Falsa emperatriz

La partida del rey

Fue un día largo, no tuvo tiempo de hacer mucho y su cuerpo estaba adolorido. 

Se acostó en la cama con el pecho en contacto con el colchón y la espalda al aire, sus brazos servían como soporte para su cabeza, sus ojos se estaban cerrando lentamente. 

No logro conciliar el sueño cuando escucho la puerta de su habitación abrirse con familiaridad, levantó la mirada y Adrián se acercaba con lentitud. 

Una sonrisa pegajosa se posó en sus labios, se levantó rápido de la cama para abrazar al recién llegado con cariño y amabilidad. 

Él correspondió al abrazo ejerciendo más fuerza que Alysa, besó su cabeza en repetidas ocasiones cariñosamente, apretando su cuerpo contra el suyo.

—Me alegra tanto verte —Adrián acariciaba su coronilla 

—A mí también, pero no está permitido que vengas a mi habitación y lo sabes —se separó de él engañándolo por su descuido, aun así, se aseguró de cerrar la puerta de su habitación 

—No podía contenerme, además me preguntaba cómo habías amanecido, en mi mente te hacía adolorida y postrada en cama. Me preocupaste —contestó Adrián nuevamente aferrándose a ella 

Le gustaba eso, ser acorralada por él, lo disfrutaba más que con su esposo. 

—¿Nos veremos más tarde? —preguntó Alysa sonriente 

La expresión de Adrián cambió y sus ojos se tornan depresivos, bajó un poco la cabeza y tomando su mejilla, sonrió con el ceño doblado, dándole una mala vibra a Alysa 

—No nos volveremos a ver, debo regresar y Marcus recomienda que esta noche debo quedarme con él solucionando algunos inconvenientes, además cree que mis salidas nocturnas son sospechosas —explicó Adrián  

—¿Él te había visto salir? —preguntó sorprendida 

—No, solo me escuchaba entrar a la habitación, no era nada discreto a comparación de cuando entré a tus aposentos —contestó relajado 

Alysa suspiró profundo sonriendo, definitivamente iba a extrañar todo de él, Adrián se llevó la mano al bolsillo sacando de éste una piedra preciosa parecida a un rubí. 

La puso en sus manos y besó sus nudillos. 

—Adrián… 

—Cada vez que te sientas sola, que sientas dolor, tristeza y se enfríe tu corazón, toma esta piedra, ponla contra tu pecho y sentirás mi calor abrazarte. No estaré en presencia, pero esta piedra te hará sentir mi amor por ti —dijo besando su frente 

—No quiero que te vayas —susurró Alysa con el ceño doblado 

Sin darse cuenta por la concentración en la que estaba con el rey. La puerta fue abierta lentamente sin producir ningún ruido. 

—Nos volveremos a encontrar. Aunque las condiciones no sean las mejores —Adrián tomó su barbilla juntando sus labios con los de Alysa 

Ese beso fue apasionado,abrazó su cuerpo sin dejar aquel calor que los unía.

Estuvieron largo tiempo así, Adrián abrió ligeramente los ojos y su mirada se fijó en los ojos de un hombre que los observaba a través de la pequeña abertura de la puerta, fue realmente intimidante ver la mirada de Adrián. 

Esos ojos que brillaban de forma sobrenatural, la mirada fuerte que desprendía en ese momento y la manera en la que se aferró Alysa. 

Parecía un animal protegiendo lo que le pertenecía. 

La persona que los observaba lentamente se apartó, la mirada de Adrián lo intimidó y los actos de Alysa lo sorprendieron.

Estaba paralizado. 

Se separaron de su beso y Adrián dejó la piedra en sus manos, pego sus labios a su oído, dejando que su cálido aliento la envolviera. 

—Fue el mejor mes de mi vida, cada instante contigo fue perfecto, como tú —susurró con voz grave provocando en ella un sonrojo 

Un sonrojo que fue intenso. 

Se despidió de él con un abrazo, un fuerte abrazo ya que al día siguiente no podría hacerlo, no estaría permitido. 

Adrián salió de su habitación por el balcón cayendo y escabulléndose por los jardines.

Como un paseo nocturno terminó encontrándose con Eileen sentada en el borde de una fuente, con un abrigo cubriendo su cuerpo y analizando su cabello rojizo que brillaba con la luna.

—Debería entrar al palacio, si se queda aquí se enfermara —comentó estando a un lado de ella 

—Después iré, ¿no debería estar empacando? —inquirió con prejuicio 

—No debería estar durmiendo, había escuchado que lady Eileen había subido a su habitación a dormir —contestó carismático 

Ella rió, no pelearía con él, no con un monarca, luchar con Adrián no era su objetivo. 

Observo la luna tranquilamente distrayéndose en su belleza.

—¿Le gusta la luna? —preguntó Eileen 

—Sí, ¿y a usted?

—También, me recuerda a alguien que amo, alguien que usted conoce —Eileen habló con profundidad, estaba concentrada en su brillo y en lo que faltaría para que Bennett fuera completamente suyo 

Adrián entendió su comentario, observó la luna por su cuenta quedándose segado en ella, bajo aquel brillo de luna que rodean las estrellas, el rostro de Alysa imagino con belleza.

«Me dará muy duro mi partida, porque además de dejar roces con tu esposo obtuve caricias y cariño de tu parte» pensó sonriente alejándose en silencio de Eileen 

Algo que le pareció grosero a la joven amante.

*** 

Al día siguiente, temprano en la mañana, en la entrada del palacio, Alysa y Bennett despedían a sus invitados y aliados, fue una reverencia de los tres monarcas para despedirse. 

Fue una despedida rápida, sintió tristeza al verlo alejarse, pero debía ocultarla por Bennett que la rodeó con su brazo entrando juntos al palacio. 

Eileen observaba por la ventana cuando el rey se fue, sonrió al saber que ya estaba lista para empezar su plan, debía admitir que sintió celos al ver a los emperadores dándose cariño y lo había sentido desde que dejó de tocarla. 

Se sentía exiliada por ellos dos, pero ya no volvería a pasar, ahora quien gobernaría en el corazón de su majestad sería ella. 

«Todo ya está organizado, esperare cinco días para que este con Alysa, para que ella se encariñe con sus caricias y cuando Bennett tome la copa de vino él será mío, destruiré a la emperatriz con lo que más ama» estudio nuevamente el plan con una sonrisa inquietante que al mentó de escuchar pasos aproximándose cambió su expresión 




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