Falsa emperatriz

Falsa emperatriz #2

Lo primero que vieron sus ojos al abrirse las puertas fue a Bennett, dio un paso al frente, su tacón resonaba en la habitación, su rostro se mantenía serio, no hizo contacto visual con ninguno a excepción de su esposo.

Los nobles la observaban y mientras caminaba, ellos se agachaban ante su presencia.

Entre esos tantos, estaba la duquesa Carlota junto con su esposo, la observó con discreción sorprendida por su presencia. 

No esperaba verla allí, pero no le prestó mucha atención, entre esos tantos nobles ella era la menos importante. 

Subió los escalones del trono, se dio la vuelta y se sentó en su lugar, en el trono de emperatriz. 

Bennett no dejaba de sonreír algo que llamó su atención.

Sostuvo su mano atrayendo la atención de aquel hombre.

—¿A qué se debe esta reunión? —susurró 

—Ya lo verás —contestó 

Afirmó con la cabeza, estaba tranquila al igual que el emperador. 

Las puertas de la sala nuevamente se abrieron, pensó que había llegado otro noble de improviso,pero no fue así, entre los presentes un chico de cabello azul se presentó ante todos.

Tenía un elegante traje azul, la camisa del traje era blanco, con un pañuelo en el cuello del mismo color, la chaqueta era color azul con decoración plateada alrededor de esta, con una cola de pato.

El pantalón era negro y sus zapatos brillaban, estaban bien lustrados, ni parecía un plebeyo.

Era mucha elegancia para él.

Todos al verlo pensaron que se trataba de un nuevo noble, y uno muy guapo para los hombres y mujeres que lo observaron.

Atraída por el joven observó a su esposo con el ceño tenso.

—¿A qué se debe su presencia? —preguntó con un susurró, con sus ojos aún pegados en él

Ossian se paró en medio de toda la multitud y los nobles lo rodearon en U.

—Nobles de la alta corte, me temo que tengo una horrible historia que contarles. Nuestra emperatriz no es la mujer pura que creen —declaró ante la multitud 

Los nobles estaban confundidos, les parecía una falta de respeto que estuviera declarando blasfemias ante los gobernantes.

La piel de su majestad la emperatriz se torno de un color blanco.

Ambos emperadores estaban en una situación apretada, aunque sus miradas fueran de alivio y tranquilidad, por dentro estaban acabados, en especial la emperatriz, el puesto de emperatriz se le sería arrebatado, y el trono en donde estaba sentada sería dado a otra.

Si las cosas continuaban así.

La tensión en aquella sala junto con las miradas puestas en ella eran agobiantes y acosantes, el hombre en medio de la multitud daba su declaración.

—La emperatriz Alysa no tiene sangre noble, fue adoptada y criada por la familia imperial, pero ellos engañaron al antiguo emperador y la hicieron pasar por la realeza. También es acusada por intentar matar a la amante del ahora emperador Bennett y por falsificar y esconder las pruebas de paternidad que se le hicieron al duque quien dice ser su padre biológico, ante todas estas acusaciones el emperador Bennett es quien ahora tiene la palabra y deberá decidir qué hacer con esta farsante —señaló a la emperatriz

Esas palabras hicieron que los presentes en la sala defendieran el puesto del emperador y el de la emperatriz.

—La ley de este imperio y de los demás, exige que debe haber una emperatriz y un emperador, juntos con la sangre de un noble, si no existe entonces, no podría llegar al puesto y la corona pasará a otro que sí cumpla con estas capacitaciones —la duquesa Carlota agitaba su abanico con una leve sonrisa en sus labios

—Es bastante exigencia, además quisiera ver qué pasaría si todo lo que dice este hombre es cierto —mencionó un noble con broma 

—La emperatriz aún puede tener hijos con el emperador, además ¿cuando han visto que el hijo de una amante obtenga la corona?, mientras la emperatriz le dé un hijo al emperador su puesto aún estará salvado, al igual que este imperio —mencionó el consejero real

Todos empezaron a dar sus opiniones del tema ignorando rotundamente la palabra del emperador. 

Quien estaba aburrido de escucharlos, se masajeó la sien y una vena brotó de su frente, apretó sus dientes y se levantó de su trono.

—¡Silencio, yo soy el emperador de este imperio, así que yo decido qué hacer con la emperatriz! —Dijo en voz alta

Alysa estaba muerta de la vergüenza, pero se mantenía en su posición, las personas que estaban a su lado la empezaron a señalar y a juzgar, y Marie quien representaba la familia Edevane la miraba con desprecio.

Pensó mucho en sí ella tenía la culpa de algo, pero todas esas estúpidas acusaciones eran falsas, o parte de ellas.

—Solicitó el divorcio y el destierro de la emperatriz Alysa —dijo en voz alta

«Destierro»

—¡Espere, esto una locura!, no hay pruebas suficientes para incriminar a la emperatriz, su majestad le pido que recapacite su decisión y piense bien las cosas —gritó un noble esperando que su decisión fuera tomada

Alysa apretó su vestido y miraba al emperador con odio, los demás quedaron boquiabiertos y con cara de sorpresa.

No les importaba que pasara con la emperatriz, lo que importaba era el imperio, sin una emperatriz tan buena como ella, el imperio estaría acabado.

—Su majestad, puede mostrarles las pruebas que me incriminan —Alysa lo miró con frialdad

—Sí usted quiere —Bennett sacó de su bolsillo varios papeles, entre esos la prueba que le hizo con los resultados falsificados y un acuerdo entre la familia imperial y la familia de Alysa —¿Esto es suficiente?

«De dónde los saco» pensó Alysa

Bennett mostró los papeles y los empezó a leer frente a todos, los nobles empezaron a murmurar y todos se pusieron del lado de Bennett, fue una escena muy humillante que ella quería olvidar.

—Teniendo en cuenta esto, quiero que se quede en sus aposentos hasta el día que llegue el momento del divorcio. Por ende, ya no será llamada emperatriz —Bennett tenía el ceño fruncido —, hemos terminado con esto, los invito a que sean testigos de mi divorcio.




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