Fantasía de un último deseo

Un último deseo

Los días transcurrieron con rapidez y Luna seguía sin dar señales de vida. Tras una semana de su desaparición Alex se vio en la obligación de notificar a la familia para ponerlos al tanto de lo que estaba pasando. Ellos tenían miedo de que Axel la haya secuestrado. Él era el principal sospechoso. Lamentablemente, para la policía era todo muy extraño al no haber rastro alguno de ninguno de los involucrados.

La familia estaba abatida. Con la ayuda de los Cazadores Espirituales y gracias a la velocidad de Max, colocaron una foto de Luna en cada esquina y en todos los postes de luz de la ciudad. Durante los primeros días y con mucha frecuencia, se anunció su caso en los noticieros y periódicos. Relataban todos los hechos de una manera muy confusa, pues debido a la poca investigación que se había realizado hasta el momento contaban con muy poca información de los hechos.

Un contundente repliegue policial, hecho con perros especializados, había estado en busca de ella por toda la región durante noviembre y diciembre. Y no solo eso, también se conformó un grupo de búsqueda con detectives privados, amigos, compañeros de colegio y familiares.

Los Cazadores Espirituales buscaron sin descanso ―en especial, Alex― pero sin éxito alguno. El rastreo se siguió efectuando en los meses siguientes, pero en febrero ya se daba por hecho su muerte al no haber ni una sola pista de ella. A pesar de eso, nunca bajaron los brazos.

Cuando ya no quedaba ni una cuadra sin recorrer de Lyon, Alex empezó a ir todos los días a la cima de un cerro de 1500 metros de altura, lo suficiente para tener una vista panorámica de toda la ciudad. Se sentaba sobre una roca a mirar con la Percepción Espiritual. No perdía la esperanza. Él sabía y sentía que Luna seguía con vida o eso quería pensar.

A finales de noviembre se realizaron las pruebas de ingreso a la Universidad de Lyon. Pese a no haber estudiado nada desde la desaparición de su amada, Alex respondió todo con facilidad, retirándose pasados treinta minutos desde su inicio. No sucedió lo mismo con Yuuki y Max, que se complicaron mucho y debieron ocupar todo el tiempo para rendirla. Cuando salieron, sus caras turbadas lo decían todo. Sintieron que no les había ido como esperaban. Solo deseaban un milagro para tener una puntuación alta, pues sabían que los cupos eran limitados y solo los mejores puntajes lo obtenían.

Los resultados del examen se dieron a conocer en la segunda semana de diciembre, tres semanas después de la realización de esta. Alex sacó un puntaje tan alto que podría entrar a estudiar cualquier carrera que desee. Tenía decidido estudiar Medicina en la Universidad de Lyon, por lo que se fue a registrar inmediatamente, sin titubeos ni confusiones sobre su futuro.

Yuuki quería estar al lado de Alex por más tiempo por lo que quería estudiar lo mismo que él. Lamentablemente le faltaron tres puntos para cumplir su objetivo, por lo que se tuvo que resignar ingresando a Enfermería. Mientras quedara en la misma Facultad a la que había entrado su amado, quedaba conforme.

Por su parte, Max entró a Ingeniería, pero quedaba en una facultad distinta a la de sus amigos. Sabía que ya no los vería con tanta frecuencia y eso lo entristeció un poco. Sin embargo, cueste lo que cueste, quería seguir encaminado a los sueños de su difunta familia. Se sentía un poco extraño al tener que separar su camino del de Yuuki después de haber estado tanto tiempo junto a ella, una inquietud que prefirió no darle mayor importancia.

Debido a los altos puntajes conseguidos en las pruebas, Alex recibió una beca para estudiar gratis. Su familia y amigos hicieron una gran fiesta para celebrarlo. Nada de eso pudo contentarlo, la verdad, nada la hacía feliz. A veces trataba de distraer su mente en los videojuegos o haciendo deporte, pero no lograba sentirse mejor. Solo había una cosa en lo que pensaba todos los días en aquel periodo de verano, saber algo de Luna. Lo demás no le importaba. Seguía con su vida porque tampoco se podía hundir en la tristeza y en su miseria. Sin embargo, no podía entender cómo había desaparecido su amada. En noches de sueños tan confusos y delirantes, llegaba a pensar que ella nunca había existido y que todo fue producto de su imaginación.

Tras las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, Alex se veía hundido en una fuerte culpabilidad que lo enceguecía de los hechos reales y de su vida diaria. Se sentía responsable por lo que podría estar ocurriéndole a Luna. Se condenaba a sí mismo porque consideraba que debió haberse dado cuenta oportunamente sobre la verdadera identidad de Axel.

Sus amigos trataron de ayudarlo a que se animara, invitándolo a la playa, al cerro y a tantos lugares que él solo rechazó. Ellos también estaban tristes y sentían parte de culpa por los hechos ocurridos, pero no querían castigarse con algo que todavía seguía inconcluso.

Como lo hacía todos los veranos durante el mes de enero, Yuuki se fue de vacaciones a la casa de sus padres. Decidió dejar en secreto la prueba de embarazo que había encontrado en la casa de Axel. Así fuera de Luna o no, era una información que encontraba poco relevante para hallarla.

El Jefe vio a Alex tan mal y con muchas dificultades para entrenar y matar Invasores de rango inferiores, que le dio unas semanas de descanso. Solo quería darle un tiempo para que olvidara todo y se tranquilizara. Para su suerte, no lo necesitaba tanto porque los Invasores habían disminuido drásticamente luego de la muerte de Balam y Duriel. Más de cinco a la semana no aparecían. La paz, como siempre momentánea, ayudó a todos a llevar una vida más normal.

Estuvo cerca de un mes sin ver a ninguno de sus queridos amigos. Quería estar solo y seguir buscando a Luna. Por lo mismo, había estado visitando lugares fuera de Lyon. Se consiguió un mapa grande de la región para ir marcando los sitios que había visitado y los que faltaba por ver. 




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