Falla en el infierno

21.- Las razones para odiarte

Adrián había salido de la oficina sin decir nada dejando a Alexis con el teléfono en la mano. Aquella hizo una mueca antes de rechinar los dientes con su característico mal carácter que ha tenido contenido luego de toda la culpabilidad que siente de lo que le estaba pasando a Adrián.

"¡No me asustes así, maldito mocoso!"

Señaló con un puño al aire antes de calmarse y dejarse caer en su asiento. Su expresión cansada se quedó detenida en la puerta para luego llevar su mano hacia su frente y masajearse las sienes. La situación es más complicada de lo que pensaba, creyó que al ser ayudada por Adrián con su aura fragmentaba había esperanzas de llegar a su corazón, pero ahora se da cuenta que en realidad la odia.

—Pensé que al fin vendría una escena erótica en esta aburrida historia —el demonio apareció sentado en el escritorio con gesto aburrido.

Alexis tensó su mirada con expresión poco amigable, y chasqueó la lengua con asco.

—No digas estupideces ¿Lo escuchaste? ¡Que yo esté aquí por favores... sexuales! ¡Sigo siendo tan virgen como lo fui en mi primera vida! 

Solo recordar las palabras de Adrián le da escalofríos.

"Yo no soy como tú Adrián Makris que se acuesta con todo el mundo"

Entrecerró los ojos con cierta desilusión ¿Cómo aquel niño tan tierno y dulce se transformó en esa bestia de Adrián Makris? Qué más quisiera que todo volviera a ser antes de ese maldito accidente. 

—Ni siquiera he dado un puto beso en mis dos vidas y cree que voy a escalar en el trabajo de esa forma, crio del demonio... —refunfuñó de mala gana.

La risa del íncubo llenó la estancia ante la expresión desenfocada de Alexis.

—Si fuera por eso tu eres más cría del demonio que él, partiendo que tu primer ascendiente, es hijo directo del rey del inframundo —le dijo pensativo—. Tu árbol genealógico es bastante interesante... 

Alexis bufó con indiferencia, no es el momento para pensar en eso.

—Lo dije en forma literal, porque no puedo creer que él sea un elegido de los cielos...

—Calma, calma, bebe esto —le pasó un vaso con agua con hielo—. Aunque no lo creas muchas veces los elegidos del cielo son peores que los descendientes de inframundo.

Dicho esto, cruzó las piernas de forma coqueta, fijando sus ojos de tono rojo en la mirada de la humana que solo hizo una mueca antes de beberse el vaso de agua.

—En todo caso de que me sirve ser descendiente del rey de infierno si me van a castigar metiéndome clavos, deberían honrarme por mis maldades no castigarme —dijo mascando hielo, molesta, por lo que no fue fácil entender lo que decía.

—Tranquila mini jefa, inhala, exhala, inhala, exhala —el demonio se inclinó a su lado palpándole la cabeza como si fuese una niña pequeña o un perro—. En todo caso ese Adrián Makris no es igual al anterior, este aun no le ve el ojo a la papa*

Dejo de mascar hielo y lo miró confusa.

—Espérate, ¿Me estás diciendo que es virgen? —preguntó desconfiada.

Si ella tiene ahora unos veintiséis años, Adrián debería tener unos veinticuatro.

—¡No puede ser virgen si ya a esta edad era un sexópata nivel superior! —gritó dando un golpe en la mesa.

Y su grito fue escuchado afuera de su oficina donde los subordinados se miraron unos a otros sin entender por qué su jefe diría algo así, fingieron no haber escuchado nada y siguieron en sus labores.

*****************O*****************

El general de la policía en silencio recibió el informe del jefe de la unidad especial. Luce serio, más que en otras ocasiones. A pesar de ser un hombre de edad tiene cierto atractivo, eso no puede negarse.

Adrián lo observa con fijeza, pero se mantiene en silencio mientras lo mira leer toda la información que ha reunido de los caudillos. Presuntamente uno de ellos está informando de los movimientos de la central policiaca a los criminales más buscado y esto ha complicado las últimas redadas.

La mano derecha del general se excusó para salir un momento, y fue la oportunidad que Adrián Makris necesitaba.

—Señor, quisiera preguntarle algo —preguntó con respeto—. ¿Por qué tienen como caudillo a alguien con su aura tan fragmentada?

El hombre mayor lo miró sorprendido antes de dejar los papeles que leía sobre su escritorio.

—¿Lo dices por Alexis Vikar? —y sus ojos se detuvieron en su subordinado antes de sonreír—, si es una desventaja enorme, pero aun así es hábil en la pelea, sabe usar bien su espada, y es muy inteligente. Es un talento prodigioso sea como lo veas, un talento que no lo perdería de vista... jamás.

Se quedó en silencio. Adrián lo miró confuso. 

—¿A usted le gusta la jardinería, joven Makris? —le preguntó de repente el general con una leve sonrisa—. Las personas adoran tener rosas en su jardín, aunque son peligrosas, pero las tienen a su lado no solo por ser bellas. Tomando eso como un ejemplo yo sería el jardinero y Alexis Vikar sería una de mis rosas... 

Notó malicia en la mirada de su jefe, pero simuló no darse cuenta. Es usual en ellos, ha mostrado tanta lealtad en estos años que el general Leandro Bister ya no esconde sus sentimientos impropios hacia la figura del segundo caudillo. Aunque Adrián aún no ha podido interpretar en qué sentido son estos sentimientos. Su superior es heterosexual, casado y dos hijos. Y Alexis es hombre. Por lo que su obsesión solo es por la maldita belleza de ese último. En ocasiones así preferiría que Alexis fuera tan feo como su imbécil hermano mayor, y no tener esos rasgos que suavizan tanto su rostro haciéndolo apetecible hasta para el género masculino.

—Es peligroso tener lejos del alcance a personas como él, quiero que lo sigas vigilando, ten cuidado porque puede sospechar —agrego Leandro colocándose de pie.

—¿Cree que es él quien está traspasando información? —preguntó Adrián ocultando su preocupación.




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