Hope Williams puede no tener mucho de lo que alguna vez soñó. No tener un trabajo fijo, vivir en un pequeño departamento de una sola habitación, y tener que lavar platos para vivir, no es el sueño de su vida, pero es mediantemente feliz. Tiene a Theo y eso es todo lo que podría pedir.
Dylan Ross, no es exactamente el hombre encantador que comentan en las revistas. Es déspota, avaricioso y sobre todo cruel. Ser el dueño de la mayor Fábrica de chocolates y Bombones no le han endulzado la vida.
—Cree que ser una hombre arrogante y frívolo lo ayudara? — Exclame sintiéndome impotente antes el — Nadie lo querría nunca! — estaba siendo cruel, pero ya no me importaba, él había hecho de mi vida en el último mes un desastre.
—no me importa no ser querido — la tranquilidad con la que hablaba me mortificaba — Mucho menos me importa lo que tenga que decir alguien como usted.
—¿Cómo yo? ¿a qué se refiere? — Mi voz tembló un poco.
—No se confunda. Hablo de como usted en lo insoportablemente positiva y vivaz — Mi corazón se apretujo un poco. ¿Me estaba ofendiendo o me estaba halagando? — Tenerla cerca me perturba, y no quiero sentir lo que sea que siento por usted.
Dos almas que alguna vez estuvieron juntas, se reencuentran y no de la manera en la que ellos alguna vez imaginaron. una promesa no cumplida, Un mal entendido, y el capricho de ver sufrir, pondrá en su contra a la única mujer que alguna vez llego amar sin él ni siquiera saberlo.