Falla en el infierno

20.- Cercanía inesperada

Alexis ya recuperada pudo volver a su Caudillo, los policías a su cargo la saludaron con cortesía y respeto. Es muy distinto a como era en su vida anterior, cuando le tenían miedo y la aborrecían, pero no se atrevían a ir contra sus órdenes. Hasta ella misma no puede creer que las circunstancias vividas en esta segunda oportunidad, que el peso de la culpa por sus acciones pasadas, que los recuerdos de su maltrato durante la infancia de Adrián en su vida pasada que volvieron luego del accidente, le han hecho entender que tratar mal a quienes están a su alrededor tiene consecuencias.

Apenas entró a su oficina recibido una llamada a su teléfono celular, contestó sin mirar quien la llamaba pues estaba ocupada encendiendo su computadora.

—Tú te enfermas y no eres capaz de hacerme ni una llamada —la reprendieron del otro lado.

Conociendo el tono de voz, sonrió levemente luego de alzar los ojos hacia el cielo. Es Alejandro quien la llama, suele reprenderla como si fuese su hermano menor. Pensar que en su primera vida la odiaba a muerte y ahora, después de su grave accidente, no deja de parecer el hermano mayor sobreprotector que reprende al menor porque se mete siempre en líos. Obviando que es policía y es parte de su trabajo meterse en problemas.

—Lo siento, no pensé que fuera necesario —le respondió con suavidad—. ¿Cómo va el negocio?

Le preguntó con claras intenciones de cambiar el tema.

—Bien —respondió Alejandro con sequedad dándose cuenta de ello—, pasa a la hora de almuerzo por acá, quiero validar tu condición.

—No eres médico —bufó con molestia.

—Soy chef y se mejor que un médico así que te vienes y comes algo caliente, porque según lo que sé solo te alimentas de barras de chocolates y energéticas ¿Quieres que te de un infarto?

—Pero... tengo mucho trabajo...

—No hables más. Te espero acá a las dos en punto, ningún minuto más —y le cortó.

Se quedó mirando el teléfono aun descolocada antes de reírse por la actitud de Alejandro, y entrecerró los ojos agradecida de que siga manteniendo su amistad.

—Dicen que cuando sonríes pareciera que el aire se llenara de pétalos rosas —exclamó una voz detrás suyo. Quiso agregar "¿Será que sonreías así mientras mi padre moría en el hospital?"

Pero decir eso último sería darle una advertencia de las siniestras intenciones que manejaba en su cabeza.

Alexis literalmente dio un salto. Y alzó sus ojos ante aquel imponente hombre, que ha entrado a su oficina sin que lo hubiera sentido. Su mirada fría se concentra solo en ella, por lo que tragó saliva sin salir de su impresión.

—Adri.... Señor Makris —dijo enderezándose y haciendo el saludo correspondiente de llevar su mano derecha hacia su cabeza—. ¿Qué se le ofrece?

Los ojos de Adrián la recorrieron de pies a cabeza mientras se mantiene firme. No ha cambiado demasiado, aunque está más delgado de lo que lo recuerda y su mirada intenta parecer humilde lo que solo le provoca mayor rencor. Tensó su mirada y luego con un ligero desprecio le dio la espalda.

—Solo quería ver tu estado de salud —señaló analizando cada objeto dentro de ese lugar.

Alexis sonrió intentando calmarse, a pesar de su actitud soberbia no presiente intenciones de matarla, eso significa que aún podría existir la posibilidad de cambiar el futuro. Pensó con cautela sus palabras antes de hablar.

—Estoy mejor, agradezco su...

—No me agradezca —la interrumpió con sequedad—. Me extraña que haya sido seleccionado para un cargo tal alto como un caudillo con un daño a su aura de ese nivel. Dígame ¿Acaso se ha ganado el puesto con otros "trabajos extras"?

Alexis alzó ambas cejas sin entenderlo y repitió la última pregunta sin que se le aclarara en su cabeza las intenciones de haberle dicho eso. Adrián, ante esa ingenuidad que considera falsa, impaciente la tomó con brusquedad de la barbilla.

Los ojos claros de Alexis se abrieron de par en par haciendo que sus largas pestaña se agitaran hacia arriba dándole un aspecto tan encantadoramente inocente que Adrián tuvo que contenerse en ese instante ¿Cómo un maldito infame como ese puede alterar su ánimo de esa forma?

—¿Me refiero si has pagado el puesto con favores sexuales? —le susurró al oído— Porque con ese rostro tan delicado y ese cuerpo tan frágil de seguro le has entregado tu agujero a cualquiera que pudiera ayudarte a llegar a este lugar ¿O estoy equivoca...

No terminó sus palabras.

La bofetada que acababa de recibir lo dejó aturdido. Alexis con los ojos cristalizado por las lágrimas contenida se muestra enfurecido, sus largas pestañas tiritan mientras intenta mantener su rostro estático. Sin embargo, las palabras le han herido más allá de lo que ella expresa. No pudo Adrián evitar sentir que había cierta belleza en la expresión de orgullo herido de quien está frente suyo, como un niño malcriado y ofendida por el error de su sirviente.

—Mis habilidades van más allá del manejo de mi aura sagrada, no dependo de ella para cumplir mis tareas. Puede que sí, que mi aura este fragmentada, pero aun así puedo manejar a Runronbi con perfección, puedo pelear mejor que nadie y soy tan sagaz en la investigación como todo el resto de los caudillos —le dijo apretando los dientes—. No me gane este puesto dando ningún favor todo fue a través de esfuerzo y estudio. Y si piensa castigarme por haberlo golpeado no me quedaré callado.

—Golpear a un superior merece castigo —señaló Adrián seriamente.

—Acusar a de tener un puesto por favores sexuales también es condenatorio —le respondió en el mismo tono.

"Oh" dijo Adrián con cinismo.

—Olvidé que mi joven señor es una muestra de honorabilidad, amistad y sinceridad. Disculpe las ofensas de este humilde servidor —e inclinó su cabeza en forma irónica frente a ella.

Alexis se mordió los labios sin agregar nada más, ninguna de esas tres palabras le pareció acorde a su descripción, por un lado, sigue arrastrando la culpabilidad de sus pecados en su vida anterior y por otro, como amigo le falló a él. Sus ojos arrepentidos se alzaron a la oscura mirada de Adrián.




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