Falla en el infierno

5.- Cuando todo va mal

Llegar a esa chocolatería era un sueño, la mayor tienda de chocolates de la ciudad. No pudo esconder su emoción, tal vez algo exagerada para la seria y tímida personalidad de su acompañante. Pues ahora siendo una adolescente que no tiene aún en problemas de peso ni de salud por el exceso de azúcar se siente con libertad de comer golosinas sin sentimientos de culpa.

Adrián la siguió en silencio, no compartiendo su misma felicidad. Alexis lo miró de reojo y sonrió hacia sus adentros.

"Hasta el corazón más cruel cae en las redes del dulce y mejor chocolate del mundo, ya verás que bastara con que pruebes un solo chocolate de esta tienda y te olvidaras de convertirte en el futuro en un criminal asesino."

Se rio pensando que con esto ganaba su batalla y se iría al infierno a descansar sin pensar que le fueran a meter clavos por el cul**

—Bien, vamos —dijo a Alexis sin darse cuenta de que volvía a sacar su tono de mando.

Esta tan feliz que no lo notó y aunque Adrián la siguió Alexis no se percató de la palidez de su rostro. A Adrián se le hizo conocido el lugar y de la peor forma. Sudó incomodo y bajó su cabeza sin atreverse a alzar la mirada.

El contraste entre ambos no pasa desapercibido, mientras Alexis chilla y revolotea sin conciencia del ridículo aprovechando su fase adolescente, porque como adulto jamás se estaría comportando así; Adrián más atrás camina taciturno, mirando sus pies y rogando salir pronto de este lugar.

Los ojos de Alexis se abrieron como dos lunas llenas al ver aquel chocolate que forma una canoa rellena de más chocolate, y bañada de chocolate blanco, espolvoreada con pistachos coloreados.

"¡Es el dios de los chocolates! Aunque no debo olvidar que no será para mi sino para Adrián Makris"

Sonrió para contemplar la expresión cohibida de aquel que, al mirarla de inmediato, con timidez alejó su rostro. No hay rastro de rencor como había en sus ojos la primera vez que se encontraron.

"¿Será acaso que se ha dado cuenta de mis buenas intenciones?"

Eso es lo que quisiera, pero realmente está muy lejos de conocer sus razones. Pues el temor dentro del pecho de aquel niño es más poderoso que cualquier otro sentimiento. Y los recuerdos vagos rondan su cabeza.

Hace un año o algo más, el hijo mayor de su tutor, Saúl, lo bajó a patadas del auto dejándolo botado en la calle sin un solo peso en la mano, estuvo deambulando por días hasta que desesperado por el hambre se vio obligado a robar algo de comer, y pensó que aquel enorme local de chocolates podría entender a un niño como él, que no tenía otra forma de sobrevivir. Pero no fue así, cuando fue descubierto recibió tal paliza del dueño y sus guardias que cuando Alexander Vikar, el padre de Alexis, al fin pudo encontrarlo creyó que había sido atropellado. El niño jamás quiso decirle quienes fueron, avergonzado de que descubriera que había intentado robar. Sobre todo, cuando además se dio cuenta que aquel hombre, pensaba dolido, que había sido Adrián quien había huido de la casa y no que su hijo mayor realmente era quien lo había abandonado. Y claro respaldado por su hermano menor, Alexis, no había forma que él pudiera negarlo.

Entrecerró los ojos mirando la espalda de aquel, guardando ese rencor que piensa que nunca olvidara, que lo consume dispuesto a carcomer dolorosamente la vida de esos vil hermanos. De golpe, Alexis se giró hacia él, tan rápido que no pudo ocultar sus deseos de venganza, pero aquel otro enceguecido por las golosinas pareció no darse cuenta.

—Me esperas aquí, vuelvo enseguida —señaló sonriendo alejándose de inmediato.

La verdad es que sí lo notó. Alexis mientras se alejaba arrugó el ceño, preocupada, por unos momentos vio en el pequeño Adrián el mismo rencor asesino de su versión adulta.

"Aun planea vengarse"

Pensó Alexis con amargura colocándose serio, aunque sigue aferrándose a la idea que al recibir ese costoso chocolate de sus manos puede suavizarlo, sino no sabe siquiera como llegar a dulcificar el veneno que guarda dentro de sí.

Compró aquella canoa de chocolate pidiendo que se la decoraran de la forma más bonita, ya quiere ver la expresión de Adrián Makris cuando la vea volver con eso y le diga que es un regalo. Pero los murmullos de voces, la aglomeración que poco a poco se va formando la hizo fijar su atención con curiosidad, aunque luego bufó indiferente para solo enfocarse en su regalo. Pagó y volvió al lado de Adrián para darse cuenta de que no está en el lugar que lo había dejado.

"¿Habrá huido para jamás volver? ¡¿Qué voy a hacer si eso es así?!

¡Estoy condenada!

Seré torturada con..."

—Pobre muchacho, luce muy inocente y puro como para haber hecho lo que lo acusan —habló una mujer que se alejaba de la muchedumbre.

—Le van a dar una tremenda paliza, no quiero ver, vámonos pronto de aquí —musitó la otra apresurando el paso.

"¿Muchacho inocente y puro? ¿Acusado? ¿Una paliza?"

Y se llevó la mano desocupada a la frente, cubriendo incluso los ojos ¿Quién más podría ser que Adrián? Alexis arrugó el ceño apresurando el paso.

"Ay, amigo parece que atraes la mala fortuna"




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