Fantasía de un último deseo

Los Emisarios de la Muerte

La anciana estaba frente a ellos, con una bata blanca, típica de los pacientes de un hospital y con mucha sangre en la cabeza. En su rostro, la cuenca de sus ojos estaba vacía y al abrir la boca cuando lanzaba sus gemidos lamentosos, se podía observar que no tenía dientes

Alex tapó con la mano la boca de Yuuki, pero ya era tarde. El grito que había lanzado se había escuchado en todo el hospital, e incluso, en los alrededores de éste.

―¡Ayúdenme, por favor! Esto es un infierno ―exclamó la vieja ante la mirada atónita de los Cazadores Espirituales.

La anciana empezó a acercarse a ellos, lentamente, retorciéndose en cada paso que daba. Con sus brazos esqueléticos se aferró a Alex para seguir pidiéndole ayuda. El olor nauseabundo que emanaba la vieja le provocó arcadas a Yuuki.

Alex, llevado por su instinto, activó su poder y le dio un poderoso golpe en la cabeza. Antes de golpearla, disminuyó la intensidad para no lastimar con gravedad a la mujer. A causa de la nula musculatura facial de la anciana, Alex sintió el duro impacto contra los huesos de ella. Cayó al suelo, pero sus gemidos no cesaban y seguía moviéndose insistentemente, incorporándose con lentitud.

―¿Qué acabas de hacer? Es una paciente... ―Yuuki completamente asustada y sin fuerzas, cayó al suelo.

―Vamos, Yuuki. Tranquila ―dijo Alex mientras ayudaba a incorporar a su amiga―. Creo que no está viva.

―Entonces... ¿qué es? ―no dejaba de temblar.

―Supongo que es un algún Invasor rango cinco.

―La alarma no sonó. ¿Y sí es un paciente que sobrevivió?

―No. Mira el estado que tiene. En serio, creo que está muerta. Si no es un Invasor, quizás sea un espíritu de las personas que murieron en este lugar.

La anciana volvió a arremeter contra Alex. En ese momento él tocó la bata de la anciana buscando su corazón para comprobar si seguía viva o no. Sin embargo, el pecho izquierdo estaba hueco. La empujó hacia la sala de vigilancia. 

―¡¿Qué?! ¿Estás diciendo que puede ser un fantasma?

"No pensé que fuera tan asustadiza esta mujer".

―¡Son bromas! Los fantasmas no existen. La verdad no sé qué puede ser ―agarró la mano de Yuuki―. De todas formas, larguémonos de aquí. Con el grito tuyo, todos los militares deben estar preparándose para subir. Ya conseguimos lo que queríamos.

―Sí. Lo siento mucho por no controlarme ―pese a la angustia constante de estar en ese horrible lugar, Yuuki sintió como su corazón se descolocaba cuando Alex le tomó la mano.

Salieron de la sala de vigilancia y vieron en el pasillo más de esas personas con un aspecto similar a la que vieron al abrir la puerta de la sala de vigilancia. Niños, adultos y ancianos caminaban lentamente por todo el cuarto piso del hospital. A algunos les faltaba un brazo o una pierna, otros no tenían ojos y algunos, incluso, estaban sin cabeza. Todos se movían lentamente hacia Yuuki y a Alex. No había ninguno que no gritara ni pidiera ayuda.

―¡Yo no quería morir! ―vociferó un niño de siete años. Vestía la misma bata blanca que todos los demás. Pero el alarido que emitieron sus cuerdas vocales no era de un niño, era como de un demonio.

Yuuki iba a volver a gritar, pero esta vez Alex alcanzó a cubrir su boca, ahogando el chillido.

―Cálmate, por favor, Yuuki. Sinceramente, no sé qué cosas son, pero me recuerdan mucho a los muertos vivientes. ¿Has visto películas donde aparecen para comerse a la gente? ―dijo Alex que en vez de tranquilizar a Yuuki, la alteró más.

―Parece que no eres bueno consolando ―sus ojos estaban nuevamente enrojecidos, a punto de llorar sin consuelo.

―Supongo que no. Pero algo está claro, esas cosas de ahí no son espíritus, ni fantasmas. Es gente muerta.

―¿Muertos?

―Sí. Solo es cosa de mirarlos. No creo que sean Invasores. Al parecer son los muertos de este hospital. No entiendo cómo resucitaron. Pero basta de charlas, es hora de marcharnos.

Alex, sin soltar a Yuuki de la mano, corrió por el pasillo esquivando a todos los muertos que había. Llegaron a la parte central del cuarto piso, en donde el camino se dividía en tres. Daba igual para donde fueran, por todos lados estaban aquella gente en descomposición. Divisaron las escaleras al final del pasillo de la izquierda y fueron corriendo hacia ese lugar. En los pisos inferiores sentían muchos ruidos y pasos que retumbaban. Los militares ya estaban cerca del cuarto nivel.

De pronto una persona salió entre las escaleras. Llevaba una túnica negra y capucha del mismo color. Era el mismo de las grabaciones. Debido a la oscuridad que había en el lugar y al capuchón que usaba no pudieron verle el rostro.

―¡Tú! ―gritó Alex―. ¿Tú fuiste el que mató al abuelo de mi amigo? ¿Tú fuiste quien mató a todas las personas de este lugar?

―¡Qué espectáculo tan conmovedor! Muertos vivientes moviéndose por todos lados. Retorciéndose a cada paso. No hay nada más hermoso que eso ―dijo la persona vestida de negro.

―¿Quién mierda eres? ¿Eres un Invasor? ¡Contesta!

No tuvo respuesta. Poco a poco los muertos que estaban en el cuarto piso rodeaban a Yuuki y a Alex, y ya se sentían los pasos de los militares subiendo las escaleras del tercer nivel.

Yuuki estaba horrorizada no por la persona de negro que tenían delante, sino por la cantidad de personas que tenían a sus espaldas y a los lados. Los gritos lamentables la desesperaban más.

Alex con la Percepción Espiritual activa, vio la cantidad monstruosa que tenía de Energía Espiritual el desconocido que estaba frente a ellos. No era de color azul como siempre la ha visto, sino roja, como el color de la sangre. Los vasos sanguíneos de sus ojos se hincharon de sangre y los tenía llorosos. Sintió que iba a perder la vista. No era capaz de aguantar tal presión por lo que tuvo que desactivar su técnica.

―¡El grito vino del último piso! ―la voz del militar se escuchó muy cercana al cuarto nivel. Iba a la cabeza dirigiendo un grupo de más de diez soldados―. ¡Preparen sus armas!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.