Fantasía de un último deseo

No moriré

―¿Tan solo te sientes? ¿Acaso yo no te sirvo de compañía?

Axel trataba de dormir, pero la constante voz de Balam se lo impedía. Era la segunda noche que pasaba a solas cuando se había acostumbrado a la compañía de Luna. No podía evitar dar vueltas una y otra vez en la cama de dos plazas.

Ella le había dicho que iba a pasar todo el fin de semana con una amiga. Olía a mentira. ¿Pero qué motivos podría tener Luna para engañarlo? Aunque ya sabía de ciertas cosas en la que ella le mentía o que todavía no se las había contado. Ya había sido muy extraño y un milagro que le expresara por el tema de las voces que escuchaba de repente. No entendía mucho, pero según Balam va todo de acuerdo con sus planes.

A veces no podía entender las extrañas actitudes de Luna. Quizás simplemente era que se estaba cansando de él o se había conseguido a otro. Axel no sabía que pensar en la soledad de su hogar.

―¡Deja de ser tan paranoico y duérmete de una puta vez! Luna está rendida a tus pies. Yo creo que simplemente está nerviosa. Los tipos que andan detrás de ella son muy peligrosos.

―¿Te refieres a ti? ―preguntó irónicamente. Aquella interrogante también le concernía a él, pues estaba metido en esto tanto como Balam.

―Aparte de mi ―Balam soltó una sonora carcajada―. Viste de lo que son capaces de hacer esos sujetos.

―Aunque se cagaron de miedo cuando usaste nuestros poderes.

―Una cosa soy yo y otra cosa son los débiles de los Cazadores Espirituales. Como te dije, no te preocupes. Luna los detendrá si activa su poder. El hecho de que esté escuchando las voces cada vez con más insistencia es porque pronto será capaz de activarlo.

―¿Y si no lo hace?

―Ahí estaremos nosotros para protegerla.

―Si ella se larga y no sabemos dónde está, no podremos hacerlo.

―Luna nos avisará cuando desprenda su energía. Será fácil localizarla.

A pesar de los meses viviendo junto a Balam no podía evitar desconfiar un poco de él. Aunque cada vez era menos frecuente ese sentimiento. Apenas recordaba a su familia, que los asesinó hace poco. Los cuerpos de ellos los vinieron a buscar los profesores del Colegio Los Halcones que son amigos de Balam. Se encargaron de quemar los cadáveres y lanzarlos a los vertederos de basura. Y la verdad aquello no le había dolido para nada. Cuando recordaba lo sucedido, una fría sonrisa se dibujaba en su rostro.

Amudiel y Araxiel durante años también han estado detrás del poder de Luna, sin embargo, nunca pudieron lograrlo. Ahora que Balam estaba cada vez más cerca, venían seguido a prestarle fieles servicios. Eran claras las intenciones.

―Te das cuenta de que ellos son un problema ―respondió Balam a los pensamientos de Axel y tomando el control del cuerpo.

―No vas a compartirles lo que conseguirás ¿cierto?

―Claro que no. Tenemos que deshacernos de ellos. Y usaremos a los Cazadores si es que logran sobrevivir.

―Eres una rata, siempre usando a los demás para lograr tus planes.

Balam volvió a reír. A pesar de que quería carcajear junto a su compañero, Axel no pudo. Sus dudas con respecto al comportamiento de Luna lo tenían inquieto. ¿Y si estaba con el Cazador Espiritual que tanto odiaba? Aunque ella no le había contado nada sobre Alex, sentía una extraña mezcla de odio y repugnancia hacia él. Trataba de no darle importancia, pero sabía que ella le tenía un cariño especial. Estaba muy seguro de eso. Cada vez que pensaba en él, aumentaban las ganas de matarlo.

Ya habían sido capaces de sobrevivir dos días en el mundo virtual del Jefe. Solo faltaba uno más. 

Yuuki recordó el primer día que llegaron, tras la amenaza a muerte de los Emisarios. Ese día el Jefe los estaba esperando con una sorpresa de entrenamiento. Tenían que sobrevivir hasta el domingo en la noche en el mundo virtual. 

Tuvieron que avisarles a sus familias para que supieran que recién llegarían a sus casas en tres días más.

Yuuki llamó a su tía, y vio como Luna y Alex también llamaban a los suyos, diciéndoles que estarían en la casa de algún conocido.

Cuando se hizo la noche del primer día, montaron un pequeño campamento. El Jefe les había traído un saco de dormir a cada uno.

Estando sentada en el suelo, se sentía cabizbaja. Era la segunda noche en ese lugar y los avances con Alex eran nulos. No era capaz de tomar la iniciativa y solo se quedaba de brazos cruzados viendo como Alex compartía tan alegremente con Luna. Y saber que, probablemente, le quedaba muy poco tiempo de vida la entristecía aún más.

El fuego intenso de la fogata calentaba la fría noche. El bosque en el que hace unos minutos se estaba enfrentando a un centenar de Invasores, estaba oscuro y siniestro.

Estar aquel día al aire libre le recordó como era su vida antes de irse a la ciudad. Pese a llevar una vida tranquila en Lyon, a veces extrañaba vivir en la naturaleza junto a sus padres.

Miró a sus amigos descansando en sus sacos de dormir. Con el tiempo estaban formando una linda amistad entre todos. Se sorprendió escuchar la forma en cómo roncaba Max.

―¿Aún sigues despierta? ―preguntó Alex. Estaba sentado apoyando su espalda en un árbol.

―Es extraño dormir al aire libre. Estar en el medio del bosque con tanta amenaza, me pone un poco nerviosa.

―No va a pasarnos nada. Tú misma colocaste una barrera perimetral de Energía Espiritual. Con eso estamos muy seguros.

―Lo sé. Solo me siento nerviosa. ¿Y tú qué haces?

―No puedo dormir. Supongo que también estoy ansioso. Pero me alegra estar despierto y poder mirar las estrellas. Es lindo verlas, aunque sean ficticias. En nuestro mundo ya no se pueden ver a causa de la contaminación.

Yuuki alzó la vista al cielo. Se sorprendió por la inmensidad de este. Las estrellas brillaban con tal intensidad que iluminaban todo el firmamento. Formaban aglomeraciones y constelaciones que podía identificar. De fondo se podía apreciar galaxias cercanas.




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