Falla en el infierno

27.- Huir

Alexis no puede creerlo, y sus ojos más que aterrados lucen estupefactos. Los que los rodean acaso ¿No eran los aliados del Adrián Makris de la vida anterior? Los cuatro amantes principales están presentes: Sue Valhen, con su largo cabello largo claro tomado en una sola cola, un traje verde ajustado y su látigo, lista para pelear. Estefanía Fall, al otro lado con su ordenado cabello rizado de tono negro.

Frente a ellos están Marcos Guilder, aquel sádico asesino que le gusta destripar a sus víctimas, y Sebastián Zaste que, aunque luce elegante, como un hombre de alta costura, es igual de enfermo que los otros.

Alexis no pudo evitar mirar a Adrián, pero su expresión la desconcertó aún más. No luce tranquilo por ver a sus súbditos, sino al contrario, esta tensó y molesto. La bajó de sus brazos colocando su mano en la empuñadura de su espada.

—Quédate atrás, no estás en condiciones de pelear —le dijo sacando su espada de su funda, listo para pelear.

"Pero... pero ¿Qué está pasando? ¿Ellos acaso no son sus aliados? ¿Por qué los quiere enfrentar? ¿O es su forma de engañarme?"

Aunque si lo analizaba bien puede ser que Adrián al convertirse en policía jamás se relacionó con ellos, por lo que para este cuarteto de criminales el hombre que está en frente de ellos no es su amado jefe sino un policía más que se metió donde no debía meterse.

"Es mi culpa venir a este lugar, si algo le pasa yo..."

Y colocó su mano en su propia espada Runronbi sin muchas esperanzas, cuando una especie de campanilla cristalina llegó a sus oídos, ese es el ruido que hace la conexión de aura a su arma sagrada.

¿Puede usar su aura aun en sus condiciones? Se pregunta confundida hasta recordar el Ajazo de cuarzo que el demonio le dio antes. Se abre el cuello de la camisa notando que la mitad de la piedra luce un brillo azul

"¿Podría esto significar que se ha 'cargado' a la mitad de su capacidad?"

El ruido de la pelea iniciada la hizo reaccionar, viendo que aquellos cuatro a la vez atacan a Adrián y aunque aquel parece ser quien lleva la pelea es demasiado injusto que sean cuatro contra uno. Así que sin pensarlo más se entromete llevando su espada consigo haciendo retroceder a sus enemigos aún más, mientras Runronbi permanece en el aire lista para atacar apenas su dueño así se lo ordene.

—No deberías meterte —exclamó Adrián entrecerrando los ojos.

—Estoy bien, no te preocupes —le respondió con seriedad.

—No lo digo por eso, no quiero que seas un estorbo —habló Adrián con sequedad para luego dirigirle una fría mirada a sus contrincantes.

Alexis lo miró descolocada.

"Maldito idiota ¿Me está despreciando?"

—Basta solo con Kalesdo y yo para detener a esos infames —agregó apretando los dientes.

"¿kalesdo? Le ha puesto el mismo nombre a su espada que le puso en la vida anterior."

Alexis no pudo evitar sentirse apesadumbrada al escuchar ese nombre. Más cuando el Adrián de antes lo hizo en el momento más alto de su odio y rencor a todos. Kalesdo en el idioma de los primeros semidioses significa algo así como "el mal en tu interior" u "oscuridad" como quieran interpretarlo. ¿Acaso en esta segunda vida le puso ese nombre porque también se sentía ahogado de su resentimiento?

Pero no alcanzaron siguiera a entrar a ese segundo enfrentamiento cuando el aire se hizo más pesado, con un olor a quemado que fuertemente impregno sus narices. Alexis de repente lo recordó.

"¡Veneno paralizante!"

Y sin pensarlo más tomó a Adrián del brazo para correr. Sin embargo, no pudo avanzar con rapidez, aquel ya parece estar afectado por el veneno. Tomó su brazo colocándolo alrededor de su cuello y hombros y con él así salió de la fábrica, intentando avanzar más rápido. Pero no logra hacerlo como quisiera, además son perseguido aun por los ex miembros de la banda criminal del Adrián de la vida anterior.

"¿Cuántos has comido para pesar tanto? Eres solo musculo y huesos, pero pesas como si fueras dos"

Se quejó. El peso es demasiado para una figura como ella, más delgada, sin olvidar las secuelas de un aura fragmentada que le ha impedido entrenar como lo hubiese querido. Apenas logra sostenerse, y el agotamiento se hace evidente, sus oídos zumban, su respiración jadea, y sus ojos empiezan a engañarla, es claro que no pudo evitar el veneno del todo. Solo quiere dejarse caer y dormir. Pero sabe que no debe hacerlo, terminar de rehén de un grupo de criminales es ya despedirse de la vida. Y no puede si aún no lo ha salvado.

Los pasos enemigos se acercan y sus sentidos se agudizan. No puede más, la piedra Ajazo de cuarzo ya ni siquiera despliega un brillo azul, por lo que sabe que no podría enfrentarlos ahora, por intentar protegerse lo más posible del veneno terminó por consumir toda la reserva de aura sagrada de la piedra.

Cada vez más mareada se interna en la maleza detrás de la fábrica, y avanza sin sentido pues su cabeza adormilada no le permite tomar otra decisión.

Pierde el equilibrio y a la vez cierra los ojos perdiendo la conciencia, mientras ambos cuerpos caen por un risco, permitiendo eso, indirectamente que aquellos criminales no pudieran encontrarlos.

 




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