Falsa emperatriz

Veneno mortal

Cuarto y último capítulo de la actualización cuádruple por navidad y año nuevo 

 

Durante una semana Bennett estuvo buscando indicios que demostraran que Alysa era una farsante, que no tenía sangre noble y que todo en ella era impuro.

Sin embargo, no encontró nada, no habían indicios, resúmenes o algo que le demostrará a él que estaba mintiendo, su única opción era una prueba de ADN con Ossian. 

De esa manera sabría la verdad.

Fue un día pesado, no sabía nada de Alysa. No quería verla y estaba buscando la excusa perfecta para divorciarse de una vez, quería ser el héroe y ahora con Ossian como posible ficha a clave, no podía esperar más tiempo.

Tenía unas tijeras guardadas en su bolsillo, había conseguido un mechón de cabello de Ossian durante una conversación, ahora solo faltaba el de Alysa.

Estaba listo para empezar su plan, pero antes de salir de la habitación, un guardia abrió la puerta con brusquedad entrando sin previo aviso.

—Majestad. ¡Lady Eileen ha sido envenenada! —anunció él, paralizado

Bennett al escuchar esas palabras salió de su despacho dejando todo atrás, sus pensamientos, el plan y el trabajo.

Corrió apurado para socorrer a Eileen, no tardó mucho para que llegara a la habitación donde la pelirroja estaba acostada sobre la cama con sus manos en el vientre y un médico a su lado.

Bennett estaba paralizó al verla, su respiración era agitada y la preocupación aumentó.

Se acercó al doctor asustado y el hombre lo tomó de los hombros. 

—Majestad, debe relajarse ella está estable —comentó él tratando de relajarlo

—¿Y el bebé? —inquirió preocupado 

—Está bien, afortunadamente el veneno no afectó mucho, logramos darle el antídoto antes de que se expandiera. Ellos son muy fuertes —explicó

Eso no lo tranquilizó, estaba asustado por el bienestar de los dos, no soportaba verla acostada en la cama, pálida, sin poder moverse y cuando su vida corría riesgo.

El doctor se acercó a ella para examinar un poco, Bennett solo observaba por encima, él suspiró dejando sus elementos en el maletín, tomó una aguja y la inyectó en su brazo.

—¿Qué es eso? —preguntó 

—Un calmante, su cuerpo aún está entumecido, debe dormir bien para que despierte consciente. Le recomiendo no molestarla, y déjela dormir, está estable su majestad, así que no debe temer —explicó tomando su maletín guardando las últimas cosas en él 

Se despidió de Bennett y salió de la habitación.

Estando solo, Bennett tomó una silla cómoda, la acercó a la cama, tomó una de sus manos y la apretó besándola.

Se acomodó en el sofá, sus ojos pesaron, su cuerpo no quería levantarse y su cansancio aumento, observaba el cuerpo de la mujer inerte en un sueño profundo.

Su vista se nubló, cayendo en un profundo sueño.

En la mañana Eileen fue la primera en despertar, su vientre dolía un poco, su cuerpo lo sentía entumecido como si miles de cuchillos hubieran atravesado su carne. 

Sentía calidez, al girar su rostro observó al emperador que aún sujetaba su mano con cariño, se sintió conmovida por la escena y sus ojos se aguaron. 

—Majestad —pronunció 

Trató de levantarse pero le era imposible ejercer la acción, le dolía todo. 

No quería moverse, no quería alejarse de él, y solo esperó allí acostada a que Bennett se levantara.

Eso tardó más de media hora, al momento de Bennett levantarse soltó la mano de Eileen en un descuido, se estiró en la silla, restregó sus ojos y al abrirlos, su amante lo miraba curiosa.

No evitó abrazarla, besarle la frente y sonreír al verla abrir nuevamente los ojos. 

—¡Mi amor qué alegría verte! ¿Te duele algo? ¿Quieres que llame a un médico? 

—No hace falta… —sonrió un poco con dificultad hasta ciertos segundos donde su rostro se oscureció —¡El bebé! ¡¿El bebé está bien?! ¡Mis bebés están bien! ¿Cierto? —Eileen asustada tomó las mangas del traje de Bennett y se aferró a ellas 

Se quedó sentada en la cama, asustada por el estado de sus bebés.

—Tranquila, está bien, debes relajarte —Trato de calmarla tomándola de los hombros obligándola a recostarse 

Ella respiró tranquila al escuchar esas palabras, no había duda de que al tenerlo a su lado, atento a cualquier necesidad se sentía bien.

Aunque tuviera una cara de cansancio, de incomodidad y que su cabello y piel estuvieran hechas un desastre debía admitir que se veía tierno.

Sobo su vientre con una sonrisa, Bennett también hizo lo mismo sobando su estómago con cariño.

—Eileen, ¿recuerdas quien te hizo esto? —. Preguntó con profundidad en su voz 

Se quedó callada un par de segundos.

—Sí, pero temo que no te gustaran mis palabras —comentó 

—No importa, solo dime quien fue 

—Fue la emperatriz, vino a noche a dejarme unos pastelillos. Luego se fue, yo… comí uno pero me supo mal y después de eso no supe qué pasó —respondió la chica 

Bennett apretó los dientes y sus puños por la ira. 

Eileen tenía el ceño doblado, mientras observaba a Bennett. 

Él la abrazó ligeramente sobando su cabeza, levantando un poco su cuerpo quedándose a su lado, la cabeza de Eileen se apoderaba de su regazo.  

Su respiración era lenta y pausada, tenía una ligera sonrisa en sus labios al escuchar su corazón latir.

—Majestad, ¿que le hará a la emperatriz? —inquirió Eileen 

—Eso lo estoy decidiendo, tengo muchas ideas para ella —contestó 

Ella sonrió bajo su regazo, su plan había salido a la perfección.

«Ossian dijo que puedo usar la verdad cuando quiera y quiero echar a Alysa del palacio, ya me encargue de Rodolfo, ahora solo falta la emperatriz, al menos mis hijos soportaron el veneno, me arriesgue mucho al beberlo, pero estoy bien» 

***

Como se esperaba la noticia llegó a todos lados, el envenenamiento de la amante del emperador llegó a tal grado que terminó en los odios de Alysa. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.