Falla en el infierno

33.- Al limite

Cuando Alexis despertó ya Adrián no estaba a su lado. Alejandro la contemplaba preocupado, pero en cuanto ella abrió sus ojos su expresión se colocó severa. Quiso hacerle un torniquete, sabe que está muy débil así que solo se limitó a entregarle el pastel que le trajo.

—Se que te gustan los dulces así que te traje estos nuevos pasteles que tenemos en nuestro restaurante —le dijo seriamente.

Es claro que está molesto por lo que Alexis lo observa de reojo tanteando la situación.

—Muchas gracias —musitó con humildad, algo no propio de ella.

Alejandro suspiró y sus ojos se movieron en dirección a quien lo mira con culpabilidad.

—¿Por qué te arriesgas de esa forma? —la reprendió cruzando los brazos—. Esta vez casi mueres ¿No tienes cariño a tu propia vida?

Alexis se rio con torpeza. No es que no le tenga cariño, pero le queda tan poco que estando a pasos de descubrir al asesino de su madre, en esta vida, que quería aprovechar lo que le queda. Si no fuera porque su aura esta fragmentada nada de esto hubiera pasado. Pero restaurarla es imposible, solo muriendo y volviendo a vivir.

—Siento que es algo que le debo a una persona especial —señaló sonriendo con tristeza—. No tengo muchos recuerdos de ella, pero en las fotos siempre luce como una persona buena ¿Es justo que la gente buena deba pasarle cosas malas?

"Por lo menos entiendo que ahora estoy pagando todas las cosas malas que hice en mi vida anterior, es aceptable porque no estoy viviendo otra vida sino una oportunidad de la misma"

Alejandro no le respondió, pero suavizó su mirada.

—Bien, no te reprenderé más, come el pastel, si te gusta te traigo más —le dice con una actitud paternal que Alexis agradeció con su alma, y su estómago, la tentación dulce siempre alivia todo—. Ya sabes si necesitas con quien hablar yo estoy en mi restaurante, no lo olvides.

Se colocó de pie mirando su reloj.

—Lamentablemente tendré que irme, vendré más tarde —le dijo.

Alexis se despidió en el momento mismo que venía el doctor entrando. Se puso sería al ver el rostro del doctor Fernández, un anciano de buena altura y expresión serena. Aquel espero con paciencia que Alejandro saliera y apenas la puerta se cerró se acercó a Alexis.

—Vengo a hacerte un control, Alexis, si todo sale bien mañana ya podrías ir a casa —señaló.

Y aunque el doctor luce tranquilo es claro que tiene algo más que decir, pues alzó sus ojos a la joven que esperaba en la cama que iniciara las revisiones.

—Tuviste suerte que justo cuando el capitán Makris te trajo acá estuviera yo de turno —le dijo sin mirarla mientras escuchaba los latidos de su pecho con el estetoscopio—. Si te hubiera atendido otro doctor hubiera descubierto tu secreto, solo por la amistad con tu padre sigo callado, pero mi niña un día tendrás que decir la verdad.

—Aun cuando lo dijera sería a medias, debido a la protección policial debo fingir ser la hija adoptiva de mi padre y no su hija biológica. Pero... tuve una visión —señaló seriamente.

El doctor al escucharla la miró de inmediato.

—Vi a mi madre pidiéndome que ocultara mi identidad como niña, que fingiera siempre ser un niño... no me explicó que significa eso, pero tengo la sensación de que mi decisión de actuar como un hombre es algo más que un capricho propio o una mera consecuencia de lo que viví con la muerte de mi madre —bajó la mirada al decir mordiéndose los labios.

—Deberías decírselo a tu padre —aconsejó el doctor preocupado.

Alexis movió la cabeza a ambos lados sonriendo a la fuerza.

—Papá sufrió mucho con la muerte de mamá, sufrió fingiendo que adoptaba a una niña que era igual a su hija fallecida enterrando un ataúd vacío y que su hija se negara a ser la misma niña de antes. Además, ahora está lidiando con el idiota de mi hermano Saul y con la tonta de su novia. No quiero darle más preocupaciones —agregó con fingido ánimo.

Teme que algo así pueda alterar a su padre, ya que en esta vida él sigue vivo ha procurado evitarle cualquier acontecimiento que lo ponga mal.

—Entonces debes ser más cuidadosa, aunque por la ley de genero la documentación no medica de las personas no llevan definido el sexo de cada uno, el departamento de policía podría darte de baja por este asunto.

El rostro de Alexis se ensombreció, es algo que lo ha pensado antes. Aun cuando hay muchas mujeres trabajando como policías, el rol de los caudillos jamás ha sido entregado a una mujer, podrían acusarla hasta de engañarlos solo por burlarse de las normas internas de la institución.

Suspiró.

—Estas mucho mejor, mañana ya puedes salir de alta —le dijo el doctor.

Esto la animó de inmediato, al fin podría volver a su departamento.

Las cosas en casa estaban tal como las dejó el último día que estuvo ahí. Sacudió su cama y se tiró encima con alivio, el dolor ya es menor, gracias a la cantidad de medicamentos que debe tomar al día.

—¿Y ahora qué? —le dijo el demonio acostado al lado de ella.

—Tú apareces cuando te conviene —refunfuñó Alexis, luego sonrió—. Hoy solo quiero disfrutar la vida, comer dulces y helados, ver televisión hasta tarde y jugar en internet. Además, la información que Fabiola me entregó es muy valiosa, hay varios puntos que no entiendo por qué han dejado de lado. Necesito estar de buen ánimo para hacer una traza de todo esto y...

—Te olvidas de que la oportunidad de revivir tu vida no fue para descubrir al asesino de tu madre, sino para reformar a tu propio asesino —por primera vez el demonio luce bastante molesto.

Alexis bufó sentándose en la cama.

—Bien, bien, lo entiendo, señor demonio —dijo esto con sarcasmo—. Pero si ayudo primero a Adrián, voy a morir y no voy a poder atrapar al asesino de mi madre. En cambio, si descubro al asesinó de mi madre entonces puedo ayudar a Adrián ¿Te parece?




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