Falsa emperatriz

La bestia y la emperatriz

El sol golpeó su rostro de una manera hermosa, su piel morena era suave y bella, sus ojos azules eran para perderse en el mar como los suyos.

No hubo respuesta, no encontró palabras para responder aquella afirmación y fue raro para ella, tierno en cierto sentido.

El que pensara eso le pareció un acto único de él, por alguna razón sus palabras no fueron iguales para ella.

—Agradezco lo que dice sobre mí, aún más, cuando ha hecho cosas tan lindas, gracias Adrián —comentó agradeciendo

—Gracias a usted, por ser amable conmigo, sin importar que soy una bestia divina —respondió y sus palabras la sorprendieron

Temía, sentía preocupación y esa preocupación se deriva de un pensamiento discriminatorio que ella había creado al escucharlo.

Tocó la mano de Adrián y la apretó, él brillo en sus ojos se manifestó y el aura entre los dos se hizo fuerte.

—¿Por qué dice eso? ¿Alguien del imperio lo ha tratado mal en su estadía? —preguntó rápido con sentimiento voz

—No, o bueno, no lo demuestran —contestó haciendo una pausa —sé que temen, sé que me tratan por conveniencia, sé que no pueden hablarme sin sentir miedo. Pero tú, Alysa, tú no me temes, desde el primer día intentaste hablar conmigo de forma amable, estuviste estudiando sobre mi raza y te interesaste por ella, buscaste la manera de hacerme sentir cómodo, aunque sabías que no estaría mucho y por el momento debo admitir que la visita ha sido de mi agrado —añadió 

No evito sonreír, sentir en su mano una ligera presión, Adrián la había apretado levemente y sus ojos se juntaron; no sabía lo horrible que era vivir en un lugar extranjero.

No recibir ayuda por el miedo que sentían las personas y lo más importante que no te sientas cómodo en aquel lugar, no poder decir nada o conversar con alguien.

—Adrián, ¿su bestia es tan grande como un edificio? Temen por la bestia —preguntó y él asintió con la cabeza —¿qué tan grande es su bestia? ¿Puede decirme qué animal está en su interior?

—No, lamento decirle que no, es enorme y temo que se asuste

—No me asustare, lo prometo —confesó comprometida y con una mirada determinante

El interés que desprendía de su rostro era un poco irresistible.

Pareció pensar un poco hasta que dio respuesta.

—Esta noche, salga del palacio y encontrémonos en el bosque, así le mostraré mi bestia —habló y ella asintió con la cabeza.

***

Acercándose la noche, mientras todos dormían y se acercaba la hora de partir a verse con Adrián, busco en su armario algo de ropa no tan modesta y fina, botas, capa, pantalón de cuero y camisa blanca, fue lo que usó para irse.

Escapó como acostumbraba saliendo a escondidas y saliendo del palacio por el jardín que tenía conexión con el exterior.

Caminaba con cuidado, al saber el camino pisaba hojas secas, ramas y su crujir la alertaban un poco.

La luna no estaba esa noche y eso no le brindó la luz necesaria, caminaba con cuidado tratando de analizar y recorrer el camino sin caer.

«Lo que hago por curiosidad, ¿no era más fácil insistir por el animal que tiene dentro?» pensó mientras tomaba los troncos de los árboles y caminaba despacio

tropezó con una rama alta, pero antes de poder caer al suelo y con sus manos sirviendo de escudo, sus sentidos tocaron algo que no era tierra. 

Era suave y la tela que tocaba era fina, levantó la mirada y sus ojos se pegaron junto con los de Adrián que la sostenía de los codos.

—¡¿Su majestad?! ¿Se encuentra bien? ¿no se lastimó? —la ayudó a levantar y le sorprendió verla aquella noche

—Estoy bien Adrián, no hay necesidad de usar títulos cuando estamos solos, ¿lo olvidas? —dijo divertía y sonriendo

Los ojos de Adrián brillaban esa noche de oscuridad, aquel brillo iluminó ciertas parte de su rostro como ligeras facciones de Alysa

La tomó de la mano y salieron de aquel frondoso lugar, él como guía no la soltaba aferrándose a su agarre y apretando su mano, la calidez en ella era cautivadora.

Se detuvieron en la mitad de la naturaleza, aún había árboles grandes con troncos gruesos y sus hojas hacían un sonido con el viento, un sonido relajante.

—No esperaba que viniera

—Te lo dije, quiero ver tu bestia, quiero ver lo que todos temen. Porque yo no temeré —añadió con el mismo tono comprometedor de la tarde

—Alysa esto es algo que no esperaba de ti, ¿estás segura de verla? ¿no temerás? —inquirió al final con una mano en la boca tratando de ocultar el rubor que tenía

—Adrián, no temeré, no te tengo miedo y sé que tu bestia tampoco logrará asustarme —habló de una manera tan segura que no parecía real

—Sí usted desea

Con esa ligera afirmación sus ojos brillaron y la ansiedad la estaba gobernando, pero antes de poderse transformar hizo una pequeña pausa y sus mejillas estaban levemente ruborizadas.

—Alysa, puedo pedirte dos favores muy importantes —se acercó a ella y tomó sus manos acercándose a su pecho —No comentes nada de lo que veas esta noche, es un secreto, lo segundo también es importante y no me quiero verme perjudicado en problemas —su voz fue comprometedora —. Puedes cuidar mi ropa y cubrirte los ojos, para transfórmame debo hacerlo desnudo, si me transformo me quedaré sin vestiduras y tendría que regresar desnudo al palacio




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