Fantasía de un último deseo

Planes de un futuro siniestro

Pese a que no realizaba ningún deporte, Luna logró aguantar corriendo a toda velocidad el trayecto hasta el colegio donde estudia Max, distancia que era de dos kilómetros. Solo llevaba unos pocos meses siendo Cazadora Espiritual, pero era tiempo suficiente para que tomara cariño y aprecio por los integrantes del grupo. Había compartido distintos momentos emocionantes con ellos. Lo que menos quería era afrontar la muerte de un ser querido.

Al llegar al colegio, estaba completamente empapada en sudor y mojada por la lluvia que aún persistía. La entrada estaba abierta y sin presencia de algún guardia, por lo que entró al mismo ritmo con el que había llegado. Debido a que aún no despertaba ninguna variante de Percepción, tuvo que volver activar su hechizo de Ubicación Espiritual para saber exactamente dónde estaba Max. Tras localizarlo, cruzó todo el patio central del colegio hasta llegar al edificio y subir sin descanso hasta la azotea.

Se sorprendió mucho al verlo con una gran herida en su pecho. Había perdido mucha sangre y estaba completamente inconsciente. Pero aún seguía con vida. Aplicó curación y a los segundos después ya estaba la herida totalmente cerrada y Max recobrando la consciencia.

―¿Qué pasó? ―fue lo primero que preguntó al abrir los ojos. Miró a su alrededor atónito ante el caos de la azotea del colegio. De pronto, una voz de mujer lo libertó de sus pensamientos. Hasta el momento no se había dado cuenta de su presencia. Solo pensaba una y otra vez que era lo qué había pasado―. ¡Luna, eres tú!

―¿Derrotaste al Emisario? ―quería abrazarlo y celebrar el hecho que seguían con vida, pero aún era temprano. Había que salvar al resto. Además, muchas veces le costaba expresar sus verdaderos sentimientos y demostrar cariño. E incluso, de vez en cuando hasta con Axel era distante y fría.

Max frunció el ceño extrañado. ¿En qué momento había peleado con el Invasor? Tras intercambiar miradas con su compañera y observar la azotea, empezó a recordar. Estaba perdiendo, sin dudas. La muerte había respirado en su nuca. Por primera vez en su vida, había creído que estaba convertido en un cadáver. Sin embargo, fue capaz de despertar un poder grandioso, lo suficiente para superar al Emisario con facilidad.

―Sí ―respondió con orgullo―. Le volé la cabeza. ¿Y tú?

―Creo que también lo derroté, aunque no sé qué hice. Ni siquiera sé cómo me recuperé de mis heridas. Estuve a punto de morir. Y aquí me ves, como si nada me hubiese pasado.

Al escuchar aquellas palabras, Max consideró la opción de que Luna también había sido capaz de despertar un poder especial. En el instante en que abrió la boca para mencionarle lo sucedido, su compañera lo interrumpió.

―No tenemos tiempo para conversar. Alex y Yuuki están en peligro.

―¿En serio? No tengo Energía Espiritual para sentir la presencia de ellos, menos para teletransportarnos y si la tuviera ni siquiera podría llegar a sus cuerpos.

―Tendremos que ir corriendo. Según el mapa que vi antes, Yuuki está cerca de nosotros y Alex está en un cerro.

―¿Qué hace ese idiota allí? La azulada iba a su casa, así que sé por dónde podría estar.

―Démonos prisa, Max.

No tardaron en llegar al lugar donde Yuuki había tenido su pelea. Tenía una herida más grave que la de Max, pero estaba sellada débilmente y estable, así que Luna pudo curarla sin problemas.

―¿Estoy viva? ―preguntó Yuuki incorporándose.

―Sí. Qué bueno que estés bien ―respondió Luna.

―¿Te alzaste con la victoria? ―quiso saber Max.

―No lo sé. Lo último que recuerdo es haber sido atravesada por su hacha. Después de aquello todo es tan confuso.

Max miró por todo el lugar, hasta encontrar algo negro

―Parece que sí lo venciste. Miren. Acá está su túnica.

―Podría haber escapado ―respondió Yuuki.

―No creo. Los desgraciados tenían un cierto amor por este atuendo, no creo que la abandonen. Y si así fuera, lo acabaríamos fácilmente.

―En nuestra actual situación, lo dudo mucho. No tengo Energía Espiritual ―Yuuki se llevó la mano a la cabeza, el dolor era muy intenso. Necesitaba descansar―. Recuerdo muy pocas cosas. 

Luna se desplomó en el suelo. Se sentía muy fatigada. Usar la curación y estar constantemente viendo el mapa espiritual, la había agotado mucho.

―¿Estás bien? ―preguntó Yuuki.

―No ―unos ojos llenos de lágrimas se encontraron con los de Yuuki―. Alex está muy lejos de aquí, a unos diez kilómetros. No creo que seamos capaces de llegar a tiempo.

―¡Mierda! ―gritó Max. En un intento desesperado trató de teletransportarse, pero solo desapareció y apareció en el mismo lugar.

Yuuki se sentó junto a Luna. Con sus manos se agarró el pelo, tirándoselo con fuerza, representando la angustia que estaba conteniendo.

―No nos podemos dar por vencidos. Estamos hablando de Alex. Estoy segura de que hará un esfuerzo por mantenerse con vida ―Luna se volvió a incorporar, para caer nuevamente al suelo. La sola idea de que Alex estaba muerto, la hacía perder las pocas fuerzas que le quedaban. A pesar de todo lo que estaba sucediendo con él debido a sus sentimientos, no podía evitar el cariño y la amistad que se estaba formando.

Ambas estaban asimilando lentamente la idea de que Alex ya era solo un cadáver. ¿Qué otras opciones podían tener para tratar de salvarlo? Las batallas habían sido mortales. Sintieron como una mano se apoyaba en sus hombros para darles consuelo y animarlas.

―No molestes, Max. No sé qué haremos. Alex va a morir y no somos capaces ni de movernos.

―Tranquilas. Ya no es necesario. Estoy vivo.

Tanto Yuuki como Luna se dieron vuelta tras escuchar la voz de quien había apoyado sus manos en ellas. No era Max. Pudieron ver que Alex estaba ahí con una sonrisa triunfal. Yuuki se abalanzó sobre él, esta vez llorando de felicidad. Se sentía dichosa de poder verlo con vida. Luna se mantuvo al margen, aunque no podía evitar sonreír por la situación.




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