Falsa emperatriz

Día de lluvia

Las gotas de lluvia golpeaban la ventana, el clima frío tenía a todo el palacio con abrigos, la emperatriz Alysa Edevane una mujer admirada y amada por muchos, una mujer que ante todos los lujos que tenía, no era muy feliz, perdió en su vientre al heredero de la corona por el estrés que probado con ciertos asuntos, su marido el emperador Bennett no estuvo ahí para cuidarla, estaba en otro lugar del imperio, conversando sobre los temas políticos, y aún así, después de tanto tiempo aún no regresa y eso entristeció más a la emperatriz.

Entraron bruscamente a su habitación, casi tumbando la puerta, era Catalina una de sus damas de compañía que tenía una sonrisa en sus labios.

—Su majestad, excelentes noticias, el emperador Bennett ha regresado —Dijo alegremente

Alysa sonrió y salió a ver a su marido, Catalina detrás de ella tratando de alcanzarla, pero era más rápida que ella.

—Majestad por favor debería caminar un poco más lento —Catalina la tomó del hombro y la tranquilizo

—De acuerdo, pero sabes hace cuanto no veo a mi esposo, estoy emocionada —Estaba tan feliz por volver a ver a su esposo, que no se esperó con quien llegaría.

Caminaron un poco más y vieron al emperador con una chica en sus brazos, inconsciente, su piel blanca estaba pálida. Alysa al verlo con la mujer se detuvo y puso su mano en su pecho.

«¿Quién es ella? porque él la carga de una manera tan familiar en sus brazos»

Alysa se acercó más a él y Bennett parecía ignorarla, ya que la miró y luego se giró a ver a otra parte, pero estando frente a ella ya no podía hacer nada.

—Su majestad, bienvenido a casa —Le dijo, una bienvenida algo fría

—Emperatriz —La miró con frialdad

Alysa no entendía por qué el cambio tan repentino de su esposo ahora él se comportaba de una manera tan fría con ella, que no parecía que estuviera hablando con su esposa, sino más bien con una conocida.

—Sí me disculpa —Paso a un lado de ella

Catalina que presenciaba la escena sintió casi lo mismo que la emperatriz en ese momento, un vacío en su ser el cual nunca se imaginaron sentirlo.

—Majestad —Tomó el hombro de Alysa al hablar

—No pasa nada, vamos te invito un té —Dijo con una sonrisa cuando por dentro se sentía vacía por aquella muestra tan fría de Bennett

Estando en la habitación, Alysa pidió té y algunos aperitivos, mandó a llamar algunas de sus damas para que la acompañaran, y también a algunas nobles, como eran las hijas de unos duques que estaban de visita en el imperio.

Cuando todas estaban en lugar empezaron a conversar tranquilamente.

—Majestad, podría darnos algunos consejos de mujer —Dijo una pequeña duquesa

—No le preguntes eso a la emperatriz. Lamento mucho si mi hermanita la molesto —Dijo la mayor

—No me molesta, es una chica muy curiosa, además estamos entre mujeres, así que cualquier cosa que desee saber se la diré con mucho gusto —Dijo con una sonrisa amable

A la pequeña le brillaron los ojos y se acercó a la emperatriz más de lo que estaba.

—Majestad ¿Cómo mujeres podemos encargarnos de algunos trabajos que realizan los hombres? —Preguntó

—¡¿Oye cómo se te ocurre preguntar algo así?! —La regaño su hermana

Algunas de las presentes rieron un poco, disimuladamente, Alysa estaba impactada con la pregunta, pero debía contestar de una manera sabía y responsable.

—¿Qué? Mamá dice "una mujer debe ser delicada y fina", pero yo no creo eso, estoy segura que las mujeres puedes ser más que sólo objetos que se quedan en casa cocinando y cuidando niños —La pequeña defendió más su ideal

Alysa y las demás quedaron asombradas al escuchar a la pequeña, algunas se sentían identificadas otras confundidas, de donde una niña tan pequeña y sin mucho conocimiento sacaría tales argumentos.

—¿Dónde escuchaste eso?

—De una de las sirvientas de nuestra mansión —Respondió

—Bueno señorita, puedo contestar tu pregunta, pero debes escuchar con atención —Tenía una postura firme y la taza de té la dejo en la mesa

—Sí —La niña se sentó formalmente y escucho como se lo había pedido Alysa

—Las mujeres podemos realizar pedidos como los hombres, algunos trabajos fueron diseñados para el hombre, pero eso no significa que una mujer no los pueda realizar, aunque no lo creas en la historia han habido mujeres que no le tienen miedo a pelear, otras son excelentes científicas y entre la alta sociedad existen las reina, emperatrices y duquesas, somos las que mantenemos el imperio al lado de un hombre, pero jamás a sus espaldas, en este imperio existen diferentes mujeres que son dignas de admiración —Tomó la taza de té y bebió un poco.

—Ya entiendo, mujeres dignas de admiración como usted no es así, hay muchas razones para admirarla su majestad —La niña sonrío

—Sí es cierto, usted nunca ha estado detrás del emperador, resuelve los problemas del imperio y es justa con los demás —Expresó una de las chicas

—Sí es verdad —Afirmó Catalina

—El emperador Bennett debe sentirse afortunado por tener una esposa como usted —Sonrió una de las chicas

Alysa recordó lo que pasó en la tarde con Bennett, la manera en la que cargaba a la chica, esa manera tan familiar y protectora solamente la hicieron sentir mal y fue reflejado con una falsa sonrisa para no opacar a las demás.

Cuando terminó el té, la niña fue orgullosa a escribirle una carta a sus padres y contarles lo que había pasado, su hermana mayor le ayudó ocultando algunas cosas.

Mientras que Alysa veía algunos papeles, entre esos encontró una carta de un imperio enemigo, la abrió y empezó a leerla, en esa carta estaba reflejado una visita del rey que solicitaba el permiso para verse con los emperadores y negociar sobre una futura alianza.

—Una alianza, mmm esto podría llevar a beneficios políticos y socio económicos, pero ¿Hay alguna consecuencia sobre esto?

 




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