Fantasía de un último deseo

A primera vista

¿Te ha pasado en algún momento de tu vida que cuando ves a alguien por primera vez, a esa persona que sabes que será especial, algo en tu interior se activa, muchos engranajes empiezan a moverse y el corazón se agita a más de doscientas pulsaciones por minuto?

A Alex le estaba pasando eso al ver entrar a esa mujer al salón de clases.

Ingresó con cierto aire de autoridad y recelo. Sus ojos cafés buscaban con una mirada seria, algún puesto donde sentarse, alguno que esté con los asientos desocupados a su alrededor. Su cara tenía una piel clara y lisa ―libre de cualquier imperfección―. Avanzó por el salón rumbo a un asiento fijo moviendo su cadera elegantemente. Su pelo negro, suelto y libre, bailaba con ella, moviéndose de un lado para otro, dejando su dulce fragancia en el camino.

Y Alex quedó hipnotizado. Embobado. Todo el mundo se detuvo en ese momento para él y fluía a otro universo, a otro espacio. Un mundo detenido donde solamente estaba ella y él.

Solo ella y él... Ella, que con solo su presencia estaba logrando acelerar el corazón de Alex.

Los ojos de aquella mujer se posaron fugazmente en los ojos de Alex y él lo sintió. Aquella calidez en su mirada lo resucitó del mundo de los muertos en donde mucho tiempo estuvo viviendo. Aquel mundo donde yacían todos los caídos por fracasar en el amor.

Vio avanzar a la muchacha por todo el salón, sentándose al otro lado de donde estaba sentado él.

En un principio no pensaba en nada. Ya cuando ella se sentó y él tuvo que voltear para no ser sorprendido en el acto de mirarla, sus pensamientos empezaron a fluir nuevamente.

"¡Qué hermosa! Hay algo de ella que me llamó de inmediato la atención. ¿Qué será? ¿Acaso su belleza? ¿Su delgadez? ¿Su perfume? ¿Sus hermosos ojos negros? ¡No lo sé! Algo así nunca me ha pasado".

Alex llevó la mano derecha al costado izquierdo de su cuerpo. Quería sentir su corazón latir. Estaba demasiado rápido. Ni cuando corría su cuerpo reaccionaba de tal forma. Y para peor, su respiración también se encontraba apresurada junto a un leve temblor en todo su cuerpo. Alex no lograba comprender esta reacción biológica tan extraña.

"¿Amor a primera vista? No. Mamadas. Esas cosas no existen. Pero, me encantaría saber quién es, cómo se llama, saludarla, conocer sus gustos".

En ese momento, su mente volvió a divagar. Se imaginó hablando con ella en una plaza. Ambos sonriendo. Él le contaba cualquier estupidez que la hiciera reír. Solo quería ver su sonrisa. Y ella estaba fascinada por las cosas que le contaba Alex. En aquella visión, él se sentía muy enamorado de ella. De pronto, le tocó la mejilla derecha con su mano y la acariciaba. Lentamente se acercó a su cara, mirando sus ojos fijamente, y buscando sus labios. Pero Alex lo sabía muy bien. Aquella fantasía era imposible que sucediera.

"¡No, no y no! Dejar de imaginar cosas. Tengo que reaccionar y aterrizar de una vez por todas. Hombre, de seguro pensará que soy un tipo que tiene otras intenciones. Si no tengo una excusa para hablarle, una muy buena excusa, no me acercaré a ella. Simplemente no me atrevo".

―¡Alex! ―gritó Yuuki aprovechando que el profesor había salido del salón para ir a buscar guías de ejercicios. El grito fue tan fuerte, que muchos se voltearon a verlos, incluida la mujer que enloqueció a Alex.

―¿Ah? ¿Yuuki? ¿Qué pasa? ―preguntó distraído y un poco molesto de haber sido interrumpido.

―¡Qué te pasa a ti! Desde hace rato que te estoy hablando y ni me prestas atención. De repente te pusiste blanco y estabas sonriendo de forma extraña. ¿No estarás enfermo?

―No, es idea tuya. Estoy excelente ―respondió Alex, sonrojado.

Yuuki lo miró pensativa, murmurando unas palabras que Alex no escuchó, porque nuevamente estaba pensando en la mujer.

Entró el profesor de lenguaje y tuvieron que guardar silencio. Repartió a cada alumno la guía de trabajo y se pusieron todos a leerla en silencio.

Alex trataba de vez en cuando de darse vuelta y mirar a la niña, intentando ser lo más discreto posible. Aquella muchacha se hallaba con la cabeza agachada, mirando la guía. El largo pelo de ella impidió que Alex observara el angelical rostro. Iba vestida con un abrigo negro que se amoldaba a su delgada figura.

Sintió nuevamente como su corazón bombeaba sangre aceleradamente, algo que aún no lograba encontrar explicación. Sentimientos que no podía comprender y entender surgían en su interior.

De pronto el sonido que tanto le molestaba se hizo presente. Era la alarma. Tanto a Alex como a Yuuki se les activó el dispositivo. Todos los que estaban en el salón lo escucharon. Fueron la burla de todos, hasta del profesor.

―¡Uh! ¡Qué tierno! ―exclamó el profesor. Se había levantado del asiento y tomó las manos tanto de Yuuki como de Alex, entrelazándoselas―. ¡Ambos tienen el mismo ringtone en su celular! ¿Son pareja?

―Parece que sí. Siempre que estoy en el preuniversitario los veo juntos ―dijo una compañera del grupo.

Todos reían y se burlaban de los dos. Yuuki fue la primera en hablar.

―¡No! ¡Aún...!

―Solo somos amigos profesor, nada más ―interrumpió Alex―. Es pura coincidencia que tengamos el mismo sonido de llamada.

Yuuki se desanimó al escuchar eso, suspirando para sus adentros. Había otra cosa en la que concentrarse. La alarma aún seguía sonando y había que ir a matar al Invasor.

Alex se acercó al oído de Yuuki para que solo ella escuchara.

―Iré yo. Lo mejor que puedes hacer es quedarte aquí. Sería muy sospechoso si salimos ambos. Acabo de ver el mapa y está muy cerca.

―Está bien, pero si te demoras mucho, iré. Ten cuidado.

―Entendido ―asintió. Se alejó de ella y esta vez se dirigió al profesor―. Con su permiso, saldré a contestar. Vuelvo enseguida.

Salió rápidamente, no sin antes mirar a la mujer. También lo estaba mirando. Y le sonreía. Desvió de inmediato la mirada. No aguantó ni un segundo la intensidad de esos ojos fijos en él junto a la sonrisa que relucía.




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