Falsa emperatriz

El amante

No hablaron después de aquel susto, Alysa le permitió que se recostara en sus piernas con la condición de que él le permitiera tocar su pelaje, algo de lo que no se arrepentía. 

Acariciaba sólo su cabeza para pasar delicadamente sus manos entre su pelaje haciendo un masaje que le estaba gustando. 

Con suavidad sobaba con sus dedos su cráneo cubierto de pelos plateados, hacía aullidos suaves, moviéndose ligeramente en sus piernas. 

—Eres más manejable así, no me imagino haciendo esto cuando eres humano —comentó sonriente 

Cuando Adrián la miró su sonrisa lo cautivo enormemente, volvió a girar su mirada ocultando sus ojos con sus patas. 

Rió ante la timidez de Adrián para luego observar la luna. 

—Deberíamos volver, es tarde y aun no entiendo por qué querías que te viera en este estado, es lindo pero no divertido —Alysa se levantó un poco y al momento Adrián salto de sus piernas 

Sentado movió su cabeza mientras veía cómo era que de su bolsa sacaba el frasco que en su interior tenía la poción, bebió un poco para luego quitarse el abrigo que traía puesto, era largo y acogedor pero tenía otros planes. 

—Puedes transformarte, no te preocupes por la ropa, puedes tomar mi abrigo —lo extendió hacia él, pero negó con la cabeza —¿entonces cómo quieres que hablemos? No es divertido cuando soy yo la que habla —cruzó los brazos con inconformismo —es como si estuviera sola 

Eso no le gusto a Adrián que al momento de escuchar esas palabras salir de su boca, se transformó a sus ojos sin pensarlo. 

Sus ojos se abrieron al ver el cuerpo desnudo de Adrián, un ligero rubor se posó en sus mejillas al notar los músculos del rey. 

Sus pectorales eran grandes, su cintura definida con el abdomen con montañitas a las que Alysa les gustaba decirle "cuadritos", sus brazos como esperaba tenían buena masa muscular y al bajar más a su entrepierna… no fue capaz de ver por respeto al rey.

Tenía una buena figura, de eso no cabía duda alguna, estaba tan paralizada que cuando él se acercó a ella, tomó su mentón levantando su rostro para que viera sus ojos. 

—Alysa —pronunció su nombre con profundidad —sí me sigues mirando de este modo pensaré que te estás enamorando de mí —comentó con una sonrisa 

—Lo dice el que me busca cada que tiene oportunidad —comentó con superioridad —Adrián, debo admitir que nuestras salidas nocturnas están tomando otro rumbo. Esto no es bien 

Se dio la vuelta para que el hombre se cambiará aunque ya hubiera visto todo, es bueno mostrar respeto 

«Tal vez no esté en mi sano juicio, tal vez estoy loca pero entre Bennett y Adrián… Tal vez sea mejor Adrián en todos sus sentidos, él es mejor. Pero qué quiero lograr, ¿de verdad es bueno que la manera de vengarme de mi esposo sea el adulterio? Si lo considero, él cree que puede romper sus votos y yo no, además si eso está mal ante los ojos del ser supremo ¡me vale! Ya rompí la ley desde que salve a ese guardia, ¿por qué me preocupo ahora? He cumplido cada ley que se me estipula, es tiempo de romper unas cuantas» analizaba en su mente con una sonrisa 

Debía admitir que estaba harta, Bennett, el imperio, la ley, las mentiras, la falsedad, ¿Qué más debía aguantar? Con el único que se sentía bien era con Adrián, él la hacía sentir especial, se lo dijo, y eso le sonó a declaración, pero dudo en ese momento. 

No volvería a dudar, confiaría, confiaría en ella y sabría utilizar las cartas después de todo… 

Ambos sentían atracción, un pequeño toque de amor. 

Su hombro fue tocado por una mano cálida, una mano que acarició con familiaridad, los labios de Adrián se pegaron en su oído y su aliento cálido le brindó confianza. 

—Estás muy pensativa ¿no era esto lo que querías? Que habláramos —Adrián tomó un poco de distancia contra su cuerpo, pero Alysa no se lo permitió 

—Sí, sí quiero, dígame Adrián, ¿cómo es posible que usted sea tan amable conmigo y cuando lo veo ante las demás personas o mujeres no parece tan conquistador? —preguntó dándose la vuelta, su mentón fue tomado nuevamente por Adrián, sus ojos brillaron, su corazón latió con fuerza y sus mejillas se ruborizan y no sabía por qué. 

Pero no era la única 

Adrián también estaba de la misma forma, algo en ella lo estaba haciendo estremecer en ese momento, su corazón estaba latiendo de una manera acelerada y lo que empezó como una táctica de guerra estaba tomando forma de un romance peligroso que estaba dispuesto a jugar. 

Debía admitirlo, su error en ese momento fue caer ante tanta belleza, elegancia y amabilidad. Lo que él tenía planeado hacer desde un inicio, lo hizo Alysa en unos días. 

—Porque mis ojos están puestos en una sola mujer, una mujer que no me pertenece —al decir eso su cuerpo se tenso al sentir como el cuerpo se Alysa lentamente se pegaba a él 

—Que desafortunado, parece que ambos tenemos el mismo problema —pronunció mientras el rostro de Adrián se acercó al de ella 

—Somos un desastre en el amor —comentó Adrián 

—No, solo yo — Alysa rodeo su nuca con sus brazos.

Se acercó a él pegando sus labios con los suyos.




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