Falla en el infierno

47. Caída oscura

Alexis miró el calendario, dos meses, es todo el plazo que le queda y eso la inquieta. Si ya hubiese cumplido su misión no estaría en ese lugar, pero tampoco se atreve a dar un paso para avanzar en ese tema porque no puede morir antes de que su hijo logre nacer. Se aferra a la idea que Adrián al convertirse en padre no se convertirá en el villano cruel que era antes.

Tosió con fuerzas y escupió sangre, aun a pesar de la ayuda que ha recibido la situación sigue siendo preocupante. Se contempló en el espejo notando su palidez y sus ojeras que lucen cada día más marcadas.

En eso alguien la estrechó por la espalda y vio el rostro de Adrián que la contempla preocupado. Alexis solo le queda sonreír para quitarle la gravedad de la situación, a veces se siente culpable por no decirle que va a morir en un poco tiempo más, pero teme que eso provoqué más problemas.

—Deberías quedarte en casa —le dijo preocupado acariciándole la mejilla.

El calor se subió a la cabeza de Alexis ante esa caricia, últimamente la trata cada vez más de esa forma, es como si aun cuando ella intenta ocultar todo lo que pasa él no puede evitar darse cuenta de su situación.

—Estoy bien, tengo trabajo aun en la oficina —masculló tomando su mano con suavidad para alejarla de su rostro, su contacto la coloca muy nerviosa.

Adrián la miró con atención antes de volver a tomar su mejilla y unir sus labios a los suyos. Ante la tibia humedad Alexis abrió los ojos sorprendida, no es porque él no la haya besado otras veces, sino que cada vez que la besa las cosquillas en su vientre se hacen cada vez más fuertes. Más cuando desliza su lengua dentro de su boca y saborea su interior con una contenida lujuria. Las mejillas de Alexis se sonrojan y su expresión luego del beso es casi como si le suplicara que quisiera más.

Adrián no pudo evitar al ver esa mirada, los ojos entrecerrados, las mejillas sonrojadas, la respiración agitada, tomarla entre sus brazos y llevarla a la cama.

—¿Qué haces? —dijo Alexis colocando sus manos en el pecho de Adrián cuando este se subió arriba de ella.

El capitán Makris tomó las manos que sostenían su pecho y las llevó sobre la cabeza de Alexis aferrándolas contra la almohada impidiéndole salir de esa situación.

—Solo quiero hacerte sentir bien —le susurró al oído antes de darle una suave mordida y luego pasar su lengua como si quisiera sanarla—, seré cuidadoso, en tu estado no puedes agitarte mucho.

—Siempre dices eso... —se quejó Alexis cerrando sus ojos al sentir como besaba su cuello dejando impregnada su humedad en toda la piel.

—Tu provocas que termine haciendo más de lo que planeo —susurró con malicia.

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Bajó de la cama y sus piernas apenas lograron sostenerla, tuvo que afirmarse en el colchón mientras maldice la efusividad de su pareja. Se sobó la cadera y suspiró, él dice contenerse por su estado ¿Qué significa eso? ¿Qué sino se contuviera la mandaría al cielo a tocar el arpa con los ángeles de la lujuria?

—Me duele, maldito crio —masculló antes de volver a caer en la cama de cabeza.

Si supiera que lo había hecho intencional para que no tuviera la fuerza suficiente para ir a trabajar maldeciría aún más.

—Esta vez si que te dio bien duro —agregó el demonio a su lado.

—¿Qué? ¿Estuviste viendo todo? —Alexis se espantó y se sonrojó tanto que hundió su rostro en el colchón avergonzada de que eso hubiera sido así.

—No, no fue así —le dijo acariciándole la espalda—, me fui a la otra habitación, pero sus gemidos se escuchaban hasta ese lugar...

Si sus intenciones eran hacerla sentirse mejor, el efecto fue lo contrario, se avergonzó de solo recordarlo.

"¿Quién iba a pensar que un día, yo, Alexis Vikar, iba a terminar en la cama batallando con el dolor de espalda luego de hacer el amor con el mismo hombre que antes me odiaba tanto para matarme? Si mi yo anterior supiera esto se hubiera atravesado el corazón con su espada..."

Sonrió con ironía.

"De todas formas esto no esta tan mal... "

Su teléfono sonó y lo contempló de reojo. Es Adrián quien la llama. Bufó antes de contestar.

—¿Llamas para saber si aun sigo viva? —respondió.

No hubo respuesta, no pudo evitar arrugar el ceño ¿Será que se ha molestado por sus palabras?

—Quédate en casa, hoy y mañana, descansa, no vengas a la oficina. Te llevaré algo rico, nos vemos —y luego de eso cortó sin esperar su despedida.

Esto es sospechoso, le dio la sensación de que algo oculta, por ello se vistió con su ropa de policía y fue directo a su despacho para hablar con Francisca y pueda ayudarle a averiguar que podría estar pasando. ¿Será algo relacionado al asesino Alas de ángel?

—Buenos días —saludó apenas llegó al departamento de policía.

—Caudillo —dijo Francisca, su mano derecha, tomándolo de ambos hombros, se ve visiblemente afectada y eso la confunde aun más—, a mi no me importa si es hombre o mujer, siempre será mi jefe y mi caudillo, siempre le seré fiel, ante todo.

Alexis la contempló descolocada sin entender nada. Pensaba preguntarle cuando la presencia del Caudillo quinto la hizo reaccionar, su aura es tan agresiva que Alexis se vio obligada a colocar su mano en la empuñadura de su espada.

—Aquí tenemos a la mentirosa que asumió un cargo sin cumplir con uno de los requisitos principales, ser hombre —dijo con sarcasmo y escuchar eso paralizó el cuerpo de Alexis, giró su mirada alrededor notando la hostilidad de quienes la rodeaban, solo su grupo parecía desconcertado, algunos incluso decepcionados.

Esto no podía estar pasando, en su vida anterior nunca se descubrió que era mujer, hasta el mismo Adrián la mató creyendo siempre que su enemigo era un hombre ¿Por qué a solo meses de morir tenía que pasar esto?

—Deberían encerrarte en la prisión por mentir —dijo Esteban antes de darle un empujón que la botó al suelo.




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