Fantasía de un último deseo

Una Cazadora con inconvenientes

Lo primero que hicieron los Cazadores Espirituales cuando abrieron los ojos fue ponerse en guardia. Delante de ellos había un grupo de cinco Invasores de aspecto humanoide que medían dos metros de altura. Max ya estaba peleando con ellos.

―¡Hasta que al fin llegan! ―gritó Max. Había tomado distancia. Antes de que llegara el resto del grupo, derrotó a diez Invasores―. Estas mierdas están duras. Además, aparecen a cada rato.

―Aléjate de nosotros. Los estás atrayendo ―dijo Yuuki al ver que el grupo de Invasores se acercaba rápidamente a ellos.

―Hay que pelear ―exclamó Alex. Se posicionó delante del grupo. Activó su poder Espiritual y salió al ataque.

―¡No te me adelantes, desgraciado! ―gritó Max, corriendo tras su compañero.

Estaban frente a los Invasores. Estos, de un momento a otro, se detuvieron completamente. Ambos Cazadores derrotaron a cada uno con un solo golpe.

―Derroté a tres, Alex. Aún estás muy lento.

―Y se podría decir que yo derroté a los cinco. Yo fui quien los detuvo ―dijo Naomi, acercándose a ellos―. El Jefe nos dijo que tenemos que trabajar en equipo. Es fundamental para aguantar las hordas que vienen. ¿Lo entienden, cierto?

―Sí. Lo siento por atacar sin avisar ―respondió Alex.

Max se quedó callado. Se había llevado las manos al bolsillo de su pantalón. Si la situación se mantenía así, sería capaz de aguantar hasta el final, pensó. Miró a su compañera de clase que seguía parada en el mismo lugar desde que había llegado. Se acercó a ella lentamente.

―¿Qué sucede, pitufina? ―dijo Max, tocándole el hombro. Yuuki se había volteado para verlo por el lado donde la había tocado. Pero Max ya estaba en el costado contrario.

―¡Para con tus bromas! ―gritó Yuuki muy fastidiada―. ¿Qué es eso de pitufina?

―¿Cuándo niña nunca viste Los Pitufos?

Yuuki negó con la cabeza.

―Eran unos dibujos animados. Los personajes tenían la piel tan azul como tu pelo.

―¡Deja de joderme con mi pelo!

Max rio. Le encantaba fastidiar a Yuuki.

―¡Ustedes dos, basta de juegos y vengan! ―gritó Naomi―. Se acerca una nueva horda de Invasores a lo lejos.

Yuuki echó un último vistazo al bosque en el que se encontraban. Un bosque con mucha vegetación. Los árboles los rodeaban por completo, Eran delgados y con hojas muy verdes que lo cubrían casi en su totalidad. Los rayos del sol con dificultad llegaban a traspasar el denso bosque.

Aquel lugar inevitablemente le hizo recordar a su infancia. Ella había vivido en un lugar muy parecido cuando era pequeña. Su padre y madre, ambos trabajadores agrícolas, habían vivido ahí durante décadas y aún lo siguen haciendo. El terreno había pasado de generación en generación. Yuuki era la siguiente en la familia por ser hija única, pero sus padres no querían anclarla a ese trabajo. Querían un mejor futuro para ella. Decidieron enviarla a la ciudad del norte, Lyon, donde viviría junto a una tía. Ahí se inscribió en el Colegio Los Halcones. Anteriormente, había cursado toda su primaria en un colegio rural. El primer día de clases en Lyon, fue una grata sorpresa para ella hacer su primer amigo, que resultó ser Max. Él también era el nuevo del curso y eso les favoreció para tener un encuentro prematuro.

―Me llamo Max, mucho gusto ―le había dicho él por primera vez―. Me vine a vivir a Lyon por trabajo de mis padres. Antes vivía en Esmeralda.

―Yo soy Yuuki. Vivía en el campo, al sur de Lyon. Me vine a la ciudad porque mis padres quieren que tenga un título profesional. Ahora vivo con una tía que es muy amorosa. Lo que no me gusta es su pareja. Me mira de una forma muy extraña a veces.

En ese entonces, la relación con Max no era como es hoy en día. Se llevaban muy bien y se ayudaban en todos los deberes. La muerte de los padres cambió completamente a Max, fue lo que consideró Yuuki al ver la nueva actitud de su amigo. Se estaba convirtiendo en una molestia haciéndole bromas de todo tipo. Pese a ello, siempre estuvo cerca de él. No quería dejarlo más solo de lo que ya estaba. Yuuki sabía muy bien que Max se comportaba así, para solventar la soledad en la que vivía. No se podía imaginar lo duro que resultaba todo para él.

Los problemas para Yuuki comenzaron cuando cumplió los 16 años. La pareja de su tía cada vez tenía un comportamiento más extraño. Los limites se rompieron cuando ella estaba lavando su ropa y él la abrazó por atrás, refregando todo su miembro viril en su trasero.

―Con 16 años ya estás muy grandecita ―dijo él. La apretó con más fuerza. Yuuki sintió como la zona genital de él se hacía cada vez más dura. Trató de pegarle o hacerle cualquier cosa con tal de que la dejara en paz. Pero fue inútil―. Aprovechando que tu tía fue a comprar, hagamos cosas más interesantes. Eres tan suave y fuerte ―le acariciaba todo el cuerpo, mientras trataba de sacarle la ropa. Pero Yuuki manoteaba todos sus intentos.

Ella sabía muy bien lo que quería hacerle la pareja de su tía. Pero él no contaba con que los padres de Yuuki, habían decidido ir a visitarla. Entraron corriendo rápidamente a la casa cuando escucharon los gritos de su hija. Su padre golpeó al violador de tal forma que casi lo mata. Yuuki lloró en los brazos de su madre. Por suerte, él no había sido capaz de desnudarla.

La pareja de su tía pasó a prisión preventiva mientras se investigaban los hechos. Pero esta situación no acabó ahí. Un hecho muy similar se repitió a los seis meses después.

Había recibido una carta. Una persona le estaba confesando su amor. No era el primero. En el pasado mínimo una decena de hombres se le habían declarado. Incluso una mujer también le había confesado sus sentimientos. Pero nada se comparaba a lo que le estaba por suceder.

Las cartas de amor empezaron a llegar a diario. Y cada vez que leía una nueva correspondencia, le quedaba más claro la obsesión que tenía el hombre por ella.




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