Falsa emperatriz

Falsos rumores

Tantos rumores que les gustaba a la familia imperial, pero que desagrada a Eileen, que con solo escucharlos le hervía la sangre de la cólera. 

Escuchaba repetidamente decir lo maravillosa que era la emperatriz.

—La emperatriz es una mujer que se merece más, y esa concubina solo es un estorbo —una de las sirvientas rumoreaba con dos más 

—Es verdad, ella solo sirve para dormir es lo único que busca el emperador, ¿creen que la esté usando? —contestó una haciendo una pregunta 

—He escuchado que tuvo romances con demás nobles que estuvieron apunto de casarse con ella, pero por su poca capacidad intelectual no logró casarse —habló la tercera 

—Dicen que lo que tiene de bonita lo tiene de tonta —contrarresto en voz baja 

Eileen que escuchaba todo, se acercó a ella con una sonrisa fingida.  

—¡Hola! —dijo la pelirroja con alegría 

—¡Lady Eileen! —dijeron todas alarmadas  

—Parecen tener una conversación muy interesante, les importaría decirme de que hablan —mencionó amablemente 

Ellas se quedaron perplejas, no sabían cómo iniciar con la conversación y mientras temblaban, algo en su interior les decía que la pelirroja estaba enojada. 

Trataron de aliviar la situación con cumplidos. 

—Sólo hablamos de lo hermosa que es mi Lady —comentó una de ellas 

—A sí… —les siguió el juego aunque no supiera 

La halagaron por un tiempo, diciendo lo hermosa que era y lo contrario de sus comentarios anteriores; dejando ver lo hipócrita que podía ser la gente del imperio, o los que creen falsos rumores. 

«Hipócritas, son todos unos hipócritas» pensó Eileen con desagrado, al momento de irse y escuchar todo lo que tenían que decir sobre ella 

Apretando sus puños trato de relajarse al ver a Marie con sus damas caminando con elegancia, en una formación de diamante, al tenerla enfrente hizo una pequeña reverencia sonriente. 

—Madre me alegra mucho verla —comentó la chica 

—¿? —Marie estaba confundida por el extraño comportamiento de la chica al llamarla madre 

—Madre ¿le gustaría venir a tomar té conmigo? —inquirió Eileen 

—Me gustaría, pero desgraciadamente estoy ocupada y por favor no vuelvas a llamarme Madre, tú y yo no tenemos nada en parentesco. Con permiso —camino con elegancia al otro lado dejándola sola en el callejón 

«Pero si hace unos días fue amable, ¿Por qué ahora todos me tratan como si no importara?» pensó decepcionada analizando todo lo que acababa de pasar. 

¿Estaría pagando una condena? Todos parecían amables cuando se trataba de ella, pero ahora con la reconciliación de los emperadores no parecía importarle a nadie. 

De hecho, se sentía nadie, ignorada, con un vestido y zapatos que no representaban nada. Simplemente ignorada, no quería eso, no quería sentirse así, quería volver a ser el centro de atención de todos. 

«Tendré nuevamente lo que se me fue difícil conseguir»

*** 

Los encuentros entre Alysa y Adrián se volvieron frecuentes, la emperatriz había proclamado oficialmente a Adrián su fiel amante. 

Su beneficio era verse en las mañanas dado que estaba con Bennett haciendo más fuerte los rumores y en las noches estaría con su amante, fue un trato y una condición que los dos estaban dispuestos aceptar. 

Con tal de verse, todo estaba bien. 

Esa noche, estaba siendo abrazada por Adrián bajo un enorme árbol frondoso, le daba calor con su cuerpo y un abrigo de piel.

Las hojas caían con lentitud mientras su único testigo los observaba, la luna. 

—¿Cuánto tiempo te quedarás en el imperio? —preguntó Alysa acomodándose en su pecho 

—No mucho, creo que tal vez unos quince días más, solo para estar contigo —respondió pegándole contra su cuerpo 

—No tengo frío, puedes dejarme quieta —se alejó un poco de su agarre  pero sin dejar la comodidad que sentía —tenemos muy poco tiempo juntos 

—Sí —Adrián besó su frente con cariño tomando sus dedos entrelazándose con los suyos —pero haré que cada segundo sea eterno 

—¿Cómo? —preguntó sonriente levantándose sin soltar su mano 

—sígueme —comentó levantándose con fuerza 

Caminaban juntos en el extenso bosque, guiaba a la emperatriz con su voz sin dejar de hablar. 

Llegaron a un camino, donde los árboles cubrían arduamente el cielo junto con la luz de la luna, Adrián tomó una hoja de un árbol con una rama y haciendo un hechizo le propinó una ligera luz que le ayudó bastante a Alysa, ya que estaba perdida. 

—Nos alejamos bastante, ¿a dónde me llevas? —estaba nerviosa 

—A un lugar que muy pocos se atreven a conocer —comentó Adrián y alzando su mano un brillo destellante salió de ella 

La puso contra el suelo dando una hermosa visión, de un lago cristalino donde podía ver su reflejo en él, torres alejadas de ellos y pequeñas flores doradas que se posaban y caían en el lago haciendo ondas. 




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