Falsa emperatriz

La honestidad de un hombre

Él lo entendió, sabía a qué se refería Alysa con esas palabras y eso le causó una gran curiosidad desde los recuerdos de la noche donde se transformó y ella lo observó.

Había tomado riesgos, pues sin ellos no se vive, pero Adrián estaba tomando bastantes y no parecía importarle lo que pasara.

Se acostó en el suelo como un cachorro pegando sus patas y escondió su nariz en ella,  era enorme como su cabeza y pasando ligeramente por su cuerpo, trato de acariciarlo, pero sentía vergüenza, después de todo aquel animal era Adrián.

—¿Qué hacías en la noche cerca de los jardines del palacio? ¿No te da miedo que alguien te vea? —preguntó y apenas negó con la cabeza

Alysa no sabía cómo reaccionar a su tamaño, era enorme y hermoso, camino por sus alrededores dejándose llevar por su tamaño.

Observó sus colas esponjosas moverse y sintió las irresistibles ganas de acostarse en ellas.

Siguió caminando hasta llegar a su cabeza donde el zorro la giró viéndola directamente a los ojos.

Le permitían ver su reflejo perfectamente, apretó la ropa que tenía en las manos y su ceño se dobló levemente.

—¿Puedes reducir tu tamaño? —inquirió

En poco tiempo ya lo estaba haciendo, estaba tomando el tamaño de un zorro normal, se sentó en una roca con las ropas del rey en sus piernas mientras el pequeño animal se acercaba, aun no encontraba aquello que buscaba.

Sus manos estaban bajas y Adrián como un zorro plateado lamió la mano de Alysa para luego pegar su cabeza en su manos, haciendo un ligero signo el cual era de respeto.

Lo poco que logró tocar del pelaje la llevaron a deducir que era suave, tan suave como aparentaba, sentía más ganas de tocarlo y abrazarlo, aún así, no era lo correcto.

—Su pelaje es suave, ¿cómo es posible que su cuerpo sea el de un humano, 6 pase al de un animal enorme y luego recaiga en el tamaño natural? La bendición de la deidad llegó a afectar tanto en su comportamiento humano —no hubo respuesta de Adrián, llegando a una pequeña deducción —no puede hablar mientras es una bestia, ¿cierto?

Asintió con la cabeza, aún estaba impresionada, pero la impresión había cambiado, el frío la golpeó terriblemente y por lo que calculaban debía ser medianoche.

Hora de irse antes de que al día siguiente tuviera grandes ojeras.

Se imaginaba ella misma el día siguiente como un mapache o un oso panda.

—Debemos irnos, es tarde —mencionó Alysa

Adrián asintió con la cabeza y tomando la ropa con el hocico trato de alejarse, pero Alysa le dijo que esperara, que sería ella quien lo esperaría detrás del árbol donde resguardo en su transformación. 

Espero pacientemente sentada en la tierra sucia y un poco húmeda de aquella noche.

«Vi lo que anhelaba ver, él me vio aquella noche de soledad y ambos en este momento estamos en una situación apretada» cerró sus ojos y pegando sus piernas agacho la cabeza en sus rodillas

Pasaron cinco minutos donde se estaba quedando dormida, la mano cálida de Adrián la despertó, se agacho para moverla lentamente y levantando su cabeza con los ojos entrecerrados observó al moreno que le sonreía con amabilidad.

—¿Estás satisfecha con lo que viste? —preguntó

—Me hubiera gustado más si contestaras mis preguntas, pero ahora es tarde y es mejor que dejemos la entrevista para mañana, ¿crees que puedas sacar tiempo para que conversemos? —respondió y su pregunta fue contestada con un asentimiento de parte del rey

La ayudó a levantarse y caminaron juntos hasta llegar a los jardines donde se quedaron observando el cielo.

 Había pocas estrellas y su luz iluminaba parte del oscuro cielo.

En el palacio todas las luces estaban apagadas excepto una, sus ojos se inclinaron a una habitación cuya luz estaba prendida, los aposentos de Eileen.

En su corazón sabía que algo andaba mal en esa habitación, se deprimió bastante, Adrián paso a ver aquella habitación y en ese momento entendió que era lo que pasaba.

Sintió compasión por Alysa, tanta que tomando su hombro se la llevó de aquella parte del palacio para que la luz junto con su inseguridad y lo que estuviera pasando en esa habitación no le afectará más de lo que lo hacía.

Se sentaron en una banca, en una noche fría con sentimientos fríos. 

No sabía cómo quitar la cara de sólo imaginar lo que estaba haciendo Bennett y lo que no podía hacer ella solo por mantener una fachada.

—Me permite darle un consejo —habló Adrián sacándola de todo pensamiento referente a Bennett —no piense en lo que hace el emperador, no se mantenga en su imagen, usted es una mujer fuerte, no imagino lo que son capaces de hacer las personas que cometen una infidelidad y hacen sufrir a otros, aunque usted no lo crea la pelirroja está sufriendo lo mismo que está sufriendo usted. Ella y usted comparten un hombre el cual tiene el ego más grande que haya visto en mi vida y créame que ahora que somos aliado no me cabe en la cabeza cuántas cosas más debo vivir para conocer perfectamente la mente humana

—¿Por qué aceptó la alianza? ¿Qué lo hizo escribir una solicitud y se enfocó tanto en completarla? —preguntó cambiando el tema 

—Me pareció interesante su imperio, la historia, la cultura, sus ventajas y desventajas, sus emperadores, en especial la emperatriz —contestó viéndola a los ojos con el brillo que acostumbraba

Sonrió por curiosidad a sus palabras, por interés en escuchar su voz, por seguir viendo su rostro hasta que acabará la madrugada. 

Adrián era una de esas pocas personas que lograban confiarle algo, en especial que tuviera que ver con su raza, el interés mostrado por Alysa lo hicieron continuar.

—He escuchado historias, de una mujer cuyo cabello es como el mar, su mirada es como el hielo y su temperamento es como el fuego si se le provoca, la belleza es indescriptible, casada por desgracia, pero si no fuera por ese matrimonio varios nobles estarían acortejándola y buscando la manera de casarse con ella —. Terminó de Hablar y escucho ligeras carcajadas de parte de Alysa




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