Natalia
—O vamos Nati mis ojos estan aqui.— exclamoi mi amiga.
—Lose, lose pero miralo, ¿no se te hace tan tierno?— murmuré, sin apartar la mirada de él.
Mi amiga chasqueó la lengua, claramente harta de mi obsesión.
—Lo veo, lo veo… pero en serio, no sé qué le miras. Es un mimado y egocéntrico.
Yo fruncí el ceño, ofendida en nombre de mi crush.
—¡No es egocéntrico! Solo tiene confianza… y estilo… y esa sonrisa que podría iluminar una ciudad entera.
Ella levantó una ceja, cruzándose de brazos.
—Ajá. Y también ignora a todo el mundo como si estuviera por encima de todos.
Yo hice una mueca, porque sí, tal vez tenía un punto.
Tal vez él era un poco… distante.
Un poco arrogante.
Pero eso no quitaba que fuera increíblemente atractivo.
—Solo no lo conoces lo suficiente —murmuré, aferrándome a mi versión idealizada de él.
Mi amiga rodó los ojos, claramente sin intención de seguir el debate.
—Sí, claro. Lo que tú digas.— agarrando sanshawich y mordiendolo.
— Haz terminado el ensayo del profesor Aurelio— pregunto.
—todavia no — dije volviendo mi miraba hacia ella.
—¿pero que hare contigo niña?
—comprarme una pizza,—sonrei inocentemente.
Sandra negó con una sonrisa, claramente acostumbrada
—No sé por qué me sorprende —murmuró, tomando otro bocado de su sándwich—. Siempre encuentras una manera de hacerme gastar dinero en comida.
Yo me encogí de hombros, sonriendo con inocencia.
—Es mi talento secreto.
Sandra soltó una risa baja, sacudiendo la cabeza.
Sandra es ella es mi mejor amiga y la amo como mi hermana y mi compañera de diversiones así era nuestra amistad,un constante tira y afloja entre mis ideas absurdas y su paciencia infinita.
A veces era mi cómplice.
A veces, mi voz de la razón.
Pero al final del día, siempre estaba ahí para mí.
—¿Y qué vas a hacer con tu obsesión por el mimado de la cancha? —preguntó, con un tono que dejaba claro que no iba a dejar el tema tan fácil.
Yo exhalé lentamente, recargando mi cabeza contra la mesa.
—No lo sé.
Porque, aunque me gustara fantasear con la idea de que un día me notara…
Sabía que no era tan simple.
Sabía que, si realmente quería que algo pasara…
Tenía que hacer algo al respecto.
Pero la pregunta era…
¿Estaba lista para eso?
Sandra me miró con una expresión que decía que podía leer mis pensamientos mejor que yo misma.
—Vas a hacer una locura, ¿verdad?
Yo levanté la cabeza, sonriendo con diversión.
—Obviamente.
Porque si algo tenía claro era que no iba a quedarme sentada esperando.
Esta vez, iba a tomar el control.
Continuara..........