Fantasía de un último deseo

Encuentro con el destino

Al día siguiente de ver las extrañas visiones desde el autobús, Alex se levantó muy temprano a trotar. Debido a actividades futbolísticas en el estadio, el entrenamiento de atletismo del día se cancelaba. El entrenador había dado descanso para todos sus atletas, pero Alex no conocía esa palabra. El descanso es para los débiles, decía muy a menudo.

Mientras trotaba en la calzada principal de una avenida, pensó en lo que había sucedido en el cerro y en el bus.

"Definitivamente ambas cosas en el cielo eran iguales. Lo extraño es que solamente yo lo logré ver. No creo que esté loco ni que lo haya soñado. Estoy seguro de que todo eso fue real. Debería pasar ahora mismo para ver realmente qué es. Pero en el cielo no hay nada, mire a donde mire; solo veo nubes y el sol brillando con intensidad. Mejor se lo cuento a alguien, tal vez pueda conseguir ayuda; quizás de verdad estoy loco. Veamos, ¿a quién se lo cuento? Andrew y Charles no, porque ya no me creyeron. Podría decírselo a uno de mis mejores amigos. Podría ser a Nicholas. ¡Sí! De seguro él va a entender lo que me pasa y puede que también le esté sucediendo lo mismo. Quién sabe. Lo iré a ver a la escuela en un rato más". 

Pero no fue necesario. Como si sus pensamientos lo hubieran llamado, su amigo le gritó.

―¡Alex!

Transitaba en la calzada frente a la que estaba trotando Alex. Al lado de él y tomándolo del brazo, iba una mujer.

―¡Hola Nico! ―gritó Alex.

Paró de trotar. No era necesario ir a la escuela. Podía conversar con él ahora, si es que no estaba tan ocupado con aquella muchacha.

"Vaya que se ven cariñosos. ¿Serán novios?"

―¡Alex, qué bueno verte! ―dijo Nicholas. Se dieron un fuerte abrazo.

Nicholas un joven de la misma edad de Alex. Hace dos años, Nicholas entrenaba junto a él, y también se dedicaba a jugar básquetbol. Pero actualmente solo pasaba tiempo en la computadora y en la consola. Aun así, mantenía un buen estado físico.  Es el mejor amigo de Alex, sin duda. Se conocieron hace años en la escuela, cuando ambos iban en el mismo curso. Desde el principio fueron muy amigos y con el correr de los años su amistad se fortaleció. Lamentablemente Nicholas repitió en el segundo nivel de la secundaria por malos resultados académicos y no volvieron a ser compañeros de clase, pero no fue motivo para romper la amistad. Actualmente ambos son un pilar muy importante para el otro.

―Hola ―saludó Alex a la acompañante de su amigo.

―Mucho gusto. Al fin conozco al mítico Alex ―dijo ella.

―¿A qué te refieres con "mítico"? ―preguntó sonriendo.

―Solo le he contado cosas de ti y las tonteras que a veces cometes ―Respondió Nicholas―. Como no hemos hablado desde hace varios días no te he contado quien es ella. Es mi novia. Se llama Ivette.

Alex quedó sorprendido. El desgraciado de su amigo tenía una novia. ¡Vaya! En el pasado había aconsejado a Nicholas con sus problemas amorosos. Solo una vez había tenido pareja y al final todo había resultado mal. Y ahora otra vez. ¿Volvería a caer en lo mismo? Alex prefirió reservarse cualquier comentario incómodo e inapropiado. Su amigo se veía feliz. Y ella también. Eso era lo que importaba. El resto, pasado pisado y olvidado.

Su nueva novia, Ivette, era delgada. Muy delgada, a decir verdad. El pelo negro corto combinaba con su vestimenta (una blusa gastada y unos pantalones que le quedaban grandes) y ojos del mismo color. A simple vista, se veía apagada. Daba el aspecto de tener muchos problemas, pensó Alex.

―¡Felicidades! ¿Cómo se conocieron?

―Somos compañeros de clase. Llevamos recién tres semanas. Y nos conocimos hace un mes.

―¿Ah? ―Alex quedó extrañado―. ¿Se conocieron y comenzaron su romance de inmediato?

― Más o menos. Nos vimos por primera vez el primer día de clases. A los días después fuimos novios. Fue un flechazo. Amor a primera vista.

―¡Vaya!

―¿Y tú? ―preguntó Nicholas.

―¿Yo qué? ―dijo mirando a su amigo con el ceño fruncido. Sabía a lo que se refería. No quería hablar sobre eso. Preferiría que no.

―¿Cuándo tendrás novia?

Miró al cielo, suspirando. Lo sabía.

―¿Yo? ¿Tener novia? ―se rio falsamente―. ¡No, no estoy interesado! Ando en otra, tengo otras cosas que preocuparme. Además, el atletismo me mantiene ocupado. Le estoy dedicando casi cinco horas diarias.

―Alex, no mientas. Te conozco muy bien ―Lo miró con cara de burla. Le gustaba tocarle la fibra sensible―. Yo sé que algún día conocerás a alguien que te hará feliz. Ten paciencia.

Alex sonrió. No le dijo nada con respecto a lo último. ¿Necesitaba paciencia? Simplemente ya había perdido la esperanza. El amor no existe. Y ya. No hay por qué darle más vueltas al asunto.

―¿Cómo va todo? ¿No deberían estar en la escuela ustedes? ―preguntó Alex, cambiando el tema.

Habían empezado a caminar sin un destino fijo. Alex sabía que tenía que seguir corriendo, pero un rato de descanso no le vendría mal. Cuando se despida de ellos continuaría su rutina, más fuerte que antes.

―Sí. Pero no fuimos. Nos quedamos dormidos. Y me ha ido más o menos, he estado muy complicado con las notas. Las primeras pruebas fueron muy difíciles y reprobé en todas. Pero se acercan las segundas y ahí le daré con todo ―Dio una señal de victoria. Se sentía seguro―. Además, Ivette me ayuda.

―¡Qué mal! Nicholas, si necesitas más ayuda dímelo, no hay problema. Recuerda que este año pienso prepararme para dar la prueba de ingreso a la Universidad y tendré harto tiempo libre.

―Si, lo sé. Podrías ayudarme en biología y matemática, ahí estoy horrible.

―Es asqueroso en matemáticas. No entiende nada, por más que le explique ―Dijo Ivette.

Los tres rieron.

―Qué molestosa, amor ―dijo Nicholas, sonriendo―. Y Alex, estaría bueno si recibiera un poco de tu ayuda. ¿Te vas a meter a algo para estudiar para esa prueba? ―preguntó.




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