Fantasía de un último deseo ll

Retorno a la normalidad

Despertó tras estar más de un día inconsciente. Lo primero que vio fue su cama y las sombrías paredes de su habitación. No era capaz de recordar lo que había sucedido antes de tumbarse. Un leve recuerdo, distante y borroso, se hacía presente en su memoria. Era la conversación que había tenido con el Jefe.

Su cuarto seguía desordenado y lleno de la basura que se había acumulado desde octubre. No sabía cómo ni cuándo se había convertido en un cerdo y desprolijo consigo mismo, perdiéndose por completo. Le dio vergüenza saber que Max había estado ahí hace unos días.

Tras varios minutos mirando el techo y tratando de abstraerse de cualquier pensamiento, recordó parte de lo que sucedió hace dos días. Luego de despertar de un hermoso sueño donde encontró a Luna en una cabaña y ver una estrella fugaz cruzar la inmensidad, la alarma sonó. Fue a pelear contra los Invasores que aparecieron, batallando hasta la madrugada. Eliminó a tantos que ocupó toda su Energía Espiritual y por lo mismo había olvidado gran parte de los hechos, cómo llegó a su casa y en qué momento se acostó a descansar.

Su vida había estado un tanto detenida en el último tiempo. No había vuelto a estudiar ni tampoco regresó a entrenar al club de atletismo al cual pertenecía. De hecho, hace unos días había presentado su baja por medio de un correo electrónico. Ya no era capaz de seguir comprometido competitivamente en el deporte cuando su mente estaba en otro lado. Sin embargo, no fue motivo para dejar de hacer ejercicio. A diario salía a trotar mientras buscaba alguna pista de Luna.

La flojera acumulada en su cuerpo lo abrumaba. Pensar que mañana sería su primer día en la Universidad le daba mucha pereza. Saber que ya nada sería igual y que tendría que estudiar mucho lo desanimaba. Sus ganas de aprender estaban por los suelos. Sin embargo, para bien o para mal tenía que saber afrontar los cambios para seguir adelante.

Le hubiese gustado celebrar la gran oportunidad de entrar a la carrera de Medicina que se ganó con su propio esfuerzo. Lo normal era que estuviese emocionado o nervioso, pero debido a todo lo que había vivido los meses anteriores, no había rastro de emoción en su indiferente rostro.

Una y otra vez se escuchaba el filo de unas uñas raspar la pared que limitaba con el patio trasero de su casa. Rex, a su modo canino, estaba llamándolo por la ventana. Lo había dejado un tanto abandonado, quedando sus hermanos a cargo de sacarlo a pasear. Le tocó la cabeza, acariciándole, prometiendo que le compensaría todo el tiempo perdido. Notaba que caminaba un poco más lento y su ladrido estaba más apagado. Tenía que estar más rato junto a él antes de que tuviese que lamentar su pérdida.

"Cuatro meses han pasado y aun no se logra dilucidar cómo fue que desapareció de la nada. Naomi había dejado a Luna en la casa del Viejo. Cuando fuimos para allá luego de matar a Balam, ella ya no estaba. Todo fue tan extraño, tan raro. Aún no quiero perder la esperanza, siento en el fondo de mi corazón que ella sigue viva, pero quizás ya no queda nada, solo el recuerdo de ella en mi corazón".

Entró al baño para mirarse en el espejo, evaluando su aspecto horrible y estropeado. Debajo de sus ojos la piel estaba negruzca e hinchada. Las noches que ha tenido han sido muy tormentosas y llenas de pesadillas por lo que consideraba normal tener esas ojeras. Su barba ocultaba gran parte del cuello y mejillas. Los mechones largos de su pelo estaban dispersos en todas direcciones. Estaba acabado y arruinado.

"Esta miseria tiene que acabar ahora. No puedo seguir dando lastima por la vida".

Agarró la máquina de afeitar para rasurar toda la barba. También escindió con una tijera pequeña los mechones que sobresalían de su pelo y disminuyó parte de su volumen con la afeitadora, lo suficiente para poder peinarse y aparentar una mejoría ante los demás.

"¿Estará todo perdido?"

Volvió a mirar su rejuvenecido rostro. Había quedado gran parte de su cara irritada por la afeitadora, pero no le importó. Ya tenía muchísimo mejor aspecto tras sacarse todo el pelo de más.

"Luna... aún me gustas mucho. Lo único que deseo con todo mi corazón es volver a verte con vida. No me rendiré hasta saber realmente que sucedió contigo".

Iba a salir a caminar con su perro tras estar dos horas ordenando y limpiando su habitación cuando un mensaje llegó a su celular. El Jefe quería reunirse con todos en media hora.

Ya estaba en la casa del Jefe desde muy temprano cuando él mismo le avisó que iban a tener una reunión como antaño dentro de unas horas más.

Yuuki había llegado temprano para estar en el mundo virtual. Le dedicaba más tiempo al entrenamiento para mejorar sus habilidades y no quedarse atrás con respecto a los demás Cazadores Espirituales. Sabía que tarde o temprano, Invasores más poderosos volverían a aparecer y no quería depender de la Fase Límite cuando era un arma de doble filo. Además, volver a encontrarse con Alex después de casi dos meses la había dejado muy nerviosa y emocionada. Estar en aquel lugar era un modo de liberar la tensión que se acumulaba en su cuerpo.

―Tengo que animarlo. Ha estado muy mal últimamente ―expresó eliminando con una espada espiritual al último Invasor que apareció.

Agarró con sus manos parte de su violeta cabellera. La acarició rememorando que hace un mes era azul y que por muchos años la llevó de ese color. El cambio lo decidió cuando Max la había ido a visitar. No habría sido capaz de evolucionar como persona si no hubiese sido por él y sus palabras. Gran parte de lo que es ahora se lo debía a su amigo.

Sabía que era el momento de entrar a la acción y demostrar, con hechos, todos los sentimientos que tenía por Alex.

Volvió a la casa del Jefe inmediatamente. Por la hora ya sabía que todos estarían reunidos. Al escuchar la voz de su amado, su corazón se agitó de alegría.



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En el texto hay: extraterrestres, superpoderes, romance accion aventura

Editado: 09.07.2022

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