Falla en el infierno

44.- Una inusual propuesta

Sin embargo, Alexis no se esperaba que Adrián no estaba dispuesto a rendirse pese a sus palabras. Y por ello no reaccionó cuando aquel la tomó de la muñeca haciéndola volver sus pasos y quedando atrapada entre sus brazos.

La mujer abrió los ojos aun sin salir de su sorpresa cuando sintió el calor de aquel cuerpo que se aferró al suyo ¿No es acaso el mismo hombre que le dijo aquellas palabras tan hirientes hace unos momentos antes y que ahora la abraza como si no quisiera dejarla ir?

La cordura vino a su cabeza y se zafó de los brazos de Adrián empujándolo y alejándose de él. Alexis miró preocupada a su alrededor para que nadie se diera cuenta de lo que acababa de hacer. Pero su por su rostro enrojecido que es poco probable que pase desapercibido.

—¿Qué estas pensando? —señaló Alexis tensando su rostro.

—Estoy pensando que no te dejaré ir —respondió de inmediato—, aunque una y otra vez trates de hacerlo no te dejaré.

Se quedó mirándolo con una mueca, y el demonio la contempló con la misma expresión.

—Así que no sigas llorando, no te dejaré sola —señaló pasando sus pulgares por debajo de sus ojos.

—No estoy llorando, es solo sueño —musitó quitando su mano.

Alexis no supo si sonreír con sarcasmo o no. Aunque por un lado entiende que lo mejor es alejarse no puede negar que su orgullo está herido, no solo dijo esas palabras que entre los dos no había nada más y que ella solo era el envase que cargaba con su hijo, sino además ni siquiera fue a ver su estado de salud cuando estuvo inconsciente en esa camilla.

Solo que ella no sabía que eso era una mentira de Erik. No solo fue Adrián quien la llevó a la enfermería, veló a su lado y la cuidó hasta que se dio cuenta que iba a despertar y prefirió irse. No se sentía capaz de mirarla a la cara luego de lo que pasó. 

—Dijiste que tú y yo no somos nada más que dos compañeros de trabajo —reclamó aun ofendida.

—Tú dijiste que solo fui una diversión pasajera —respondió cruzando los brazos y contemplándola fijamente.

Se quedó en silencio, no supo que decir sobre eso. Adrián sonrió victorioso por un momento para luego suspirar y poner su mano sobre la cabeza de Alexis de forma cariñosa. Sabe que ese rencor por las mentiras de Alexis sigue siempre ahí, y se dispara ante cualquier momento que sospecha que ella le vuelve a mentir.

—Pero sí, tienes razón, me deje llevar por el rencor —señaló suavizando su voz, además ocultando su dolor, porque la imagen de Alexis agonizando frente suyo sigue aun fresca en su cabeza—. Siento haberte hecho sentir mal.

Alexis se quedó en silencio, conteniéndose, la verdad es que sus palabras la han conmovido, detrás de toda esa apariencia de hombre frio y sin corazón sigue estando ese niño dulce y amable de antes. Quiso hablar pero su voz no salió de su garganta. Luego tragó saliva.

—Yo... igual... lo siento, solo dije eso porque no quería que te metieras en problemas por eso —respondió sin mirarlo.

—¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó Adrián confundido por la inusual actitud de Alexis.

—Como te lo dije antes, esto puede ser perjudicial no solo para tu carrera —inquirió aquella arrugando el ceño—. Nos pueden ver ¿Qué crees que van a pensar de nosotros?

Adrián la miró por unos segundos con un semblante tan serio que hizo que Alexis tragará saliva ¿Se habrá molestado? Bufó desviando la mirada, pero en ese momento Adrián la tomó de la barbilla y se vio obligada a mirarlo a los ojos.

—¿Eso te asusta? Las relaciones homosexuales desde hace años son vistas con normalidad, no estamos en el siglo XX para que las vean mal —se acercó a su oído—, aunque ambos sabemos que eres mujer.

Alexis entrecerró los ojos, molesta.

—No es por eso, sino que todos sepan que el capitán Makris tiene una relación con el Caudillo segundo y...

Se mordió los labios y ese gesto se le hizo tan apetecible a Adrián que le costó contenerse por no querer apoderarse otra vez de esos labios y morderlos con más pasión.

—¿y? —preguntó al notar que Alexis no continuaba, incluso su rostro se enrojecía.

—Al ser yo más pequeño... van a asumir que soy el pasivo...

Escuchar eso no hizo más que Adrián estallará en carcajadas ante la incomodidad de Alexis de sentirse ser el foco de su burla. Pero antes de que aquella reclamara Adrián le sonrió con ternura, eso provocó que una fuerte cosquilla atacará el vientre de Alexis, no lo veía sonreír de esa forma desde que era un niño. Los ojos entrecerrados, el brillo en su mirada, una sonrisa suave y el leve sonrojo de sus mejillas. No supo que pensar ante esa expresión que nadie se hubiera imaginado del frio y rígido capitán de las fuerzas especiales.

—Tan dulce e inocente... —musitó Adrián acariciándole la mejilla.

Y eso provocó que Alexis sintiera que le estallará la cabeza, sí, tal vez una reacción sobre exagerada, pero ver que el hombre que hace solo unos momentos pensó que la odiaba ahora le habla con ese cariño y esa expresión, la desconcierta. Y aun sin salir de esa sorpresa, Adrián la envolvió con un fuerte abrazo como si no quisiera dejarla ir. No pudo ver la expresión de desaliento en el rostro del capitán Makris que aun sigue pensando en esa imagen horrible que vino a su mente. No quiere traicionar el recuerdo de su padre olvidándose de lo que Alexis le hizo, pero tampoco quiere que su odio termine por provocar que la pierda para siempre. La quiere, la desea, la necesita, pero ese ardor en su pecho que no lo deja en paz exige justicia por la muerte de su padre. Se siente confundido, pero en este momento pesa más su ansiedad por tenerla a su lado.

Por ello apenas la liberó de su abrazo tomó su mano con fuerzas llevándola por el pasillo. Alexis pestañeó confundida y luego reaccionando intentó detenerlo.

—Suéltame, nos verán de la mano y pensarán que...

—Sí, eso quiero que piensen —habló con firmeza.




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