Fantasía de un último deseo

Pelea a muerte

El fin de semana dedicado al entrenamiento de los Cazadores Espirituales había acabado. Cada uno mejoró sus habilidades, aunque no fue mucho el avance que pudieron lograr. El Jefe estaba muy preocupado. No quería perder a ninguno, pero había una gran posibilidad de que no fuera así.

El domingo mientras todos se despedían, el Jefe les mencionó todo lo que sabían sobre los Emisarios de la Muerte.

―Ya están al tanto de lo poderosos que son. Dadas sus características es muy probable que sean rango uno. Sus habilidades en general son desconocidas. Sabemos que uno es capaz de lanzar su Energía Espiritual y los demás usan armas. También tienen la habilidad de invocar a muertos; no sabemos si todos son capaces de hacerlo. Recuerden muy bien que son los responsables de muchas muertes en el último tiempo, todo sea por lograr el propósito de derrotar a un Invasor de su planeta. Sin duda serán los enemigos más fuertes con los que se han enfrentado hasta ahora.

―Me molesta que vengan a nuestro planeta por problemas en el de ellos. ¡Qué dejen de fastidiar y resuelvan todos sus asuntos donde corresponde! ―exclamó Max. En su interior deseaba que aparecieran lo más luego posible para derrotarlos.

Todos asintieron, estando de acuerdo en las quejas de Max.

―También hay que considerar que quizás fueron ellos los que mandaron al Invasor Gigante y los mensajes.

―Yo espero que sí. No quiero que vengan tipos así cada más fuertes ―dijo Yuuki. La sola idea de que un Invasor mucho más poderoso apareciera en un futuro la estremecía.

―Tú solo quieres pelear con sujetos débiles.

―Cállate, Max. Invasores más fuertes significa que nuestra labor de defender a las personas se nos hace más complicado. Ya tienes que darte cuenta con todas las muertes que hubo esta semana.

Max guardó silencio. Su amiga tenía razón. Recordó que sus padres murieron por culpa de un Invasor, no pudo evitar sentirse triste. Había quedado solo desde entonces y peleaba simplemente por satisfacción personal. No tenía nada que defender. 

―Vamos a ganar ―exclamó Alex que se había mantenido en silencio. Estaba muy serio. Más bien estaba molesto por no haber sido capaz de derrotar al espadachín en ninguna de las oportunidades que tuvo. En todos los momentos en que lo enfrentó, abandonó la batalla antes de que el espadachín lo matara en aquel mundo virtual. 

―Así es, van a ganar. Espero estar disponible para ayudarlos por cualquier cosa.

Todos se fueron a sus casas. Luna estaba feliz de volver al hogar de Axel. Tenía pensado darle una sorpresa placentera esa noche.

No tuvieron que esperar mucho para que los Emisarios aparecieran ante ellos, para que estuvieran a la entrada de la muerte. El martes había amanecido muy nublado. Sería uno de los últimos días de invierno con bajas temperaturas. El frío reinante estremecía a las personas de la ciudad. La lluvia en cualquier momento caería sobre la ciudad, sometiéndola al poder de los Emisarios que ya estaban al acecho, buscando a sus presas.

Los Cazadores Espirituales se encontraban realizando sus actividades diarias. Yuuki, Luna y Max estaban en el colegio. Alex estudiaba en la biblioteca con un amigo. Todos habían pasado una mala noche. Apenas podían descansar por el temor a que los vinieran a atacar mientras dormían. Ya habían sobrevivido el lunes, pero el martes... era incierto. Como la alarma no sonaba ante la presencia de los Emisarios de la Muerte, estos podían atacarlos en cualquier momento... durmiendo, estudiando, conversando con amigos... tenían que estar listos para pelear contra ellos en cualquier momento. Tal vez sería el último día de sus vidas.

Tanto el Jefe como Naomi habían prometido ayudarlos, pero su presencia estaba muy restringida, debido a que él era un académico de la Universidad de Lyon y ella era una alumna, y hoy debían asistir desde muy temprano a aquel lugar por la presentación de un seminario de investigación.

Y el tiempo avanzaba rápido... y la inquietud de los Cazadores Espirituales aumentaba a cada segundo...

Max estaba en el colegio conversando con amigos. Ansioso, emocionado, sintiendo el aliento de la muerte tras su espalda; quería pelear, ansiaba saber que tan fuerte podían ser los Emisarios y si es que podía hacerles frente con su velocidad implacable.

El momento había llegado. Percibió la presencia de uno de los Invasores. Estaba muy cerca de él. Sentía su enorme poder en la terraza del colegio. Se despidió de sus amigos y corrió directo para allá. No sintió la necesidad de llamar a los demás Cazadores, tenía el presentimiento de que todos estarían en la misma situación que él.

Desesperado, aumentó el ritmo de sus pasos mientras recorría las escaleras del colegio, subiendo los tres niveles a toda velocidad. Cuando abrió la puerta que conectaba a la terraza, vio que lo estaba esperando el Emisario de la Muerte que usaba una espada.

―Llegó tu hora ―dijo el Invasor al verlo aparecer, abalanzándose con mucha velocidad contra Max.

A diferencia de su compañero de clases, Yuuki se había retirado del colegio antes del último bloque de asignatura. Quería descansar antes de ir al preuniversitario. 

Ayer le habían dado una excelente noticia. Gracias a sus esfuerzos había ascendido al curso avanzado de matemáticas y estaría más tiempo junto a Alex; eso la hacía inmensamente feliz. Aunque solo era momentáneo. Pensar que Alex no tenía ojos para ella, y que él estaba estúpidamente enamorado de Luna, le arrojaba sus ánimos al piso. Sin embargo, quería seguir con su plan en marcha. Iba a declararse si sobrevivía a los Emisarios.

Caminaba a pasos apresurados por una calle cercana a su casa. Sentía que algo la acechaba, algo que estaba cerca de ella. Experimentaba un extraño sentimiento de angustia y no podía evitar sentirse cada vez más acorralada... hasta que se percató del escalofrío que recorría su espalda por el filo de un metal.




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