AMÉRICA DEL NORTE, 2010
Seguramente el alba tocaba las siete y media de la mañana, un poco menos tal vez. Había una niña de cabello rojizo oscuro como las llamas furiosas del fuego en un incendio forestal, sus ondas largas bajaban y terminaban cerca de su cintura, crecía tan rápido que en pocos meses tocaría sus talones si no lo cortaba, pero su cabello, sus ojos, toda ella era tan inusual que se negaba a cambiar algo de su apariencia. Era la niña más hermosa que cualquier ojo humano pudiera ver, era casi una diosa, cualquier creyente de la mitología griega le preguntaría si hizo un pacto con Afrodita.
Aleida Schneider era su nombre. Una preciosa alemana con una vida lamentable. Una pena que tanta belleza desperdiciara lágrimas en el funeral de su madre, quien era mortal al igual que toda su familia mientras que ella estaba destinada a reinar.
Su piel, tan blanca como la nieve era una hermosa combinación junto al clima frío y pálido. El sol intentaba asomarse, pero la tristeza de aquella pequeña lo obligaba a sumergirse entre las nubes que lo cubrían, pidiéndole respeto hacia los sentimientos de su ama.
Desde esa triste imagen pasan meses y de meses pasan años, la niña se vuelve una adolescente de dieciséis, aunque aparente ya la mayoría de edad gracias a sus facciones maduras pero a la vez lo suficiente juveniles y delicadas. Su belleza solo va en aumento, atrayendo a cuán hombre se le cruce, de todas las edades, pero ella se limita a decir que no y dejar de llamar la atención porque el hecho de que las personas la miren la pone en peligro y a sus alrededores también.
Mientras crece un año y se eleva unos centímetros, en su cerebro desarrollado muchas reacciones químicas evolucionan de forma sobrenatural y maduran como un fruto antes de tiempo, las desgracias y la violencia la vuelven lo que su naturaleza la dicta a ser: una especie fría, egocéntrica, mitómana y deshumana. Sabe que haría lo que fuera por proteger su vida y la de los seres que ama.
Mataría a quien fuera, arruinaría a cualquiera e incendiaría cada rincón del planeta de ser necesario.
Esa es Aleida, por más adolescente que su cuerpo sea, su mente es un laberinto oscuro que busca consumir cada rayo de luz, aunque la calidez no quiere salir de su pecho y su mitad humana le dice que algunas cosas estaban mal y otras bien, siempre impulsándola a seguir al lado bueno, sus poderes le indican que no es malo acabar con quien quisiera hacerle daño.
Es una cuestión de supervivencia, no un juego de tonta moral.
Por eso tendría que elegir el lado que tomaría.