Falsa emperatriz

Bello obsequió

—Entonces, los duques Edevane se quedarán aquí, ¿es correcto? — Alysa estaba acostada en su cama

Elisabeth estaba sentada a su lado contándole todo lo sucedido, lo que había escuchado de partes de otras damas y sirvientas.

—Sí, se dice que quiere quedarse por que desea asesorarse de un tema importante para el imperio —respondió

Se levantó y se sentó a su lado con una ceja arqueada, estaba curiosa por saber más, pero Elisabeth no quiso continuar, por más que insistía parecía que no sabía nada más, lo poco que había logrado escuchar ya se lo había contado

—¿Qué hay de nuevo con el rey Adrián? ¿Fue buena su plática? —inquirió Elizabeth sobando su cabeza

—Sí, fue una charla muy interesante —contestó

Se pegó contra su hombro y las caricias en su coronilla se hicieron seguidas, su mano fue acariciada y el tacto de Elisabeth era tan caliente que ni ella se dio cuenta que estaba fría. 

Elisabeth bromeó con su mano diciendo que estaba tan fría como su temperamento y que debía ser más cálida para que su cuerpo también fuera así, desde hacía mucho que no la escuchaba decir algo así, tan cercana era Elisabeth y Catalina que eran las únicas que podían hablar con ella como se les placiera... Catalina, la imagen de su dama más cercana vino a su mente.

—¿Dónde está Catalina? —se separó un poco de su hombro

—El emperador le asignó trabajo y lo está cumpliendo —respondió

Alysa frunció el ceño y se levantó de la cama un poco enojada e indignada.

—Él no puede mandar a ninguna de mis damas —dijo y estaba a punto de caminar cuando fue tomada del brazo y halada nuevamente a la cama

—Majestad, por favor no desperdicie su tiempo peleando con el emperador, nada ganará y Catalina solo está cumpliendo su trabajo regresa no se preocupe —Elisabeth con un tono suave habló y moviendo un mechón de su cabello se fijó en sus ojos —relájese mi emperatriz, no quiero que se enferme —acaricio su mejilla suavemente

No hubo respuesta de su parte, solo un incesante sonido el cual desapareció por los golpes de la puerta.

Elisabeth se levantó, abrió la puerta y sus ojos se pegaron con los de Marcus que en sus manos traía una caja blanca con un listón azul, se acercó a la emperatriz e hizo una ligera reverencia.

—Disculpe la interrupción, pero esto es para usted —le pasó la caja un poco liviana a comparación de su anchura —lo envió su majestad el rey. Con su permiso —hizo otra reverencia y se alejó saliendo de la habitación 

Elisabeth cerró la puerta y fue directo a donde Alysa que estaba estudiando la caja por fuera, fue a sentarse en una mesa cerca de la chimenea y dejándola allí tomó el listón y lo quitó suavemente, abrió la caja y un papel mantequilla cubría el obsequio y encima de aquel papel una carta firmada por Adrián, la observó con duda, curiosidad y empezó a leer.

—Alysa, lamento lo que pasó en la biblioteca, sé que algo pensó cuando le mostré Nebrea y también cuando nos dirigimos a mi habitación. Solo quiero su perdón, es lo único que pido en esta nota, tal vez hice mal y no medí mi comportamiento como monarca y aliado, por eso como muestra de mis disculpas le envío este obsequio espero que lo disfrute —. Por alguna razón o motivo mientras leía imaginaba la voz de Adrián diciendo aquellas palabras 

Quito el papel mantequilla y sus ojos se abrieron al ver unos mochi, pastelitos dulces con una capa suave y blanda, los colores que tenían eran blancos y azules.

Había seis y cada uno tenía una ligera decoración en la parte de arriba. 

Elisabeth que miraba por encima sonrió al ver el regalo

—El rey Adrián es muy considerado, ¿quiere que traiga té para acompañar? —preguntó

—Sí por favor, trae dos tazas y comamos juntas —comentó cerrando la caja y Elisabeth fue

Estando sola en la habitación busco una pequeña hoja de papel y algo con lo cual escribir, los dejó junto a la mesa mientras las palabras venían a su mente.

—Agradezco el regalo, y acepto tus disculpas,  ten cuidado la próxima vez, tus palabras pueden perjudicarte y no quiero que mi amigo termine en serios problemas —sonrió cuando terminó de escribir he hizo un pequeño sobre con papel restante guardando la nota y al poco tiempo llegó Elisabeth cargando una bandeja de plata

Sobre ella yacía una tetera y dos tasas, las dejó sobre la mesa y sirviendo el té conversaron amablemente, comiendo los mochis que había enviado Adrián, al masticar se sorprendieron de su sabor ya que eran realmente deliciosos y no parecía que los hubiera preparado el cocinero real.

«Son diferentes, ¿los habrá preparado él? Los cocineros del palacio no los preparan así. Deseo mis disculpas de esta manera definitivamente es un hombre de admirar, ni Bennett después de pelear por cosas que él inicia es capaz de pedir disculpas. Aquí creo que hay una gran diferencia de lo que es un hombre» 

Tan relajada estaba que había ignorado todo.

***

Más tarde en la noche, mientras dejaba todas sus preocupaciones bajando por el agua, escuchó la puerta golpear, era golpeada con insistencia, trato de ignorar el sonido, pero era molesto escuchar, gruño al no poderse relajar más.

Adrián estaba solo en la habitación, Marcus había salido con la excusa de que su bestia debía salir antes de que lo llevara a la locura, por lo que lo que levantándose de la bañera y poniendo una toalla alrededor de la cadera sin haberse secado fue a ver qué pasaba.

En ese momento había ignorado que debía usar bata, estaba confiado de que se trataba de sus hombres, estaba listo para abrir; sin embargo, antes de poder hacerlo sus ojos se toparon con una carta.

Se agachó para tomarla y sus ojos se abrieron con ver la firma.

—La emperatriz... ¡La emperatriz! —se sobresaltó al saber que la persona que estaba ignorando todo el tiempo era Alysa

Se arrepintió rotundamente de haber ignorado los golpes de la puerta, mantuvo la cordura y abriendo el sobre leyó la nota de Alysa.




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