Falla en el infierno

52. Las últimas siete horas

Desparramaron tanta agua sobre su cabeza que al abrir los ojos tosió ahogada. Se dio cuenta que se encuentra en una bodega oscura. El lugar no parece estar abandonado, a pesar de que no hay mucha visibilidad, pero si lo suficientemente cerrada para no distinguir si en el exterior es de día o de noche. Volvió a toser y quiso enderezarse, pero sus manos están atadas a cadenas que cuelgan del techo. La sostienen en la posición de rodillas en que está en este momento.

Observó a las dos sombras frente a ella y entrecerró los ojos, desafiante a pesar de su difícil situación.

—¿Cómo esta la situación? —preguntó al demonio.

A pesar de que no logra verlo siente su presencia cercana. Aquel hizo una mueca, preocupado antes de acercarse.

—El quinto caudillo —masculló y ante sus palabras Alexis bufó.

No era sorpresa pensar que algún día ese tipo sería capaz de una infamia como esa.

—El otro no logro descubrirlo... —agregó Asterus endureciendo su voz—, hay una mezcla de almas dolientes gimiendo a su alrededor por lo que no puedo definir quién es...

El demonio luce demasiado serio e incluso por momentos parece sentirse intimidado por el desconocido. Ya una vez le contó que solo los asesinos seriales cargaban con almas dolientes a su alrededor y por eso Alexis arrugó el ceño deteniéndose en la sombra más alta.

—Al fin has abierto los ojos —pero aquella voz se le hizo conocido.

Al azar su mirada, antes de poder decir algo, sintió unas frías manos aferrándose a su barbilla, y al abrir los ojos se encontró de frente con el general de la policía. La sorpresa, la infame sorpresa se dibujó en el rostro de la joven policía, nunca se hubiera esperado algo como eso. Se supone que el general es la figura máxima de respeto del departamento de policías ¿Por qué razón la secuestraria y encerraría en este lugar?

—Lo siento —dijo el hombre mayor sonriendo y alejando sus frías manos de su rostro—, no debe ser agradable que un hombre mayor se acerque a tanto a ti.

Alexis solo tensó su rostro sin responderle, notando como la sonrisa sarcástica del general y los ojos llenos de maligna vileza se detenían en ella.

—¿Te gustan los hombres más jóvenes? —preguntó el general recordando la cercanía que tenía el caudillo segundo con el capitán Makris.

Chasqueó la lengua al pensar en eso, y sin esperar respuesta de Alexis, su cuerpo comenzó a mutar. La transformación es tan grotesca que incluso Esteban, desvió la mirada. El cuerpo del general se deforma como una plastilina para luego volver a tomar forma y volverse a deformar, ruidos guturales extraño salen de aquella masa sin forma.

Alexis quedó anonadada por lo que estaba viendo, el viejo hombre, el general Leandro Blister, ante sus ojos se transformó en su hijo Eric Blister ¿Qué significa esto? ¿Será esto real o solo está soñando?

Eric se rascó su rojiza cabellera como si se sintiera avergonzado por la fija atención de Alexis, además luce incomodo con la ropa del general que le queda más grande ante su cuerpo más esbelto y juvenil.

Alexis no se fía en la sonrisa del pelirrojo, sabe que todo esto no es más que una actuación, porque la sonrisa espeluznante del viejo sigue presente en el joven.

—Lo siento, Caudillo segundo —dijo inclinándose frente a ella con gesto divertido—, no quise mentirle, pero usted también me ofendió, me mintió, me hubiera dicho que era una chica y todo hubiera sido distinto.

La agarró del mentón con tal fuerza que Alexis hizo un gesto de dolor. Eric sonrió satisfecho.

—Ha sido tanto el tiempo que he querido hacer esto —y dicha aquellas palabras la tomó de la nuca acercándola a si y besándola a la fuerza.

Esto enmudeció a la joven mujer, se esperaba cualquier cosa, un golpe, tortura o cualquier cosa pero jamás ser forzada a besar a alguien, más cuando a la fuerza metió su lengua y aquello solo le revolvió el estómago. Lo mordió a la vez que las lágrimas de impotencia brotaban por sus ojos. La sangre llenó su boca y Eric tuvo que soltarla notando que es la suya. Hasta ahora el único que la había besado en todas sus dos vidas solo había sido Adrián en esta última, pero sus besos eran distintos, no se sentía impotente ni sucia como ahora. Sus dientes rechinaron y su mirada luce más agresiva.

Eric sorprendido retrocedió mientras Alexis lo contempla como si quisiera matarlo. El pelirrojo se pasó la lengua por los labios, luce satisfecho, el beso le gustó más de lo que se imaginaba, tan delicioso y cálido, y una lengua tan suave, a pesar de la mordida estaba dispuesto a recibirlas con tan solo de volver a sentir esa sensación de posesión sobre Alexis, comenzó a reírse no solo ante la sorpresa de la mujer sino además ante la del quinto caudillo, Esteban, que tampoco parecía entender su reacción.

—Vaya, esto será más divertido que lo que fue jugar con tu madre... —dijo riéndose.

Los ojos de Alexis se abrieron de par en par al escucharlo decir esas palabras ¿Acaba de escucharlo bien?

—¿No me recuerdas? —y ante estas palabras su cuerpo volvió a mutar tomando la apariencia de un Eric más maduro—. Soy Fabián Blister, el hijo mayor del general Leandro y hermano de Eric, pero tú, mi Alex debes conocerme más como "el asesino alas de ángel". Tú eliges, ¿Serás mía por las buenas o por las malas?

Alexis no respondió, el terror de los recuerdos de su infancia se apoderó de su cabeza al ver el rostro de ese tipo, y darse cuenta de que fue testigo del asesinato de su madre en manos de este enfermo. Su corazón se agitó sobrecogido del horror. Su hasta ahora apariencia desafiante tornó a un miedo paralizante.

El demonio que se quedó esperando sus palabras se giró preocupado ante su silencio notando la expresión de Alexis que parece tan aterrada que no es capaz de mover un musculo.

—¿Cuánto me queda de vida? —preguntó a Asterus temblando.

—Debería aun ser un mes —musitó el demonio tensando su cuerpo, pero se detuvo de golpe como si algo viniera a su mente y luego de giró descolocado hacia Alexis—, acaba... acaba de cambiar...




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