Falsa emperatriz

El emperador y su amante

Era evidente que sus palabras lo enojaron, pero qué podía hacer, estaban en una audiencia, frente a nobles, el pueblo y ante rangos que con sus miradas juzgaban. 

Bennett la mataba con la mirada, Alysa se mantuvo serena, lo observó ligeramente acercándose a él.

—No me mire así, no podemos pelear cuando estamos en una audiencia —recomendó Alysa haciéndolo caer en cuenta 

Fue su expresión lo que cambió todo en la habitación, ambos emperadores no estaban de humor.  Aun así, tuvieron que mantener la compostura, una con una sonrisa, el otro con una seriedad grata que se manifestaba con la mirada. 

Anhelaba que su mirada cambiará al menos hasta que terminará con la sesión. 

Fue más rápido de lo que pensaba, al terminar, se quedó en una habitación con Bennett. 

Trataría de ser lo más clara y calmada posible, no tenía ganas de pelear, quería recostarse y descansar su cuerpo.

—¿Por qué tenías que decir eso? Sabes que deseo capturar a esos guardias y tú me limitas 

—Porque muestra más interés en tu amante que en el imperio, eso me enoja, no me gusta —respondió Alysa a su pregunta 

Bennett cerró los ojos con arrepentimiento. 

—Dejemos este tema así, no quiero pelear con usted, con permiso —se retiró dando la espalda sorprendiendo a Alysa con su comportamiento 

«¿Este es mi esposo? Cuando peleamos siempre soy yo quien se retira, porque no me gusta malgastar mis palabras… pero ahora que es diferente, es extraño, su comportamiento es extraño» la emperatriz estaba asombrada, fue un golpe que no esperaba ver en el emperador 

***  

Tomaba sus clases de etiqueta con su tutor, se aseguraba que todo moviendo que estuviera realizando fuera elegante, hermoso y digno de admirar. 

Su rostro se iluminó al ver a Bennett acercarse a ella y hacer un asentimiento con la cabeza. 

Los ojos de Bennett había cambiado un poco de color, algo que le alegro, y cuando lo tuvo a su lado su corazón latió de una manera desenfrenada. 

Cálido fue su tacto, traviesos fueron sus labios, que como dulces cerezas la besaron. 

Bennett acarició su vientre, sonriendo, se sentía bien estar al lado de la persona que ama, fue su piel suave, su voz y cabello con lo que el emperador se maravilló cuando la vio, aún estando sucia y maltratada se veía hermosa. 

—Eileen, ¿pasaste una buena noche? —inquirió tomando el mentón de la chica 

—Maravillosa, fue una noche maravillosa —respondió a la pregunta con tal felicidad que fue inevitable no sentir envidia 

Ver una pareja sana, en una relación de mal tercio era desagradable, pero para los ojos de los nobles demostraba poder. 

En el caso de los emperadores, si esto lo cometía una mujer se consideraba adulterio digno de la horca o la hoguera.  

Fueron a sentarse en un sofá cómodo donde su calor era como el fuego. 

La tenía subida en sus piernas cargándola como si fuera un bebé. 

—Debió ser una noche dura —comentó acomodando una de sus manos en el muslo de la chica 

—Lo fue, ¿pero sabes que también fue? —preguntó con una sonrisa pegando un poco su rostro con el de Bennett 

—Que —siguió con una sonrisa que iluminó su rostro 

—Pasional —respondió Eileen besando los labios de Bennett

Debía admitir que tener al emperador nuevamente en sus brazos y encantos era realmente reconfortante.  

—Eileen, dime ¿que has aprendido hoy? —inquirió Bennett y ella levantándose de sus piernas sólo rió 

—No mucho, solo como puedo ser una dama digna de la corte —respondió  

—Enséñame —ordenó 

Ella aceptó, tomando una taza de té vacía con una cuchara, hizo como si estuviera bebiendo de ella con una elegancia que parecía broma. 

Hizo caras al fingir que bebía, para luego hacer una cara burlona ante él. 

—Juguemos memoria —propuso la mujer 

—De acuerdo, ¿quieres empezar? —inquirió 

Ella afirmó con la cabeza, sonrió llevando el dedo encorvado a la barbilla haciéndose la que piensa, recordando un momento inolvidable para ambos. 

—Ok, hay un hombre muy guapo, en la mansión de un noble, rico, apuesto y con mucho poder… —movió su mano de manera singular para que prosiguiera 

—Una dama, hermosa, pero encerrada, con cabellos de fuegos que invaden a este hombre. Sus ojos claros clavados en él —comentó 

La historia iba cobrando sentido

—Una puesta de sol, el roce de un “hola” y un cálido tacto de mejilla —Eileen  tenía un tono de voz dulce 

—Unas cuantas mirada, una noche, una caricia y un beso —siguió Bennett 

—Una noche de pasión —comentaron ambos 

El rostro de la chica brilló al saber que él recordaba su primer encuentro y como fue aquella vez donde sus bocas se tocaron por primera vez.

—¿De verdad lo recuerda? —fue tierna al hablar 

Él sonrió tomando sus manos para besarlas, la observó dulcemente con una mirada que le flechó el corazón. 

—Lo recuerdo como si fuera ayer. Me juré ese día liberarte de aquel infierno, lo antes posible para tenerte nuevamente en mis brazos. Eileen —la profundidad de sus palabras fue tal que llenó su corazón de nostalgia 

Fueron hermosas, él era hermoso, no se imaginó volver a tener al emperador entre sus brazos, romántico, pasional.

La llama de su corazón debía seguir latiendo por él hasta el día de su muerte.

—No importa cuanto haya sufrido, al final tuve al hombre que amo —las palmas de sus manos se pegaron en sus mejillas apretando un poco el rostro del hombre que tenía al frente   

Bennett la abrazo fuerte acariciando sus mechones rojos, ella solo respondió al tacto. 

—Eileen, baila para mí —comentó Bennett  

Con esas palabras ya sabía que era lo que quería, cerró la puerta con llave y empujando al emperador en el asiento acomodó ligeramente su mano en su pectoral izquierdo y pegado su frente con la suya, sonrió. 

—Mi amor, debes prometer que complacerás todos mis deseos —dijo Bennett y la pelirroja asintió con la cabeza  




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