Falsa emperatriz

Azules como el océano

Caminaba de un lado a otro en su habitación, estaba nerviosa, no dejaba de pensar en lo que le dijo Flor, sólo pensaba en ella y su posición.

Catalina estaba con ella, sentada en un sofá de terciopelo color verde esmeralda, no comprendía el comportamiento repentino de la mujer.

También se estaba preguntando por  qué la había llamado tan temprano.

—Lady Eileen, ¿sucede algo? Parece nerviosa —preguntó

La chica puso su atención en Catalina, sonrió amablemente, se sentó a su lado y respiró profundo soltando un gran suspiró y se relajó sobre el espaldar de la silla.

—No es nada, sólo estaba un poco preocupada, han pasado tantas cosas, que me ponen un poco nerviosa —respondió

—¿Se refiere al tema con el líder de la división? —volvió a preguntar

—Sí, así es —contestó

Ella lo imaginó, el rumor se corrió rápido por las paredes del palacio y no tardaría en llegar a ella, aun así, lo que se preguntaba y lo que la mataba era saber sí ella estaba enterada de la fuga del guardia. 

No parecía estarlo, estaba en duda si ella sabía o no y por eso, de la forma más sutil trato de llevar el tema.

—Lo imagino, todo el palacio está hablando de eso —. Observó como una sonrisa se formaba en sus labios, en su mente hablaban de lo maravillosa que había sido, deteniendo el ataque de un hombre que trató de abusarla  —, todos están realmente asombrados con la fuga del líder y uno de sus compañeros

Su sonrisa se desvaneció, una gran cara de sorpresa se presenció en su rostro, sus ojos se abrieron y su pupila se dilató.

—¿Qué? —apenas pudo pronunciar esa palabra

—¿No sabía? —preguntó

La respuesta de la chica fue una negación con la cabeza, Eileen tenía miedo, la tomó desapercibida, por sorpresa.

Lo más importante con la guardia baja; su corazón casi sale de su pecho y tuvo que llevarse la mano a su corazón, respirar tranquila mostrando más miedo que cuando lo hizo en el juicio 

—Por favor, dime que paso —pidió con el ceño doblado

***

Alysa estaba en su oficina firmando unos papeles y dejándolos por revisados, estaba llena de trabajo y no lograba relajarse, se encontró aburrida allí sola.

Por un segundo pensó en los momentos que estaba tranquila y relajada, parecía que había sido tan sólo en su niñez o parte de ella; sus padres le habían arrebatado varios años de su infancia para entrenarla y convertirla en una gran mujer, así casarla con una alta rama política. 

No estaba decepcionada de su educación, aprendió mucho y le inculcaron buenos valores, pero algunas veces es bueno tomar un suspiró.

Se recostó en la silla y se llevó las manos a los ojos, estaba cansada y aún no había terminado o llegado a la mitad, hasta no llegar a un término medio no descansaría.

Tomó nuevamente la pluma y antes de poder escribir, la puerta de su oficina fue golpeada, no estaba lista para interrupciones, pero los golpes se hicieron recurrentes.

—Adelante —dijo en voz alta, no estaba lista para que la interrumpiera o recibir visitas a última hora

Sus ojos volvieron a ver el documento en su escritorio, y escuchó como la puerta se abría.

El paso de la persona acercarse se hacía un poco fuerte. No levantó la cabeza y sólo espero que la persona hablara.

—Pareces ocupada, Alysa —la voz de Adrián fue una dulce melodía pasando por sus oídos

Levantó la cabeza con solo escucharlo, sus ojos brillaron al verla y en un segundo había olvidado todo lo que le iba a decir. 

Ella se levantó y sus ojos no se despegaron de los suyos; durante unos segundos observó el brillo de sus ojos.

«azules como el océano, fríos como el hielo y hermosos como ella» pensaba mientras los observaba detalladamente

Hace mucho no los detalla tanto, había estado en territorio enemigo durante unas semanas y nunca se había fijado en sus ojos. 

Los había distinguido durante mucho tiempo, estaba cegado por ella y parecía hipnotizado.

—Adrián, ¿pasa algo? —sonrió amable

Él estaba embelesado, atónito y por un segundo Alysa tuvo que chasquear sus dedos para que reaccionara.

—Lamento haber hecho eso, pero parecías estar en otro mundo —su voz fue suave

Él se masajeó la nuca y rió un poco en voz baja.

—Tranquila —dijo

Le ofreció sentarse y él aceptó, dejó los papeles a un lado y se sentó derecha ante el rey, estaba lista para escucharlo,  así saber qué era lo que deseaba el joven.

—¿Qué deseas Adrián? –inquirió de forma amable y alegre

—No mucho, sólo es que ya han pasado tres semanas y aún no hemos llegado a un acuerdo sobre la alianza. Sé que está ocupada y su tiempo es limitado, pero debemos tomar una decisión —Mencionó y Alysa puso una cara complicada, no había calculado el tiempo

Estaba tan llena de trabajo que olvidó lo más importante, la alianza, observó el reloj pegado en la pared y ya casi era medio día, observó a Adrián quien estaba serio esperando respuesta; aun no sabía qué contestar, y dar respuestas rápidas no era uno de sus pasatiempos favoritos.




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