Extraordinarios

CAPÍTULO 3

Ya habíamos dejado el bosque atrás, pasamos un letrero que daba la bienvenida a Lakefort. Había casas de un piso, máximo dos con bellos jardines delanteros. La sensación de estar siendo observada se había desvanecido en cuanto dejamos el bosque atrás, en este preciso instante lo que más me preocupaba era que no tenía a donde ir, no conocía a nadie y el no recordar nada, me dificultaba las cosas.

 

La camioneta se detuvo en una casa azul de dos pisos, el jardín delantero estaba un poco descuidado al igual que la cerca que rodeaba la casa, pero a pesar de esto era muy hermosa.

 

– Llegamos – la voz del señor Fox me sobresalto, baje de un salto de la camioneta, trate de idear un plan a toda velocidad, tal vez si encontraba un parque podría dormir ahí y después podría ir a…

– Niña, ¿tienes a dónde ir? – el señor Fox, me saco de mis pensamientos. No sabía que responderle, a lo mejor si le decía que sí, se iba a ofrecer a llevarme y si le decía que no, pues tendría que arreglármelas y dormir en la calle  

 

– No se – y era toda la verdad, si tenía familia no los recordaba, no sabía si vivía en este pueblo o en otro o incluso en otra ciudad.

Robert al escuchar mi respuesta, me miro extrañado y frunció el entrecejo

 

– ¿No sabes? – negué – ¿Entonces que planeas hacer?, ¿dormir en un parque?

 

– Esa es la idea – me encogí de hombros – No recuerdo nada, así como me ve - señale mi bata sucia y ensangrentada –, llegue y salí del bosque

 

– Te tengo una propuesta, si no quieres no aceptes, y te ayudare a buscar otra solución

 

– De acuerdo, lo escucho – dije, aun no sabía si confiar en él, pero no tenía otra opción, a menos que quisiera dormir en la calle

 

– Podrías quedarte a dormir esta noche acá, en mi casa – dijo señalando la casa azul que estaba observando cuando llegamos –, luego en la mañana podemos buscar otra solución

 

Estaba a punto de responderle a Robert, pero unos niños que iban pasando por nuestro lado se me quedaron mirando fijamente, al otro lado de la calle había más casas, y en una de esas había un señor regando las flores de su jardín, pero también nos estaba mirando, esto era muy raro.

 

– Si, está bien – prefería tener un techo sobre mi cabeza y alejarme de todas las miradas que estaba atrayendo

– Muy bien, entonces pasemos, debes de estar muriéndote de hambre – dijo con lo que yo creía era felicidad o tal vez simplemente era mi imaginación – hago un estofado de pollo exquisito, sé que te gustara  

– Si, seguro que si – comente distraídamente, mientras me apuraba a entrar en la casa azul. Otra vez me sentía observada.

 

*******

– ¡NO, NO ME TOQUES!, DEJAME, TE JURO QUE NO LO SE…

 

Cuando abrí los ojos Robert tenía sus manos sobre mis hombros y la preocupación inundaba sus ojos.

 

– ¿Estás bien niña? - pregunto mientras se alejaba y yo me sentaba en el sofá, de nuevo estaba bañada en sudor y me temblaban exageradamente las manos

 

– Si, si estoy bien – me paso un vaso con agua – Gracias.

 

– ¿Segura?, salí a comprar algo para el desayuno y cuando estaba por abrir la puerta te escuché gritar, pensé que alguien había entrado a robar o algo así – no sabía que decirle, ni yo misma entendía que había pasado, no sabía si había sido un recuerdo o un sueño, no lo recordaba

 

– Lo siento si lo asusté señor Fox, solo fue un mal sueño – dije restándole importancia al asunto

 

– Por favor niña, solo dime Robert – me dijo mientras se dirigía a la cocina – ven, vamos a desayunar, ¿te gusta el café? – me encogí de hombros, no lo sabía, pero aroma que salía de la taza me estaba cautivando

 

– Ten – me paso una taza con un líquido oscuro –. Pruébalo, seguro que te gusta. Cuidado está caliente

 

Sople un poco y tome un pequeño sorbo, era amargo, pero estaba delicioso.

 

– Gracias, está muy rico

 

– No tienes que agradecerme, ahora ve y toma una ducha, mientras yo preparo el desayuno

 

– Pero no tengo ropa, y esta bata está a punto de deshacerse

 

– En la habitación junto al baño hay un par de cosas que tal vez te sirvan, úsalas sin ningún problema 

 

******

Cuando estuve medianamente más presentable bajé, hipnotizada por el rico olor que venía de la cocina, cuando entre vi a Robert removiendo algo en unas ollas y en la barra había un par de platos con frutas picadas, zumo de naranja y una canastilla con pan.

 

– Gracias por la ropa Robert, enserio aprecio mucho lo que has hecho por mi

 

– Por Dios niña, casi me matas de un susto – dijo llevándose las manos al corazón – eres muy silenciosa

 

– Lo siento – dije mientras me sentaba y tomaba un poco de zumo de naranja

 

– Tranquila, pero para la próxima, haz algo de ruido – dijo mientras me pasaba un plato con huevos revueltos. Se sentó frente a mí y empezó a comer de su plato

 

– ¿Robert?

 

– ¿Sí?

 

– ¿Aun me vas a ayudar a buscar una solución? – esa preguntaba estaba rondando en mi cabeza mientras me duchaba, no quería causarle más molestias, ya había hecho suficiente por mi

 

– Ahora que lo mencionas, tengo algo que decirte – lo sabía, no iba a ayudarme –. Dices que no puedes ir a la comisaria, así que supongo que tampoco estarás dispuesta a ir a un hospital – negué con la cabeza –, así que las opciones son escasas, no recuerdas nada, por lo tanto, no tenemos por dónde empezar, pero puedes quedarte acá, durante algún tiempo – dijo mientras me observaba fijamente a la espera de mi respuesta

 

– Pero ya me estaría aprovechando de ti Robert, eres muy amable, pero no puedo aceptar



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En el texto hay: misterio, profecias, poderes

Editado: 20.02.2022

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