Alysa despertó con los ojos rojos de tanto llorar, sus damas estaban impactadas y no querían preguntar.
Sabían que no era correcto.
Los días pasaron y ninguno de los dos mostró muestras de cariño, se mantenían fríos y distantes, no logran su cometido de mantenerse serenos y fingir una sonrisa solo para aparentar que están bien.
El día del banquete de la fundación del imperio y los cumpleaños de Bennett llego, el salón estaba listo y se mostraba impecable, su vestido y sus accesorios estaban listo, ya se le había pasado su pequeña disputa con él y solo esperaba no tener más inconvenientes.
Catalina daba los toques finales a su cabello y Elizabeth acomodaba la parte de debajo de su vestido.
Salió de sus aposentos y se dirigió al salón, Bennett la esperaba en un pasillo, se acomodaba su cuello y estaba distraído con las personas que lo observaban.
Escucho los pasos y distrajo su mirada en ella, tenía una mirada seria y ella también, no creían poder fingir por mucho tiempo.
Sujetó su brazo y antes de que pudiera caminar el aliento cálido de Bennett tocó su oreja.
—Quita esa cara, sonríe y finge —Ordenó
Mordió su labio inferior, pero siguió sus órdenes.
—Sí usted hará lo mismo, estoy dispuesta a hacerlo —Comentó y él asintió con la cabeza con la sonrisa ya dibujada en sus labios
Siguieron la luz y había una gran cantidad de nobles aplaudiendo a quien los gobernaba, bajaron las escaleras que conectaban con el pasillo y el salón.
Llamando la atención de todos en especial la de Adrián, ellos se veían tan felices, pero a qué costo si detrás de esas sonrisas se ocultaba un río de lamentos.
Los músicos al verlos llegar, y verlos sentarse en sus tronos tocaron el himno del imperio, los nobles llevaron su mano derecha al corazón y su mano izquierda en la espalda.
Alysa y Bennett también repitieron esta acción con la única diferencia de que sobre sus manos cargaban el Orbe, una esfera dorada con joyas incrustadas a su alrededor y una cruz en la mitad.
Al finalizar el himno, la orquesta tocó una suave y dulce melodía, todos los nobles tomaron pareja y empezaron a bailar en el gran salón,dejando que sus cuerpos sincronizaran con la música.
Eileen que estaba escondida camino al gran salón con miedo al ser rechazada por los nobles.
Pero no fue así, fue recibida por la música y no prestaron mucha atención a su presencia, aunque la observan a la distancia.
Suponían de quien se trataba, como para acercarse a la emperatriz y el emperador.
Se inclinó ante su presencia, extendió su mano y Bennett la tomó.
—Me concede esta pieza, su majestad —Su voz fue suave y ligera, su atuendo un poco llamativo por el color blanco, con detalles anaranjados, pero cumpliendo las normas del reglamento real y ese curioso cabello rojo como el fuego, no lo limitaron a que accediera
Salió a bailar y Alysa guiada por un ataque de celos, observó al rey sin pareja y no parecía estar dispuesto a bailar con alguien, sus miradas se encontraron debido a que Adrián se sentía observado, le sonrío y se percató de que Bennett estaba distraído con Eileen.
Aprovecho el momento para dirigirse hacia ella y sacarla a bailar, para su sorpresa cuando la tenía al frente ella sujetó su mano y la beso.
—En Melione, besar la mano de un noble es una ligera invitación a bailar, ¿aceptas bailar conmigo, Adrián? —Su cintura fue sujetada con cariño, Adrián la acercó a él aceptado ligeramente
—Su majestad, recuerde que no estamos solos —Empezó a danzar con ella, tenía una mirada cautivadora y coqueta seguida con una sonrisa
—Cuando lo invite me asegure de no ser escuchada —Contestó y Adrián le dio una vuelta
La acercó él y le susurró al oído
—Debe tener cuidado y ser más cautelosa ya que me di cuenta que me estaba observando —Sus palabras la dejaron tiesa
«Creí que había sido bastante cautelosa como para que no se diera cuenta que lo estaba observando» pensó Alysa
Una sonrisa divertida se guiaba de la buena actitud de Adrián, tenía un brillo auténtico en sus ojos y Alysa no pudo evitar sonreír; estaba feliz de bailar con él, era extraño, pero en el tiempo que habían hablado, conversado se sentía como si lo hubiera conocido antes.
Se sentía bien tener un amigo que te ayudará en todo momento y estuviera ahí para ti.
En cuanto el banquete terminó, todos se marcharon, Alysa los despedía junto con Bennett.
mientras ella despedía a un duque, Eileen se acercó por la espalda de su majestad.
El duque se percató de su presencia y se despidió de ella.
—Gracias por su compañía Lady Eileen, espero verla pronto —Sonrío de forma amable
—Gracias a usted —Le devolvió la sonrisa
Devolvió su mirada a la emperatriz, beso su mano e hizo una reverencia al emperador, se guío hasta el carruaje y una vez se fue, todo ya estaba acabado.
—Su majestad la emperatriz —Eileen atrajo su atención parándose en frente de Alysa y haciendo una reverencia —Gracias por dejarme asistir a esta ceremonia, usted se veía realmente hermosa hoy —Luego distrajo su mirada a Bennett —Su majestad, gracias por todo, espero seguir asistiendo a este tipo de celebraciones. Bueno si lo permiten, buenas noches —Sonrió y se fue en dirección a sus aposentos
—Su majestad, ¿durante cuánto tiempo más va a violar la ley? —Inquirió ganándose una mala mirada de Bennett
—Su majestad, deseo dejar algo claro con usted, todo lo que tenga que ver con Eileen es mi asunto; no se amargue por otra mujer, quiere —Su tono fue desalentador para Alysa pues sonaba disgustado
Se masajeó la sien y fue a sus aposentos, pensó en Adrián y en lo bueno que era con ella, pero tal vez solo era por la alianza.
No podía tener amoríos secretos, sería una abominación para el imperio y su nombre lo marcaría por completo.
Solo le quedaba hacer algo, dejar que su marido hiciera lo que se le diera la gana, a cambio ella haría unos arreglos en su vida.
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Editado: 24.01.2024