Falsa emperatriz

Solo un rey

Le sonrío al pequeño de forma amable y dejó que acariciara la cabeza del animal.

—Sí, solo necesita un poco de atención, sanaré su ala y tú me debes prometer que lo cuidarás —Sus suaves manos cargaban al pequeño animal y lo sostuvo un tiempo

Alysa lo observó con cuidado, pronto varios niños se acercaron curiosos por lo que tenía Adrián, él nuevamente tuvo que explicarles con la ayuda de Alysa. 

Estaban tan al pendiente que Marcus les pidió a las directivas un palo de paleta y una tira de ropa vieja. En menos de lo que se esperaban tenían todo listo.

Adrián dejó al ave en el suelo, tomó su ala, la estiro y podía escuchar los quejidos del pobre animal; los niños se preocuparon, tenían caras largas, pero el rey aprovechó esto y le pidió ayuda al niño que había traído el ave.

—Mira pequeño te enseñaré un pequeño método para sanar el ala de los pájaros —Mientras decía eso, el pequeño prestaba suma atención a sus palabras —Debes estirar el ala —Empezó a explicar

Todos estaban atentos a sus palabras y a su explicación, que tan pronto como terminó de sanarlo los ojos de cada uno de los presentes brillaron; las directivas a un lado están tan felices y atentas a la amabilidad del rey, que por un momento olvidaron las cosas que decían sobre las bestias divinas. 

Alysa tenía una cara tranquila y una sonrisa, le alegraba ver a los pequeños cada que podía y aún más al ver a Adrián ser tan amable.

—Su majestad, parece feliz, ¿le gusta estar fuera del palacio? —Le entregó el animal al pequeño, y se levantó sonriente

Antes de que ella pudiera responder el pequeño abrazo a Adrián. Apenas y era alto por lo que su estatura solo llegaba a sus piernas.

—Gracias, eres muy bueno —Sonrío

Adrián acarició la cabeza del pequeño, su sonrisa era amable y llena de inocencia. 

Cuando se fue, una de las directivas lo acompañó adentro.

—Respondiendo su pregunta, sí, es lindo verlos de vez en cuando y en especial cuando son días hermosos como estos. Por el trabajo, olvido relajarme y pasarla bien —Mencionó

—Bueno, nadie dijo que el trabajo de un gobernante era fácil —Sus palabras eran la versión de la razón

—Debe sentirse afortunado, estoy segura que su reina está haciendo un buen trabajo en su imperio —Nunca se imaginó que sus palabras  pudieran ser un problema

Trago en seco al escuchar la palabra "reina", y puso una mirada sombría y no hablo más.

Se equivocó, lo sabía, algo en sus palabras debían haberlo incomodado; sin embargo, no sabía con exactitud qué era.

La tarde transcurrió, y Adrián parecía molesto, aún después de haber pasado cierto tiempo juntos. 

Había algo que no era concreto, Marcus al notar este comportamiento, se preocupó y al subirse al carruaje le preguntó.

—¿Qué le pasa? Ha estado así desde que habló con la emperatriz, ¿ella lo ofendió? —No dudo en preguntar y las ruedas del carruaje se movieron

No salió ni una palabra de su boca, hasta después de media hora.

—¿Qué se sabe del imperio? —Preguntó observando la ventana

Marcus, busco entre unos papeles y sacó una carta, se la pasó a Adrián y la tomó con aburrimiento. 

La abrió y empezó a leer con cuidado, la carta traía tres hojas, dos en donde estaban los relatos de quien lo sustituye temporalmente y la última escrita por su hija.

Sonrío al ver la última y reconocer la letra medio chueca, que le faltaba caligrafía, pero en una pequeña de seis años que se puede esperar; fue la primera que leyó y al terminarla, ponía un mensaje diciendo:

"Espero verlo, su majestad, mi papi" debajo estaba firmada con su nombre.

La guardó en su bolsillo delantero y dejó las demás para leerlas luego; ver la sonrisa en sus labios, tranquilizó a Marcus.

***

Al llegar al palacio, tenía una expresión diferente, pero su actitud seguía siendo cortante. 

Antes de entrar las ropas de Alysa estaban sucias, necesitaba un baño, giró su mirada a Adrián y ambos hicieron una reverencia, Bennett nuevamente tenía sus ojos puestos en la ventana observado la llegada de los monarcas. 

Entraron juntos y se separaron después de entrar al salón. Antes de irse, el rey agradeció la compañía de la emperatriz en esa tarde.

Al llegar a sus aposentos no se imaginó estar tan sucia, hasta ver su reflejo a través de su espejo; su pantalón blanco estaba completamente sucio por la tierra, sus botas tenían lodo, su chaqueta ni mencionar, y su cara y cabello. Bueno jugar bajo un árbol a "quien lo atrape primero" no fue una buena opción.

Mientras se desvestía, Catalina y Elizabeth organizaban el agua para su baño. Al estar lista un delicioso aroma salió de las puertas del baño, eran rosas. 

Entró en la tina y su cabello cubría algunas zonas, sus brazos eran refregados con cuidado por Elizabeth.

—Su majestad, ¿no noto extraño al rey Adrián? —Catalina entró con unas toallas sobre sus manos

—Sí, sospechó que fue algo que dije —Respondió

—¿Algo que dijo? —Preguntó curiosa Elizabeth, mientras derramaba shampoo sobre su cabello y lo refregaba

—Bueno, pregunte por...

En otra parte del palacio, Adrián estaba con Marcus y le decía la razón de su personalidad tan repentina con Alysa.

—Preguntó por la reina —Contestó Adrián, algo indignado

Pronto tendrían una conversación del mismo tema, en diferentes espacios y lugares, pero asentados en algo fijo.

—La reina —Catalina estaba confundida —¿cómo eso podría afectar?

—No sé, solo creo que tiene problemas maritales —Su cabello era lavado

—No cree que está exagerado, y ella piensa que está pasando problemas maritales como los suyos —Marcus está sentado mientras escuchaba los quejidos de Adrián

—¡¡¡No!!! —Un grito se escuchó detrás del vestidor

Mientras Alysa se secaba y cambia de ropa a un vestido liviano, Catalina y Elizabeth la escuchan.

—No estoy segura, pero debo estar al pendiente. No se pudo convertir en rey sin tener una reina —Decía por detrás del vestidor.




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