Extraña cercanía

CAPÍTULO VI

El viento gime fuera de la cabaña, arremolinando la nieve contra las ventanas empañadas. El fuego chisporrotea en la chimenea, llenando la habitación con un calor confortable que contrasta con el frío cortante del bosque. Me dejo caer en una silla junto al fuego y observo a los otros.

Becca, que es mi hermana está sentada en el sillón de cuero desgastado, con un libro abierto sobre las piernas. Sus dedos juegan distraídamente con un mechón de su cabello rubio, mientras sus ojos se mueven rápido sobre las páginas.

La luz del fuego proyecta sombras en su rostro sereno, pero puedo notar la tensión en la forma en que frunce el ceño. Becca siempre parece tranquila, como si nada pudiera perturbar su equilibrio, pero yo la conozco lo suficiente como para ver más allá de la fachada.

Amira está junto a la mesa de madera, organizando una baraja de cartas con movimientos metódicos. Es como un ritual para ella, algo que hace cuando necesita concentrarse o distraerse. Su cabello oscuro cae sobre su rostro mientras baraja, y de vez en cuando se detiene para alinear perfectamente las cartas.

No habla mucho, pero cuando lo hace, sus palabras siempre llevan un peso que no puedes ignorar. Hay algo en Amira que la hace parecer siempre al margen, como si estuviera observándolo todo desde una distancia segura, incluso cuando está justo aquí, con nosotros.

Y luego está Neil. Está apoyado contra la pared, con los brazos cruzados, mirando por la ventana. Su silueta parece recortada contra el cristal empañado.

Tiene ese aire despreocupado que parece natural en él, pero hay algo en su postura, en la forma en que sus dedos tamborilean contra su brazo, que revela su inquietud. Neil siempre intenta parecer indiferente, como si nada le importara, pero yo sé que no es verdad. Sólo que nunca lo admitiría.

—Deberías dejar de mirar afuera como si algo fuera a aparecer de la nada —le digo, rompiendo el silencio.

Neil gira la cabeza hacia mí, levantando una ceja.

—¿Y si apareciera? Sería más interesante que esta charla, ¿o no crees? —su tono es sardónico, como siempre.

Becca levanta la vista de su libro, su mirada pasando de mí a Neil. No dice nada, pero su expresión es suficiente para que él levante las manos en un gesto de rendición fingida.

—Tranquila, princesa. No voy a causar un incendio —dice con una sonrisa ladeada antes de volverse de nuevo hacia la ventana.

Amira suspira desde la mesa.

— Neil, podrías intentar no ser tan molesto por una vez? Algunos de nosotros estamos intentando relajarnos.

Neil se gira lentamente hacia ella, su sonrisa ampliándose.

—¿Relajarte? En serio, Amira, ¿cuándo fue la última vez que realmente te relajaste?

Ella no responde, simplemente baraja las cartas con un poco más de fuerza. Neil suelta una risa suave y sacude la cabeza antes de dirigirse hacia el sillón frente al fuego. Se deja caer con un suspiro exagerado, estirando las piernas frente a él.

—Esto es lo más emocionante que hemos hecho en semanas. Sentarnos aquí, mirándonos unos a otros. Casi me hace extrañar… bueno, ya saben. —Hace un ademán vago con la mano, pero no termina la frase.

Becca cierra su libro con un golpe suave y lo deja a un lado.

—No todo tiene que ser emocionante, Neil. A veces, estar quietos es suficiente.

—Claro, claro —responde él, rodando los ojos. Pero hay algo en su tono que lo hace sonar menos seguro.

Yo observo a todos en silencio, dejando que sus palabras se mezclen con el crepitar del fuego. Es curioso, pienso, cómo nos hemos convertido en esto: un grupo unido por circunstancias que ninguno de nosotros eligó realmente. Hay momentos como este en los que casi parecemos normales. Casi.

—Sevan —la voz de Becca rompe mis pensamientos—. Estás muy callado. ¿En qué piensas?

La miro, notando el destello de curiosidad en sus ojos. Becca siempre sabe cómo leerme, lo que a veces es más irritante que útil.

—Nada en particular —respondo, encogiéndome de hombros—. Sólo disfrutando del momento.

Neil se ríe entre dientes.

—¿Disfrutando? Bueno, eso es nuevo. Pensé que eras el rey del pesimismo.

Le lanzo una mirada, pero no respondo. No tiene sentido entrar en su juego ahora. Amira, por su parte, recoge sus cartas y comienza a repartirlas sobre la mesa.

—¿Alguien quiere jugar? —pregunta sin mirar a nadie en particular.

Becca niega con la cabeza.

—Paso. Estoy demasiado cansada.

—Yo también —digo, levantándome de mi silla—. Creo que voy a salir a tomar un poco de aire.

—¿En este frío? —pregunta Becca, frunciendo el ceño.

—Necesito despejarme.

Ella me observa por un momento antes de asentir lentamente.

—Ten cuidado.

Asiento y me dirijo hacia la puerta. Siento las miradas de los otros en mi espalda mientras abro la puerta y salgo al frío. La nieve cruje bajo mis botas mientras avanzo unos pasos, dejando que el aire helado me llene los pulmones.



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En el texto hay: pelirroja, misterio confucion, amigos nuevos

Editado: 12.12.2024

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