Falla en el infierno

3.- Los ojos de mi asesino

Bien sabía que el haber torturado, maltratado, haberle hecho sus primeros años un infierno a Adrián Makris era su responsabilidad, pero no al nivel que sea su responsabilidad ser quien provocó el evento que hizo que aquel decidiera entrar a ese camino criminal.

La situación podría ser peor, pero por otra parte haber sido quien provocó esto debería facilitarle evitar cometer ese mismo error. Lo malo es no tener memoria de los eventos que se dieron durante esos seis años.

Dio vueltas intentando pensar qué fue lo que hizo que hiriera tanto a Adrian Makris. Desesperándose hasta el nivel de llevarse ambas manos a la cabeza. Sus ojos se detuvieron en el demonio que sigue acostado en su cama, y no pudo ocultar la sorpresa de ver una expresión en él que no concuerda con la situación.

"¿Por qué parece que esto le emociona más que preocuparle? Me mira como si estuviera en un circo observando a un payaso en plena actuación"

Acaba de hablarte que entre sus recuerdos olvidados estaba el evento que terminó por empujar a Adrián Makris a una vida criminal y sonríe como si le hubiese dado una buena noticia.

—Tú deberías saber qué fue lo que hice —masculló Alexis señalándole.

El demonio se alzó de hombros.

—No se me permite involucrarme a ese nivel —y dicho esto desapareció como si estuviera huyendo.

"Dice que no debe involucrarse entonces ¿Qué hace molestándome? Demonio inservible"

Revisó bien la cama, asegurándose que el íncubo de verdad se había ido, y se lanzó sobre el colchón intentando recordar lo imposible. Solo sabe que Adrián en esta fecha debe estar ya en su casa. Se supone que él llegó a los nueve años a vivir con ellos. Si sus cálculos no están mal eso significa...

"¡Lleva cuatro años sufriendo los maltratos de mi hermano mayor! Ya debe sentir rencor contra nosotros incluso al nivel de ya querer matarnos"

Es una mala noticia, si ese demonio infame planificaba enviarlo al pasado ¿Por qué no lo envió al momento exacto en que Adrián Makris llegó a su familia? Por lo menos se hubiera convertido en su amigo en un principio facilitándole las cosas. Aun cuando ella en estos cuatro años todavía no era parte de ese abuso y maltrato sí lo atacaba con su indiferencia, sus miradas despectivas y fingir no ver el daño que su hermano le hacía. Quiso meterse a la cama y no salir nunca más de ahí.

El desayuno llegó y comió sin hambre pensando en cómo podría abordar a ese mocoso desagradecido, porque a pesar de no haberlo pasado bien con su hermano y ella, por lo menos recibió educación, cama y comida caliente.

Abrió la puerta justo cuando voces en el pasillo la hicieron retroceder y esconderse. Se asomó con cautela y vio a su padre y a otro joven más alto, de corte elegante, pero una actitud siniestra que contrastaba con el hombre mayor.

—Lo dejo en tus manos, como siempre, es muy tímido, pero parece que ha aprendido mucho contigo —indicó el patriarca de la familia.

—Sí, parecía un potro salvaje, pero al final solo necesitaba cariño y paciencia —sonrió el otro.

Aquel otro, no era más que su hermano Saul, y al escucharlo sabe que miente.

En los recuerdos que hay en su cabeza, sabe que aquel golpea y maltrata con una violencia descarada a Adrián desde el primer día que llegó a la casa, atormentándolo hasta evitar que hable de esto a su padre, quien si lo supiera jamás permitiría esa barbarie. Pero ella en ese entonces sí lo sabía y nunca hizo nada ¿Por qué? Simplemente porque no le importaba, un niño pobre más en la familia no era algo que le atrajera su atención y si su hermano se divertía con ese "juguete nuevo" no era asunto de ella.

Saul, en su vida anterior, fue la primera víctima de Adrián, su primer abusador y el primero que murió al ser lanzado y atado a un río de cocodrilos hambrientos.

"Sí, nuestro amiguito tiene formas perversas para vengarse de sus enemigos"

Luego que se fueron Alexis salió de su escondite y caminó rumbo al despacho de su hermano. Si Adrián estaba en un lugar, el único lugar era aquel, ya que pasaba la mayor parte del día ayudando a su hermano a ordenar papeles y documentos.

El despacho esta afuera de la casa, lo suficientemente aislado como para evitar que si alguien es torturado en ese lugar no se pudiera oír sus gritos hacia la casa principal. Saul claramente lo ha elegido por esa razón. Es un lugar con aire acogedor, rodeado de árboles y naturaleza; pero que en dicha pequeña habitación de madera oculta el secreto más infame.

La imagen al entrar fue desoladora, papeles tirados en el piso, en desorden, muebles volcados como si hubiese habido una pelea. Y en el rincón, sentado junto al escritorio, con las piernas flectadas, un muchacho delgado y endeble, aquel intentaba limpiar la sangre de su rostro con un paño sucio. Con los ojos enrojecidos, donde claramente había llorado, se quedó en silencio al notar su presencia. Su cabello negro lo lleva desparramado y sus ojos marrones profundos, que parecen brillar en la oscuridad se detuvieron en los suyos. Aun en su juventud, aun ante el rostro pálido y enrojecido por los golpes, es un muchacho de buen aspecto, atractivo, de finas facciones, si no fuese porque se transformó en un criminal se hubiera transformado en un guapo y próspero empresario de la familia que lo acogió.

"Lástima que terminases torciendo tu camino"

Y a pesar de querer sentirse indiferente ante lo que ve, hay algo que le molesta en su interior ¿Cómo no pudo antes nunca sentir compasión por aquel desgraciado mocoso? ¿O será que ahora al verlo con ojos de adultos se da cuenta cuan desamparado y solo estaba aquel niño? Nunca pensó que alguna vez pudiera sentir la desagradable sensación de culpabilidad en su vida. Sintió ganas de abofetearse así misma para reaccionar. Pero no es el momento, debe cumplir su misión si quiere salvarse del castigo que le espera en el infierno.




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