensa. —Es la tercera chica en dos meses que desaparece así. Esto ya no es una casualidad.
—Siempre tan melodramático —respondió Claire, soltándose del brazo de Landon y arreglándose el cabello. —Seguro que está bien. La policía no tiene ninguna pista de que haya pasado algo grave.
—No tener pistas es justo lo que me preocupa —dije, mi voz sonó más cortante de lo que pretendía, pero no pude evitarlo. —No estamos hablando de que simplemente alguien se haya perdido en el bosque. Es Denver. Esto no pasa todos los días.
Claire bufó y comenzó a caminar hacia la entrada.
—Como sea. Yo no me voy a preocupar hasta que sea algo real. Nos vemos en clase.
La miramos mientras se alejaba, sus pasos resonando en la acera helada. Landon suspiró y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta.
—Lo siento por eso —murmuró.
—No tienes que disculparte por ella —respondí, todavía mirando la dirección en la que Claire había desaparecido. —Pero tiene razón en algo: no hay pistas. Y eso es lo que me da miedo.
Landon asintió lentamente, su expresión más seria de lo habitual.
—Anoche, ¿tuviste otro de esos sueños?
Lo miré sorprendida.
—¿Cómo lo sabes?
—Te conozco, Jayden. Cada vez que pasa algo raro, empiezas a andar con esa mirada de ‘voy a resolverlo todo’. Además, tus ojos tienen esas ojeras.
Suspiré.
—Sí, lo tuve. Había símbolos... en los árboles. Grabados, como si estuvieran marcados con algo afilado. Eran iguales a los que vimos el otro día cerca del bosque.
Landon frunció el ceño, claramente procesando lo que acababa de decir.
—¿Y qué más viste?
—Había una figura... una mujer. Pero no pude verla bien. Solo estaba ahí, como si me estuviera esperando.
Él sacudió la cabeza lentamente.