Fantasía de un último deseo

El novio de Luna

La tranquilidad volvió a reinar en la vida de los Cazadores Espirituales, extendiéndose por todo el mes de agosto. Tras la batalla contra los Emisarios de la Muerte, solo aparecieron Invasores de rango cuatro o cinco, lo que agradeció enormemente el grupo de jóvenes guerreros. Sabían que tarde o temprano otro Invasor poderoso aparecería en sus vidas, pero solo deseaban que aquello se postergara el mayor tiempo posible.

A pesar de que Yuuki había confesado sus sentimientos por Alex y que éste la rechazó sin saber que era una declaración como tal, no se rindió. Sabía que había sido su culpa porque no le había dejado claro que sus sentimientos eran completamente amorosos y no para fortalecer la amistad que ya tenían.

¿Cuál era su siguiente plan? Pues durante todo aquel mes fue con Alex a todos los combates contra los Invasores, tratando de hacer el mayor esfuerzo posible en impedir que fuera con Luna. También lo estaba invitando a salir, aunque muchas veces él se había negado. Claramente sus sentimientos no habían cambiado. Lo que más deseaba era tener una relación con Alex, por eso tenía pensado volver a declararse y ser lo suficientemente clara y no dejar ninguna duda. Nada de amigos y esas porquerías.

Max seguía viviendo en su propio mundo de querer ser más fuerte y luchar contra los más poderosos. De hecho, de todo el grupo era el único que deseaba pelear contra Invasores de rango uno o cero. Cada vez que lo mencionaba y estaba cerca de Yuuki, ella lo golpeaba hasta dejarlo inconsciente. Pero ni con eso su llama de combate era aplacada. Debido a que quedaba poco para la prueba de ingreso a la Universidad, empezó a dedicarle más tiempo al estudio y así poder lograr el sueño de sus padres.

Luna seguía viviendo con Axel. Era demasiado feliz con él, pero muy en el fondo de su corazón, había cierto interés por Alex. Se había dado cuenta de eso después de la pelea contra los Emisarios, tras pensar que él estaba muerto.  Muchas veces se sorprendió a si misma que luego de tener relaciones sexuales con su novio, pensaba en Alex, en qué estaría haciendo y si estaba pensando en ella. E incluso prefirió mantener en secreto su relación y no mencionar nada en el grupo de Cazadores Espirituales por temor a que cualquiera le llegara a decir a Alex. No quería lastimarlo más. Ese era su objetivo desde que él se declaró, pero terminaba fracasando reiteradamente porque sabía que siempre lo ha estado hiriendo. 

Sus grandes dudas con respecto a la relación que mantenía con Axel era el tiempo prolongado que su familia estaba de vacaciones. Eran casi dos meses en los que no los veía. Aunque estaba agradecida de tener la casa para ellos solos. Con respecto a su familia, perdió todo contacto con sus padres y hermana. De vez en cuando su madre la llamaba, pero Luna no le contestaba.

La vida de Alex se deslizó entre éxitos y fracasos durante aquel mes. Los puntajes que estaba consiguiendo en las pruebas de ensayo para el ingreso a la Universidad eran muy altos, lo que mantenía la esperanza de que pudiera estudiar Medicina. Un duro revés lo recibió en la competencia internacional de cinco mil metros planos, donde estuvo muy lejos de su mejor tiempo, quedando penúltimo dentro de los veinte competidores. Ni la presencia de Luna entre el público, junto a Max y Yuuki, logró revertir su resultado. Pese a ello siguió entrenando muy duro. 

Poco a poco fue capaz de acercarse más a Luna. De hecho, gracias a que simpatizaba con todos los profesores del preuniversitario, tuvo permisos de ingresar a una clase extra más de cada ramo. Y dio la extraña casualidad que Luna estaba en todas esas. Así que ahora, no solo la veía en las clases de lenguaje, sino que también en las clases de ciencias y matemática.

―Es raro verte tan seguido ―dijo Luna en una de las muchas clases de ciencias que estuvieron juntos―. ¿Por qué vienes a tantas clases ahora?

―Es que la prueba se acerca. Quiero que me vaya muy bien para poder estudiar Medicina en la Universidad de Lyon. No estoy interesado en entrar a otra universidad ni mucho menos otra carrera. Para eso necesito un puntaje altísimo.

Luna lo miró extrañada. Le parecía tan confuso y a la vez incómodo.

―¿Qué pasa? ―preguntó Alex. Su cuerpo se tensó y estaba temblando de miedo. Se sentía como un libro abierto, sin ser capaz de ocultar sus verdaderas intenciones.

―Lo encuentro raro. Justo vienes a las clases que yo también asisto. Además, a ti ya te va bien, no creo que sea necesario. De seguro podrás entrar a estudiar Medicina sin tener que venir a tantas lecciones.

―Que me veas en todas las clases es solo coincidencia. Además, eran las únicas que los profesores me dejaron tomar ―mintió mientras sentía como su cara se convertía en un tomate. Era tanta la sangre que se le subía a la cabeza que pensó que explotaría. Los profesores realizaban clases todo el día por lo que podía ingresar a cualquier horario. Lo que menos quería era que supiera que estaba ahí por ella. No quería perder esos momentos que tenía. Instantes en los que era feliz conversando con Luna, viéndola sonreír, mirándola con su semblante serio cuando tomaba atención en las clases, observar cómo se enojaba cuando él le hablaba mucho, hacerla reír cuando le decía algo chistoso. Viendo... a la mujer que tanto le gustaba.

Luna suspiró ante las mentiras de Alex. Sabía muy bien que se traía entre manos. Tenía muy claro que estaba ahí por ella. Pese a ello decidió no hacer ni decir nada al respecto.

El profesor de ciencias entró al salón. Todo este tiempo ―desde el inicio del preuniversitario― se ha vuelto muy cercano a Alex. Le gustaba la enorme curiosidad que tenía su alumno hacia las ciencias, y también le sorprendía lo mucho que sabía. Pero esta confianza que se generó entre los dos, también se demostraba en lo mucho que lo molestaba en clases. Y ahora con todas las veces en las que veía a Alex junto con Luna, tenía material suficiente para fastidiarlo.




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