Fantasía de un último deseo

Fase Límite

El Seminario de Investigación Científica se había prolongado casi por cuatro horas. En ese momento el Jefe hablaba de los nuevos proyectos científicos que potenciarían el área de la salud en la ciudad de Lyon. Todo el público lo escuchaba con mucha atención, en su mayoría, alumnos de postgrado y académicos de la Universidad. 

Naomi también estaba entre el público. A pesar de estar escuchando con atención, lograba sentir poderosas fuerzas luchando en distintos puntos de Lyon y aquello la tenía inquieta. Y su preocupación era mayor al ver que no lograba divisar entre los oyentes presente a su compañera proveniente de Aurora. ¿Dónde se había metido cuando había confirmado su presencia? Se preguntaba una y otra vez Naomi.

Terminó el seminario cerca de las dos de la tarde. Naomi, preocupada, se acercó al Jefe, que había sido el encargado de dar por finalizado el seminario, recibiendo un estallido de aplausos. Sin duda era uno de los académicos más reconocidos por la Facultad de Medicina.

―La situación parece marchar muy mal.

―No tienes que decírmelo. Lo sentí hace poco. La Energía Espiritual de los muchachos está descendiendo bruscamente. Debemos darnos prisa, a este paso todos morirán. Mi labor es salvarlos y protegerlos ante la cruda amenaza por la que están pasando.

Ambos se dirigieron a toda prisa a la salida del auditorio central de la Universidad. La cara de preocupación del Jefe era evidente. No esperaba que justo hoy, que tenía la presentación, los Emisarios de la Muerte atacaran a los Cazadores. Tenía pensado estar con ellos cuando ese momento llegara, para evitar cualquier evento trágico. Y si no era así, al menos estar lo suficientemente cerca. Pero, lamentablemente estaba al norte de la ciudad y tenía que ir al sur. Una avalancha de sentimientos negativos lo inundó. Se recriminó por no haber preparado en mejor forma a los Cazadores. ¿Debió haber pedido apoyo a la Asociación? Probablemente. Sin embargo, confiaba en la única oportunidad que tenían.

―¿Van a morir? ―la pregunta de Naomi lo liberó de sus constantes cuestionamientos.

―No lo sé. Estoy muy preocupado, pero confío en ellos. Espero que sean capaces de llegar a eso.

―¿A eso? ―Naomi miró al Jefe con dudas en un principio. Tras varios segundos pensando sus ojos brillaron con esperanza. Los Cazadores aún podían salvarse―. Se refiere a la Fase Límite...

―Así es. Cuando un Cazador Espiritual está cerca de la muerte o está pasando por emociones muy fuertes que hacen que se enfade, es capaz de liberar su máximo poder. Aparecen nuevas técnicas, el cuerpo se vuelve más resistente y fuerte, e incluso puede llegar a cambiar completamente el aspecto físico. El Límite dependerá de las habilidades de cada uno, aunque es peligroso. Tensa demasiado el cuerpo humano. Sin un buen entrenamiento, al Cazador le espera la muerte si cruza esa barrera ―mantuvo el silencio por varios segundos mientras recordaba la vez que se enfrentó con Alex. Él había sido capaz de entrar a la Fase Límite, pero solo por un corto periodo de tiempo. Si se hubiese prolongado por más tiempo, habría muerto―. Cuando tuve un duelo contra Alex, fui capaz de forzarlo lo suficiente para que llegara a su Fase Limite. Se volvió demasiado poderoso, pero no fue capaz de soportarlo. Gracias a todo el entrenamiento que ha tenido, ahora debería estar apto. Pero no sé si los demás serán capaces de entrar en esa etapa y soportarlo.

―Han entrenado mucho, esperemos que así sea. El tiempo que estuvieron este fin de semana en el mundo virtual les ha dado las herramientas y resistencia para soportar aquello.

Estaban en la parada, esperando a que el bus rumbo al sur de Lyon pasara en breve. Se veía a lo lejos. Parecía circular cada vez más lento.

―¡Qué se apure! ―el Jefe hizo señas al conductor para que condujera más rápido, pero este hacía caso omiso, mientras escuchaba música a todo volumen―. Será un viaje eterno... Cambiando de tema, ¿has sabido algo de ella? No la vi en el seminario. La invitaste, ¿cierto?

―Sí. Le dije que viniera, pero tampoco la vi. La llamé al celular muchas veces. No ha contestado ninguna de mis llamadas. Se supone que, terminada las presentaciones, hablaríamos con un profesor que ya tenemos en la mira.

―Esa muchacha... ¿Qué le habrá pasado? También me tiene preocupado. No siento su energía espiritual. Sin embargo, es debido a que es muy discreta y sabe ocultarla muy bien.

El bus al fin había llegado. Mientras pagaba su pasaje, el Jefe no pudo evitar hacerle una cara de pocos amigos al conductor.

―Naomi, te doy permiso para que ocupes tu poder en ese imbécil. Necesitamos que conduzca rápido y no se detenga en ninguna parada.

―Entendido.

De un momento a otro el chófer subió al doble la velocidad del bus, alcanzando fácilmente los cien kilómetros por hora.

Max seguía tendido en el suelo con una herida en el centro del pecho que atravesaba su cuerpo. Cuando el Emisario retiró la espada de su tórax, expulsó una gran cantidad de sangre tanto por la herida como por la boca.

Los muertos vivientes que lo mantenían firme no lo dejaron moverse. La lluvia que caía era el escenario idóneo para su muerte. Pese a su condición, una parte de su ser le impedía cerrar los ojos y descansar en paz.

"Al final no fui capaz de derrotar a este tipo. Es demasiado... poderoso. ¿Cómo pensé que sería capaz de darle frente? Mierda... Estoy tan débil que ni siquiera puedo tratar de concentrarme, ni siquiera puedo sentir la Energía Espiritual de los demás... En cualquier momento perderé la conciencia y me convertiré en un muerto. ¡ Qué fenomenal!"

El Invasor paseaba por el techo del colegio. La victoria que estaba por lograr lo tenía jubiloso. Sabía con claridad que el poder que iba adquirir del Cazador Espiritual sería muy útil para enfrentarse a Balam.

Lentamente se acercó al Cazador para rematarlo y así lograr su objetivo. Su capucha estaba completamente empapada y aquello lo irritaba. Sin embargo, la alegría del momento era mucho mayor. 




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