Falsa emperatriz

El último adiós

—¿Qué?

No podía creer lo que escuchó, fue inesperado, poco convencional. 

Trato de ocultar la sonrisa que en su mente estaba formando bajo triunfo.

—Lo que escuchaste, voy a  divorciarme de Alysa, ella no cumple con las características de una emperatriz —comentó

—Pero, su manejo y habilidades son increíbles, ¿por qué se quiere divorciar? 

«¿Será posible que descubrió la verdad sobre su origen?» 

Bennett se quedó callado un rato.

—No es eso, solo que no puede cumplir con un hijo y con su sangre. Su legado está intacto, pero el líquido que corre por sus venas no es lo que busco —confesó 

Observó el vientre abultado de su amante, tenía alrededor de tres meses y medio, próximamente cuatro, los cumpliría al menos dentro de una semana.

La sospecha de posibles gemelos se estaba tornando en la mente de Bennett, había visto una cantidad de mujeres embarazadas, pero nunca con el tamaño del vientre de su amada.

Si sus cálculos no fallaban, podría aparentar tener seis meses.

Lo acarició, abrazando a Eileen. 

—Tú serás las siguientes emperatriz, y mis hijos serán nombrados príncipes —comentó 

Sus palabras la llenaron de alegría y a la vez de angustia por manejar el imperio, no sería sencillo, pero con educación Eileen podría completar esa fase.

Incluso, ser mejor emperatriz que Alysa.

—Su majestad, ¿cree que yo seré mejor emperatriz que Alysa? —preguntó con una gran sonrisa 

—Sí, serás mejor que ella 

Rió en voz baja al escucharlo, de verdad amaba ese tipo de confesiones.

Había hecho bien, la verdad salió a la luz, sus bebés estaban bien después de envenenarse, tenía a Bennett comiendo de su mano y lo más importante tendría todo un imperio a su disposición.

Bennett por su parte, había estado pensando en grandes castigos para Alysa, como su plan salió tal cual lo planeado, mandó a llamar al sumo sacerdote para que se hiciera responsable del caso.

Él había explicado todo en una carta, por ende no había juicio, solo acusaciones. 

Observó a Eileen, quien observaba su vientre y tenía muy cerca su mano de la suya. 

Era hermoso ver a esa chica embarazada. 

No perdía la belleza y se veía como una hermosa madre joven.

—Eileen, mis hijos y tú fueron afectados por Alysa, quiero que escojas un castigo para la emperatriz. Como tu primer juicio como gobernante —mencionó Bennett con la mirada perdida en el vientre de su amante 

—¿Cualquier castigo? Su majestad… —su voz fue inocente y sus ojos brillaron 

Él asintió con la cabeza.

«Sé que la incrimine, sé que me ignoró y sé que su estatus es grande, pero ahora yo soy la emperatriz, y debo demostrar mi poder como tal… estoy segura que ella nunca a dormido en el suelo… vamos a darle algo de humildad» la mirada de Eileen se oscureció mientras pensaba en el lugar perfecto para tenerla 

—Bennett, se que ella es tu esposa, pero sus daños fueron graves, así que quiero que sea encerrada en las mazmorras, sin comida durante una semana —declaró con un tono de voz serio 

—Eileen eso es mucha crueldad, quiero que seas dulce, es cierto que ella te envenenó, pero no puedo permitir eso. Qué te parece hasta que llegue el sumo sacerdote para el divorcio —exclamó él 

Se quedó pensando unos cuantos minutos, su idea inicial le había gustado más que la actual, pero él tenía razón.

Debía mostrar amabilidad, ser piadosa y dulce, no como Alysa que era cruel y despiadada. 

—Está bien, pero quiero que vea la luz del sol, así que encerrada esta noche. Es lo único que pido —ella con un sentimiento en su voz de tristeza y baja preocupación tocó el corazón del emperador 

Él asintió con la cabeza, le pareció justo la propuesta de su amante.

***

Eran las seis de la tarde, estaba anocheciendo y después de llorar en el regazo de Elizabeth y alistar todo para su escapé, tenía que hacer una última cosa antes de irse.

Abrió la puerta de su habitación, con una caja en las manos, los guardias que custodiaban su puerta le negaron el paso al poner las espadas en X.

—Lo lamentamos su maje…. Alysa pero las órdenes son claras, no salir de la habitación —explicó uno de ellos sin poder verla a la cara 

—Sir. Golden, hace bien su trabajo, pero aún no me he divorciado así que sigo siendo su emperatriz 

—Sí, pero las órdenes del emperador… 

—No importan, aun soy la emperatriz y mi palabra vale tanto como la de él —dijo con autoridad —, además si gustan acompañarme a la habitación de lady Eileen, vamos 

Ellos hicieron contacto visual ante las palabras de la mujer, pensaron bien sobre lo planeado y al final terminaron todos en la habitación de Eileen.

Ella estaba parada a unos cuantos metros del fuego, Alysa delante suyo tenía una mirada seria, fría y calculadora la cual no le gustaba 




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