Necesitaba hablar de ti, hablar de cosas tan concreta como una mirada, una fría y congelada mirada.
Hablar de la facilidad de captar tu esencia con una vieja cámara, de todas aquellas veces en las que tu mente está en otro lugar y ni siquiera tratas de disimularlo, de la manera que tienes de mirarme.
Quería parar el tiempo y quedarme a vivir en aquel microsegundo donde te vi por primera vez, aunque tú no te percataste de mi presencia. Observarte era la diversión de mis noches, el chico sombrío, que siempre está en la esquina del bar y que nunca tiene la copa vacía.
Quizás no te acuerdes de aquella noche, pero yo era la chica morena, con una mirada tan profunda y azul como el mismo mediterráneo, que luchaba entra la gente para poder captar el momento, donde se te dibujó una sonrisa en tu perfecto rostro.