Falla en el infierno

49. Una pieza de ajedrez

—¿Duermes? —le preguntó el demonio sentándose en la cama.

Alexis movió la cabeza a ambos lados y entrecerró los ojos sin ánimos de nada.

—Que seas hombre o mujer no cambia nada de quien eres tú —le musitó acariciándole el cabello.

—Tengo miedo de ser yo —exclamó—, me siento tan frágil...

El demonio la contempló con tristeza. Pero se colocó de pie.

—¿Frágil? Yo creo que cualquier otro podría decir eso, menos tú, Alexis Vikar —sonrió buscando animarla—. ¿Quién viviría su vida por segunda vez para salvar al hombre que la mató? ¿Quién terminaría hasta embarazada y a punto de traer a la vida a una criaturita que no existía en la línea temporal primaria? De seguro hasta los seres celestiales deben estar revolcándose desesperados por lo que has hecho.

Alexis lo miró fijamente y luego desvió su mirada.

—Cualquiera hubiera revivido su vida si le dicen que le van a meter clavos por la retaguardia —musitó de mala gana.

Asterus se echó a reír ante la expresión descolocada de Alexis.

—Pues yo hubiera preferido que me metieran algo por detrás en vez de tener que revivir una vida completa.

—Tu eres un demonio libidinoso, eso no cuenta —se quejó Alexis en modo infantil y contuvo su sonrisa al decirlo.

Aquel se sentó en la cama tomándola efusivamente de ambas manos.

—Libidinoso y todo estoy aquí contigo, tal vez no sea gran ayuda, pero siempre estaré haciéndote barra, gritaré tu nombre, golpearé un tambor, y cuando te toque cruzar al otro lado yo estaré también ahí acompañándote. No debes temer... ¡Pero ¿Por qué lloras? ¿No te gustó lo que dije?!

Alexis sonrió restregándose los ojos, y movió la cabeza a ambos lados.

—No, bobo, es que dices cosas tan lindas... —y lo abrazó con fuerzas.

—Se supone que los demonios no deberíamos decir cosas lindas —dice pensativo.

En eso la puerta hizo ruido y ambos se separaron atento a los sonidos de pasos que se acercaban. Adrián entró a la habitación con una caja con las cosas de Alexis. Al notar que esta despierta dejó la caja a un lado sentándose en la caja y acariciándole la mejilla con tal suavidad y cariño que Alexis nerviosa sonrió desviando la mirada. Aun le es extraño creer que es novia de Adrián y contempla sus manos que se mueven una sobre la otra sin controlarse.

—¿Estas bien? Fui por tus cosas a la oficina —señaló preocupado sin dejar de acariciarle la mejilla.

Con timidez los ojos de Alexis volvieron a los suyos.

—Muchas gracias —le dijo con sinceridad.

Adrián se quedó paralizado ante estas palabras, hay tal humildad en ellas, tal expresión de agradecimiento en Alexis que no pudo evitar abrazarla con fuerzas, sosteniéndola con cuidado como si de pronto tuviera temor de perderla.

—No te preocupes, pase lo que pase estaremos juntos —le dijo conmovido.

Alexis movió la cabeza en forma afirmativa para luego apoyarse en su pecho y cerrar los ojos.

****************O*****************

Esteban avanza por los pasillos del departamento de policías con una sonrisa satisfactoria, al fin le dio su merecido al engreído caudillo segundo. Si solo el tal capitán Makris y los otros dos caudillos, Liu y Felipe, no se hubieran entrometido las cosas hubieran sido mejor. Por lo menos al saber que Alexis Vikar ha sido suspendido es la mejor noticia que podía esperar.

—Ha sido el mejor trabajo que has hecho —indicó sonriendo a su mano derecha.

Camilo titubeó. Es primera vez que el quinto caudillo lo alaba, pero no es algo por lo cual se sienta orgulloso. Dar un golpe por la retaguardia a un propio compañero policía, va contra todo lo que le enseñaron antes de entrar al departamento.

No alcanzaron a llegar a la zona del caudillo quinto cuando en su camino apareció Liu Zang cortándoles el camino. Apoyado en la pared con los brazos cruzados luce tan serio que atemoriza. Esteban chasqueó la lengua impaciente.

—Si vienes por venganza no lo podrás hacer, no se verá bien que el tercer caudillo haya golpeado a otro por rebelar un secreto escondido en bienestar del departamento de policías —masculló sonriendo seguro de sus palabras.

Liu no habló.

—¿Por el bienestar del departamento? —apareció en escena el caudillo sexto sonriendo con suavidad, con una expresión infantil que concuerda con su menor tamaño en comparación al resto—, yo no sabía que por el bienestar del equipo había que cometer esa deslealtad con uno de nuestros compañeros ¿No es así, Octavio?

—Eso es traición, aquí y en la quebrada del ají —sigue el más alto y fortachón de los caudillos avanzando de forma amenazante hacia Esteban—, en mi país eso se castiga con golpes...

—Calma —dice Felipe, el primer caudillo, deteniendo a Octavio con suavidad—, no es necesario llegar a eso.

Esteban sonrió al escuchar al principal caudillo, a pesar de la seria expresión de Felipe Luzoro.

—Al fin alguien cuerdo —señaló con gesto burlón hacia los otros tres caudillos que lo observan con atención y expresiones nada amigables.

—... pero todo lo que Alexis sufra por tu culpa te lo haremos pagar triplicado —agregó Felipe endureciendo su mirada.

La sonrisa de Esteban se borró en el acto.

—Solo falta el cuarto de nosotros —dijo Daniel entrecerrando sus ojos marrones—, ya saben que generalmente trabaja en el extranjero, pero él manda a decir "Cuando lo vea le haré ver como mi familia acaba con los traidores" ya lo sabes, su familia por muchos años fue parte de la mafia.

Dicho esto, sonrió, amenazante.

—Somos siete caudillos, las cabezas principales del departamento de la policía —habló Liu sin mirarlo—. Velamos por la seguridad del país, pero además somos leales entre nosotros, no apuñalamos por la espalda a un compañero solo por quitarlo del camino ¿Crees que no sabemos cuánto tiempo has ambicionado el lugar de Alexis? Siempre despreciando tu propio caudillo...




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