Un año antes
Las gotas de lluvia golpeaban la ventana, el clima frío tenía a todo el palacio con abrigos, la emperatriz Alysa Sorní Vondesku era la figura más importante en todo el imperio, bella, inteligente, nacida de buena familia, rica en oro, pero dentro de todos estos títulos y admiración algo opacaba su corazón
Perdió en su vientre al heredero de la corona por el estrés provocado con ciertos asuntos, su marido el emperador Bennett no estuvo ahí para cuidarla, había partido al noroeste del imperio, con el fin de una visita matutina, una reunión, apariciones públicas y demás.
Estos viajes siempre la entristecían, volviéndola vulnerable a los ojos de las personas, a sus allegados.
Sentada en pequeño muro pegado a su ventana mientras veía la lluvia caer, las puertas de sus aposentos fueron azotada por una mujer.
—Su majestad, excelentes noticias, el emperador Bennett ha regresado —Catalina tenía un leve brillo en sus ojos
Alysa sonrió bajando del muro con alegría, alzo la falda de su vestido corriendo por los pasillos, su dama detrás trataba de alcanzarla, mencionando su título, ella la ignoro bajando las escaleras con apuro.
—Majestad por favor debería caminar un poco más lento —Catalina la tomó del hombro y la tranquilizo
Ella jadeaba mientras sujetaba su pecho, respirando profundo.
—De acuerdo, ¿pero sabes hace cuanto no veo a mi esposo?, ¡estoy emocionada! —agarro a la mujer de la mano caminando juntas
Atravesaron un pasillo hasta encontrarse con la entrada del palacio, el roció de la lluvia era más fuerte en ese lugar, para sorpresa de ambas, la silueta negra del emperador dejaba ver los pies de una mujer.
Al tocar la luz, los mechones rojos de una chica resaltaron en su piel, sus prendas mojadas enmarcaban su cuerpo.
«¿Quién es ella? Porque él la carga de una manera tan familiar en sus brazos»
Al tenerla en frente solo la ignoro observando de lado izquierdo, tenso el ceño al seguir caminando para detenerse luego de dos pasos más.
—Emperatriz —giro su rostro permitiéndole ver su perfil
—Su majestad, bienvenido a casa
La alegría al principio había desaparecido, no era lo mismo que otras veces, él se había ido solo, y regreso acompañado, la tensión en el ambiente causo en ambos una aurora deplorable e incómoda.
—Sí me disculpa —siguió su trayecto
Catalina que presenciaba la escena sintió casi lo mismo que la emperatriz en ese momento, un vacío en su ser.
—Majestad —tomó el hombro de Alysa al hablar
—No pasa nada, vamos a tomar té —dijo con una sonrisa cuando por dentro se sentía vacía por aquella muestra tan fría de Bennett
Al llegar al salón, Alysa pidió té y algunos aperitivos, mandó a llamar a sus damas para que la acompañaran, mujeres nobles que vivían en el palacio, también a dos pequeñas duquesas, primas lejanas del emperador.
La habitación pronto se llenó de mujeres de prestigioso rango, hermosas, educadas e inteligentes, mujeres que siempre compartían con Alysa por etiqueta y riqueza.
—Majestad, podría darnos algunos consejos de mujer —dijo la más joven de las duquesas
—No le preguntes eso a la emperatriz. Lamento mucho si mi hermanita la molesto —intervino la mayor
—No me molesta, es una chica muy curiosa, además estamos entre mujeres, así que cualquier cosa que desee saber se la diré con mucho gusto —con una sonrisa amable se dirigió a la niña
A la pequeña le brillaron los ojos y se acercó a la emperatriz más de lo que estaba.
—Majestad ¿Cómo mujeres podemos encargarnos de algunos trabajos que realizan los hombres? —preguntó
—¡¿Cómo se te ocurre preguntar algo así?! —Regaño su hermana
Algunas de las presentes rieron un poco, Alysa no estaba segura a que se refería la pequeña.
—¿Qué? Mamá dice "una mujer debe ser delicada y fina", pero yo no creo eso, estoy segura que las mujeres pueden ser más que sólo objetos que se quedan en casa cocinando y cuidando niños —defendió la pequeña
Alysa y las demás abrieron los ojos, prestaron suma atención a la pequeña, algunas murmuraron en voz baja sobre la crianza de la pequeña asociando su situación con la pobreza.
—¿Dónde escuchaste eso?
—De una de las sirvientas de nuestra mansión —respondió
Su confesión trajo aún más la incógnita de las presentes quienes se burlaron ocultando aquella sonrisa entre los manjares de aquella fiesta.
—Bueno señorita, puedo contestar tu pregunta, pero debes escuchar con atención —tenía una postura firme y la taza de té la dejo en la mesa
—Sí
—No todas están listas para su destino, no todas están hechas para ser madres o amas de casa, algunas detestan ser sirvientas y otras esclavas. La vida no siempre es justa, aun así, puede cambiar. Si una mujer desea cambiar la historia de su vida y se plantea cambiar el pensamiento del hombre puede hacerlo, en nuestro imperio contamos con mujeres dignas para labores básicas, pero también feroces para el campo de batalla, inteligentes para manejar el Magna y bellas como para ser la debilidad de una nación, más que nada se trata de la vida que quieres tener y si estas dispuesta a romper las reglas por ser quien eres. Hay que ser inteligentes y... jamás depender de un hombre —tomó la taza de té y bebió un poco.
Sus palabras causaron impacto en la niña, pero a su vez repudio e inconformismo con las demás nobles que la estaban acompañando, solo por pensar que ella sobresalía por Bennett, algo que desde su crianza jamás les gusto.
—Ya entiendo, mujeres dignas de admiración como usted ¿no es así?, hay muchas razones para admirarla su majestad —la niña sonrío
—Sí es cierto, usted nunca ha estado detrás del emperador, resuelve los problemas del imperio y es justa con los demás —expresó una de las chicas
—¡Sí es verdad! —Afirmó Catalina
—El emperador Bennett debe sentirse afortunado por tener una esposa como usted —Sonrió una de las chicas
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Editado: 11.05.2025