Falla en el infierno

40. Una decisión difícil

Bajó la mirada sin querer ahondar en la respuesta del demonio. Claro ha torcido los planes originales cayendo en un destino que no era suyo. No debería tener sentimientos hacia Adrián Makris, no debió acostarse con él, y ni siquiera quedar esperando un hijo suyo. Ha complicado la situación más de lo que debió hacer.

Se colocó de pie y sus piernas tambalearon, el encuentro nocturno no fue algo tan suave a pesar de su condición.

"Maldito crio ¿Te olvidas que estoy en condición delicada?"

Suspiró, aunque reconoce que tampoco lo detuvo y se dejo llevar. Refunfuñó luego de un momento y dio algunos pasos con torpeza. El demonio que la acompaña solo la mira preocupada, de reojo notando como el broche que le dieron las gemelas endemoniadas luce opaco, es claro que el aura de Alexis es cada vez más débil.

Justo en ese momento la puerta se abrió. Y Adrián apenas vio a Alexis fuera de la cama, dejó las bolsas de compras en el suelo para acercarse y alzarla entre sus brazos.

—No te levantes, sigues estando débil —dijo en un tono tan preocupado que Alexis no pudo evitar que sus mejillas se sonrojaran. Desvió la mirada confundida, no es propio de ella sentirse débil ni protegida.

—Solo quería ir por un poco de agua —respondió mientras Adrián la subía a la cama y le tocaba la frente comprobando su temperatura, al notarlo sostuvo su mano sonriendo avergonzada—, tranquilo, hombre, no tengo fiebre y...

Y Adrián junto su frente con la suya. Al tenerlo tan cerca sintió que su corazón se agitaba, y el calor que se subió a su cabeza la atolondró. Nunca en su vida anterior hubiese imaginado tener a su enemigo así de cerca ni menos que él se preocupara tanto por ella. No pudo evitar no sentirse culpable, porque de que él la buscará y la matara antes fue porque ella lo hizo odiarla al darle una vida miserable de abusos y maltrato en su infancia, además que mató a su padre al atropellarlo borracha.

—Lo siento mucho —musitó sin darse cuenta.

Adrián abrió los ojos con sorpresa, mas cuando la expresión dolida de Alexis parece mostrar una sinceridad que no se esperaba, parece en serio arrepentida. Pero... no es tan fácil.

Apretó los dientes desviando su mirada. No se lo perdonara tan fácil, aun así por ahora es la madre de su futuro hijo y piensa cuidarla todo el tiempo que sea necesario. Sin embargo hay algo que le preocupa aun más, el aura de Alexis se va debilitando más y más. Podría convertirse en un mortal cualquiera pero para personas como ellos, los akunis, perder su aura es casi pisarle los talones a la muerte.

Pensaba decirle algo pero se dio cuenta que Alexis tiene los ojos cerrados como si estuviera dormida. Se sentó en la cama sin saber que hacer y le sostuvo sus manos.

—No te puedes morir, me debes tu vida —señaló sin evitar que sus manos temblaran.

Hubo momentos que la odió por su traición pero nunca pensó siquiera que muriera...

—Si quieres que te perdone, vive por mi, por nuestro hijo, envejece a mi lado —habló en tono de suplica sin abrir los ojos.

Y el demonio que estaba más atrás solo la miró con compasión. ¿Cuan cruel puede ser el destino de un descendiente del infierno y un enviado del cielo al enamorarse? Esto no es visto de buena forma por los dioses celestiales y tal vez ello sea la causa del mayor sufrimiento que Alexis tiene que estar cargando en esta segunda vida. Ese bebé no nacerá porque es una abominación. 

Adrián se recostó a su lado y la abrazo con fuerzas, dándose cuenta que la vida de Alexis cada día se le va escapando de sus manos.

Alexis despertó sintiendo mejor, el suave aroma de la comida llega a sus narices. Es tan suave que ni siquiera despierta las nauseas con las que ha tenido que lidiar en su nuevo estado, por lo que intenta bajar de la cama e ir a mirar de donde proviene ese rico aroma.

—No te levantes —dijo Adrián apareciendo en la habitación—, en cuanto la comida este lista te traeré un plato.

—Gracias —musitó bajando la mirada, es extraño sentirse cuidada de una forma como solo lo hacía su padre.

Se recostó mirando confusa el paisaje de la ventana cuyas cortinas están ahora abiertas. Cerró los ojos un momento y con cierta timidez colocó su mano en su vientre comenzando a tener conciencia que dentro de sí hay una vida más. Suspiró.

—Aquí esta la comida —dijo Adrián acercándose con una bandeja—. Intenta comer algo.

Dicho esto levantó la cuchara en su dirección. Alexis abrió los ojos, avergonzada, esta intentando darle de comer. Tomó la cuchara nerviosa y Adrián solo tensó su rostro.

—Puedo comer por mi misma... gracias...

Desvió la mirada evitando el contacto visual. Y comió con torpeza sintiendo la fija mirada de Adrián sobre ella. Ni siquiera puede intuir que podría estar pensando. Lo contempla de reojo y su semblante es tan rígido que no sabe ni que pensar. Se siente como si fuera un detenido frente al guardia que lo mantiene vigilado.

—No es necesario que te quedes mirándome comer —musitó un poco ofendida por esa excesiva vigilancia.

Adrián bufó antes de acercarse y limpiarle la boca con una servilleta.

—No te acostumbres, solo es por el periodo mientras estés embarazada, lo hago por mi hijo y...

—Entiendo —lo interrumpió Alexis con sarcasmo—, soy solo el envase que carga al bebé.

Adrián se colocó de pie, ofendido.

—Nunca dije eso, pero no te voy a obligar a seguir conmigo sino quieres —dicho esto arrugó el ceño.

Alexis titubeó.

—¿Eso quiere decir que estas dispuesto a vivir conmigo? —sintió que el calor se le subió a la cabeza—. Como...

"¿Parejas?" no fue capaz de finalizar sus palabras. Esto es tan extraño. Esta en una situación que jamás se imagino estar. Enamorarse es algo tan lejano a su primera vida. Tragó saliva.

—¿Me has perdonado? —preguntó mirándolo de reojo.

No supo en que segundo se encontró en la cama con Adrián sosteniéndole una muñeca con demasiada fuerza.




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