Fantasía de un último deseo

Te odio

Desapareció toda Energía Espiritual de su cuerpo para volver a la normalidad. No tenía intenciones de matarlo, aunque por un momento así lo quiso. De todas formas, vio como Max se colocó delante de él para contenerlo y el Jefe agarró en sus brazos a un Axel que estaba totalmente inconsciente.

―Necesitas calmarte. Casi lo matas. No es para tanto ―Max le tocó el hombro en señal de ánimos. Sabía que su amigo no sería capaz de algo así. Simplemente había sido la calentura de la pelea mezclado con sentimientos que no podía entender.

Alex se mantuvo en silencio observando cómo todo a su alrededor ocurría en cámara lenta. Pese a las heridas muy graves que tenía su cuerpo, lo que más le dolía era su corazón. Sentía que en cualquier segundo sus ojos se convertirían en un torrencial de lágrimas. En ese momento lo que más ansiaba era poder estar solo para desahogarse.

"No era necesario que me hubiesen detenido, tenía pensado parar de todos modos. ¿Cómo creen que lo iba a matar? Aunque sentí que debí hacerlo. Esa extraña sensación aún no se me quita. Pero es un ser humano como yo. No puedo hacer algo así solamente por mis celos".

Fue entonces cuando apareció Luna para hacer aterrizar en el planeta a un desorientado Alex. Sus pisadas llenas de ira retumbaban con fuerza en el terreno arcilloso. Cuando se acercó a Alex le propinó una fuerte cachetada, sin importarle el estado físico en el que él se encontraba. Sin más, fue con el Jefe para ver cómo se encontraba Axel.

―¡Eso sí que debe doler! ―las palabras de un despreocupado Max no ayudaban a mejorar la tensión de un ambiente que no pintaba para nada bien.

―Me llevo el cuerpo de Axel para que Luna lo sane. Tú también necesitas curarte, Alex. Entiendo que tengan que conversar un rato, así que no pierdan tanto tiempo. Tengo algunas cosas importantes que decirles, por eso el motivo de la reunión.

El Jefe se fue con los demás a la casa, no sin antes desactivar la barrera. Alex y Max, se quedaron en la misma posición observándose en silencio por varios segundos

―Alex, noté tus verdaderas intenciones. No me puedes negar que lo querías matar. Te diré la verdad, yo en un momento sentí lo mismo que tú. Fue una extraña sensación que me recorrió toda la espalda como un escalofrío.

―Ya, cállate. La pelea ha acabado. No tiene sentido darle más vueltas al asunto.

―Está bien, te dejaré tranquilo. Como te dije, probablemente yo también hubiese reaccionado igual. Lástima que Luna ya tenga novio. Y sea ese tipo. ¿Sabes? Me genera un rechazo total. Me hubiese gustado que tú hubieras sido el novio de ella. ¿Desde cuándo te gusta? ¿Desde que el Jefe nos la presentó a todos? ―un obstinado Max bombardeaba de preguntas a un Alex que solo quería descansar y dejar de pensar para poder tranquilizar su atormentada cabeza.

"¿Desde cuándo me gusta? Desde que la vi por primera vez. Aquel jueves de abril, cuando entró al salón de clases. Había llegado atrasada, pero el profesor de lenguaje la dejó entrar sin problemas. Me enamoré de inmediato... Pero ella nunca se fijó en mí. Primero fui rechazado y ahora pasa esto. ¿Qué va a suceder ahora?".

Alex no respondió, mientras su amigo seguía insistiendo en tener una charla.

―Hace bien hablar. Sirve para desahogarse. Aunque ya deberíamos ponernos en marcha a la casa del Jefe. ¿Qué nos querrá decir? ¿Habrá sucedido algo?

El silencio era tal que Max se vio en la necesidad de intentar de otra forma.

―¡Alex, eres sorprendente! ¡Felicidades por ganar! ―le pegó una palmada en la espalda para ver si podía animarlo. Se sorprendió ver que había logrado el efecto contrario. Vio como las lágrimas recorrían las mejillas de su amigo―. ¿Qué pasa? No te pegué fuerte para que te pongas así. ¡Reacciona, hombre! ―Max agarró de los hombros a Alex para sacudirlo varias veces.

Ni con eso logró animarlo. No sabía que podía hacer hasta que se dio cuenta que en lo único en que estaba ayudando era en fastidiarlo porque Alex solo quería estar solo.

―Lo siento por molestarte. Te esperamos adentro.

Alex solo asintió mientras se tragaba decenas de nudos en la garganta. No estaba acostumbrado a llorar, ni menos delante de alguien. Pero ese día, ese momento... Luna... Axel... no pudo aguantar más. Las lágrimas caían sin parar y aunque se esforzara en detenerlas, no podía.

Cuando Max había empezado el descenso hacia la casa del Jefe, Alex cayó al suelo sin poder contener el llanto desesperado. Le dolía mucho que Luna tuviera novio. Le lastimaba demasiado que ella no lo aceptara, ni siquiera como un amigo. E incluso la posibilidad de que fueran amigos lo desconsolaba. Ya venía aguantando esa opresión desde la oportunidad en que se había declarado. Era obvio que en cualquier momento iba a explotar.

Seguía arrodillado en el suelo, con las heridas y quemaduras muy presentes en el cuerpo. La mejilla que había recibido la furia de Luna le ardía cada vez más, sirviéndole de recordatorio de los hechos sucedidos.

"Es tan jodido estar enamorado... ¿Por qué algunas personas les gusta? Esto es... horrible. Me siento demasiado mal. ¿Por qué? ¿Por qué tengo que sufrir tanto por Luna? Y ahora tendré que acostumbrarme a verlos siempre juntos porque lo más probable es que Axel se convierta en Cazador Espiritual. Esto duele, duele mucho... ¿Por qué tuve que enamorarme de ella?... ¿Por qué tiene que repetirse lo mismo que pasó con Susan? Es injusto esto. Todo era tan genial antes de conocer a Luna... antes de relacionarme con ella. Esos tiempos en los que no sentía nada por nadie y las cosas sentimentales me importaban un carajo... ¡Qué vuelvan esos días en los que solo me preocupaba en correr, en estudiar y en matar a Invasores!"

Lágrimas de dolor. Lágrimas de un amor no correspondido. A pesar de que había ganado la batalla, su corazón había perdido, sintiendo como lentamente se estaba apagando producto de la amargura.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.