Falsa emperatriz

Emperatriz y amante

La pequeña fiesta que organizó Marie termino lo antes planeado, para sorpresa de Alysa todas habían sido buen portadas y no hicieron algún comentario humillante sobre Eileen o alguna palabra que tuviera que ver con la palabra "esclava".

Si bien los hombres Edevane eran conocidos por tener amantes, ninguno de ellos se había rebajado tanto como Bennett al tener una que no fuera un noble.

Lo más probable es que les hayan mentido sobre los orígenes de la pelirroja, solo para evitar chismes. 

Estaba en uno de los tantos salones del palacio, leyendo un libro corto, cuando estaba libre acostumbraba a leer, cuidar el jardín y ver las pinturas que decoraban el palacio.

Logró concentrarse en su lectura, que sin darse cuenta solo faltaban cinco páginas para terminar, escucho la puerta golpear un par de veces e ignoro esos incesantes sonidos; sin embargo, hay ciertas cosas que no pueden ser ignoradas y para que golpearan con tal brutalidad debía levantarse, dejó el libro a un lado y observando, observando de mala manera la puerta, abriéndola con aburrimiento 

Lvantó la mirada y sus ojos se posicionaron en los de Bennett, tenía una mirada seria y parecía enojado.

—¿Podemos hablar? —inquirió

Asintió con la cabeza cediendo el paso al emperador, fue hacia el sofá y se sentó allí, cerró la puerta con algo de fuerza, comiendo hacia él.

«¿querrá hablar sobre lo que pasó anoche?». Pensó mientras lo observaba y analizaba su mirada

Se sentó a su lado por una pequeña indicación con la cabeza que le hizo el emperador, pegó sus manos y espero que los labios de Bennett se movieran.

Se sentía incomoda al verlo así, aún más, cuando había violado una de las normas del imperio, pero no debía dejar notar ese sentimiento, de lo contrario todo saldría a la luz y el castigo que le esperaba sería máximo, relajo su mirada y respiró profundo.

—Su majestad, ¿pago usted el reverendo a la capilla Mayor? —Preguntó

—Di una pequeña parte, el resto es historia —Contestó con seriedad

—¿Quien le recomendó ese reverendo? ¿Usted lo escogió? O envió al soldado que estaba con usted el día del juicio —. Inquirió y le dio señales de que se trataba de un interrogatorio

Se molestó un poco, pero era lo mínimo que podía hacer Bennett, después de todo había sido ella quien se ofreció a traer un reverendo y pagarlo.

También le vio la cara a su marido y tomó una pequeña actitud de burla a la religión, aun así, debía utilizar la mentira lo mejor posible para salir de toda sospecha.

—Yo lo escogí por medio de un retrato, debido a que tenía trabajo y usted lo sabe, le encargue a ese guardia que fuera, le entre una bolsa con monedas y ordene entregarlas al encargado de la capilla —, respondió sus preguntas con suma seguridad en su tono de voz y en su mirar

—¿Puede mostrarme el retrato? —Se levantó del sofá 

Bennett estiró su brazo para que fuera tomado por la emperatriz.

—Sí, claro

Se levantó también, ignorando su intención.

Ambos se dirigieron a su oficina donde tenía el retrato del reverendo, había calculado muy bien su plan y sabía que esto pasaría.

Entraron y buscó en los cajones de su escritorio un cuaderno donde entre las páginas estaba el dibujo, movió las hojas buscándolo.

La imagen se dio a sus ojos, tomó el papel y le mostró el dibujo a Bennett.

En la hoja, el rostro de un hombre mayor fue dibujado, tenía nombre, edad, capilla y año de nacimiento.

Observaba de forma analítica el dibujo del hombre, solo podía ver por encima su expresión; unos segundos pasaron y volvió a dejar el dibujo sobre el escritorio, se sentó en la silla y se masajeó la sien, tenía el ceño doblado y una expresión triste.

—Pasa algo, no se ve muy bien —habló Alysa extendiendo su mano y a acariciando su mejilla para que sus miradas se encontraran

—No —. Sostuvo su mano y la retiró de su rostro, se levantó del asiento y fue hacia la puerta, se giró a verla y su expresión fue más que fría, ante esa mirada él también se ganó lo mismo —Descanse —abrió la puerta para luego  cerrarla

Caminaba por los extensos pasillos del palacio y se detuvo al ver su cuadro como emperadores.

Bennett en aquella pintura estaba sentado en un trono dorado con un traje oscuro—el principal del emperador—, Alysa estaba detrás de él tocando sus hombros con un vestido verde oscuro dejando a la vista sus hombros, tenía bordado en la cintura y la altura de la falda, sobre su cabeza una tiara y su mirada la habían dibujado con felicidad.

«Quiero seguir viviendo a tu lado, pero no espero un futuro donde seas fría, cortante y faltante de cariño. Cambia por el bien del imperio» decía en su mente mientras observaba la pintura

***

En la mañana del día siguiente, Eileen caminaba por los alrededores del jardín, sostenía una sombrilla para cuidar su piel del sol y así parecer más delicada.

Caminaba por un ligero camino hecho de piedras donde el pasto tenía hermosas flores, las mariposas volaban a su alrededor y el viento soplaba, estaba relajada.

¿Cómo no estarlo? sí había cumplido un sueño: vivir en la alta sociedad y tener a sus pies al emperador del imperio; sin embargo, su paz terminó pronto al ver a la condesa.

Sus ojos se abrieron y su piel se puso más blanca de lo que naturalmente era.

—Miren quién es, ¿cómo has estado? Sabandija

Ese nombre la llenó de ira y su ceño se frunció rápido, apretó el mango del paraguas y mordió su labio inferior al ver a la condesa.

—Así que, cumpliste tu promesa, ahora vives entre la alta sociedad, como amante, pero vives —dijo la condesa moviendo su abanico con elegancia demostrando diferencia

—¿Qué quieres, Flor? ¿crees qué volverás a humillarme cómo lo hacías? —mencionó  para defenderse

—Oh no, sólo me preguntó cuánto tiempo estarás aquí, entre nobles, bebiendo Té al lado de la emperatriz y disfrutando la buena vida del palacio —su cara se puso seria de golpe




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